Manteca: “Una mala sensación”

Y así continuaron los días. Manteca hizo una presentación del equipo en un amistoso con otro equipo de un pueblo vecino, donde los titulares locales jugaron de traje. Fue una exhibición impresionante porque cuarto jugadores…

Manteca: «De saco y corbata»

—Permiso —dijo la sensual voz femenina—, ¿me oyen? El potente murmullo se apagó lentamente. —¿Me oyen bien? —volvió a repetir la sensual voz. —Seeee —repitió un grupo de espectadores. —¿Cómo? No escuché… —¡Seeeeeeeee! —se acompló…

Manteca: «Denme un día»

¿Que serían…? Las doce del mediodía… la una menos cuarto cuando dos golpes en la puerta cancel hicieron al cura dejar de revolver las lentejas en el arroz y mirar a través del mosquitero. —¿Sí?…

Manteca: «Todas las mujeres del pueblo»

—¿Entonces conocés a Manteca, Fifilín? —Sí, padre. Lo he visto varias veces. —¿Y decís que es un demonio? —Lo he visto en el infierno… —y su voz se fue perdiendo en un aliento casi inaudible.…

Manteca: “¿Lo vieron a Manteca?”

La gente del bar salió a la calle y agolpándose lo miraban. Algunos se mojaban enteros, otros solo la cabeza que asomaban por la ventana. El que no se mojaba era el hombre de galera…

Manteca: “A la mañana del tercer día”

Durante los dos días siguientes llovió intensamente. Ya el segundo día amaneció con una cortina de agua y charcos grandes. Las calles parecían cauces de agua, y el sonido de la lluvia se había vuelto…

Manteca: «El gurú»

El cura caminaba por el pasto todavía húmedo del rocío. Seis y veinte de la mañana. La cancha amplia y vacía se veía de un turquesa apagado sin el sol. El ruido de sus pisadas…

Manteca: «Cuerpo a tierra»

Los jugadores fueron llegando a la cancha y se colocaban en posiciones que ya conocían, aunque desde afuera parecían estar llenando el campo de un recital de los Redondos. Cuando todos los jugadores hubieron ocupado…

Manteca: «El picadito ese…» (2da temporada)

***** Una introducción obligatoria. Por razones de carácter personal Manteca debió ser interrumpido  hace varios meses, por lo que me disculpo ante los que hayan estado siguiendo esta historia, y ante todo el staff del Mendo. Pero jamás dejé una historia sin terminar. Le prometí…

Manteca: «Nada cuesta veintiocho»

El siguiente pueblo estaba bastante más lejos. Apenas llegó la camioneta pararon en una estación de servicio a cargar gasoil. — ¿Lleno, padrecito? — Sí, por favor. Dígame una cosa. ¿Usted es de acá? —…

Manteca: «Desde la catapulta»

El aroma del pasto bañado de rocío les llenó los pulmones. Hacía un rato nomás que había salido el sol y todos largaban columnas de vapor mientras cruzaban entre los seis hilos de alambres para…

Manteca: «Comanche»

La entrada del pueblo al que llegaron era bastante pobre, con un boulevard arrasado por el desgano y las tormentas de registro histórico sin que nadie se haya preocupado siquiera por sacar los árboles volteados…

Manteca: «La cabina»

En la cabina de la camioneta que el doctor Giménez había facilitado al grupo iban a ir sentados el cura en el volante, la Norma y Fifilín que lloró desconsoladamente cuando le dijeron que viajaría…

Manteca: «Prófugos de la muerte»

Apenas el Negro pronunció las palabras se dio cuenta de todo solo con ver la expresión de terror de Curuchet que abría los ojos y la boca de la misma manera que lo haría si…

Manteca: “Amor Salvaje”

— ¿Cómo se llama el perro, Negro? — Pinchi. — En serio, boludo. — Se llama Pinchi, Curuchet. — ¿Un depredador de esa magnitud y se llama Pinchi? — Pinchi. Sí. Pasaron por debajo de…

Manteca: “…tal vez nos esté mirando”

De pronto la luna se cubrió de nubes y solo se podía ver donde alguna lamparita o algún fuego tardío. Lo que parecía una brisa se tornó viento y tomó más fuerza. Las ropas olvidadas…

Manteca: «La Norma»

— Padre, la Norma quiere venir. — Negro, decile que no. Solo vamos el gordo Sinetri, vos, yo, Curuchet y Fifilín. Nadie más. El Negro no respondió y su mirada se desvió un poco de…

Manteca: «Haciendo jueguito»

Los días que siguieron al intento de exorcismo no fueron los esperados. El padre Gustavo se acercaba todas las tardes a la casa de Paloma. “¿Y?” preguntaba con un cabeceo hacia arriba. “Nada, padrecito. El…