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¿Cual es el sentido del derecho?

Hace un par de días, de semanas, de meses que me despierto y me acuesto pensando en el sentido del derecho. Mil veces me he preguntado sobre su verdadero fin, otras tantas me he cuestionado sobre su existencia y a la luz de los últimos eventos mundiales cuestiones básicas y filosóficas hacen eco en mi interior. Si tengo que interrogarme sobre su disparador principal, no sabría decirlo con tanta certeza… no hay uno en particular ni mucho menos algo en especial que pueda considerarse como la fuente de origen de esta duda existencial. Quizá, y haciendo una lectura transversal y rápida de los últimos acontecimientos, puedo comprender que es una sumatoria de hechos descabellantes los que me llevan a divagar profundamente sobre la materia en cuestión.

Podría pasar horas enteras definiendo al derecho… La misma palabra posee varias acepciones que no nos llevan a una enunciación única y precisa. Miles de páginas y de autores de diversas nacionalidades e ideologías aparecen con sus voces precisándome su contenido… Pero si debo resumir todos esos conceptos en una frase diría que son normas elaboradas por el Estado que están dirigidas a la observancia de los individuos sobre la realización de ciertas conductas permitiendo la convivencia en sociedad y resolviendo los conflictos intersubjetivos. Sin entrar en debates jusfilosóficos sobre la influencia o no del derecho natural en la elaboración de las normas jurídicas (derecho positivo), la idea es clara y precisa; tanto que puede invocarse en un plano internacional, nacional, regional y hasta en un ámbito íntimamente privado. Si de derecho se trata es inevitable su asociación y linaje con la palabra justicia. Ésta última, también en su más simple apreciación, puede ser considerada como el fin mismo del primero. Haciendo un poco de ejercicio mental, asociamos a ella los conceptos de: seguridad, orden, paz, poder (sin caer en su abuso o en su no uso), solidaridad y cooperación (*)

Nadie piensa en el valor de los derechos sino desde el momento mismo que consideramos que éstos son vulnerados. No se habla de derechos humanos sin una transgresión a estos. No se habla de injusticia sin una creencia fuerte de que algunas de nuestras más preciadas facultades ha sido vapuleada. Pero, lamentablemente olvidamos un famoso y conocido proverbio que reza: “Mi derecho termina en donde empieza el del otro”. Nos hemos cuestionado infinidad de veces qué quiere decir y hemos tratado de encontrarle su sentido más metafísico al decir de la escuela sartreana. Pero jamás nos hemos detenido a mirar a nuestro alrededor para comprender su verdadero significado y comprender su más puro sentido.

Por qué esta reflexión… Pensemos en los sucesos de los últimos meses; abramos nuestra cabeza a los últimos acontecimientos. No hace falta ser un erudito en la materia para poner en funcionamiento todos nuestros sentidos y activar nuestras neuronas. Como seres (considerados) superiores tenemos la capacidad de cuestionamiento, la que implica que no necesariamente debemos aceptar sin reclamos lo que se nos es impuesto… ¿No pasa por nuestra mente los diferentes fusilamientos de los líderes del oriente en éste último año? La situación actual económica que estamos atravesando ¿no nos recuerda a una época no muy lejana de restricciones financieras? ¿Acaso no pensamos en la violación de los derechos humanos cuando hablamos de la interrupción de la vida de una persona por nacer? Más allá de cualquier postura religiosa, más allá de cualquier concepción ideológica, fuera de todo partidismo y con una mano sobre el pecho, la misma que elevamos para jurar amor por nuestra patria, pensemos:

¿Cuál es el sentido del derecho si una persona acusada no tiene posibilidad de un juicio previo? ¿Acaso no es verdad que se presume inocente hasta que se demuestre lo contrario? ¿Por qué festejar el fusilamiento de Sadam Hussein, de Bin Laden y de Khadafi cuando en el ámbito internacional existe un organismo encargado de juzgarlos?

¿Cuál es el sentido del derecho si como ciudadanos no podemos disfrutar de nuestras libertades? ¿Acaso es considerado un delito el querer ejercer nuestra disponibilidad de bienes e independencia económica? ¿Por qué aceptar los postulados del gobierno y callar si fuimos capaces de rebelarnos contra un rey al que no debíamos obediencia y destruir esos lazos coloniales?

¿Cuál es el sentido del derecho si estamos poco a poco destruyendo la posibilidad de nuestras generaciones futuras de creer en la justicia tratando de destruirlas en su más humana condición de persona por nacer?

La relación entre justicia y derecho está pintada con tintes morales que nos calan en las más íntimas profundidades del ser… Más allá de lo que nos diga nuestro líder, Dios o ser supremo a quien le somos fieles, debemos dejar el ropaje de individuos pensantes por un momento y empezar a comportarnos como seres humanos de una vez por todas. Creo que ahí, en ese comportamiento colectivo y social se encuentra la respuesta al interrogante.

(*)Véase : El plexo valorativo de Carlos Cossio y su Teoría Egológica.

Escrito por Little*Star para la sección

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