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5 síntomas claros del enamoraiento prematuro

 

Ahhhh… La primavera mendocina…

Nos encontramos nuevamente en esta estación del año tan especial, donde las primeras flores asoman su cabeza para dejarnos apreciar su belleza, donde los árboles empiezan a flashearla con sus cambios de colores constantes y donde ya se pueden dilucidar las primeras parejitas gay tomadas de la mano paseándose por la Plaza Italia con total alegría.

Mágicamente maravilloso, como diría Virginia Lago con un par de pepas arriba.

Sin embargo, estas no son las razones por la cual la primavera es una estación tan única, más allá de que me caigan simpáticas las parejas homosexuales y la fauna y flora de la provincia.

La razón se resume en una sola palabra, simple y archiconocida por todos y todas, es creadora de grandes felicidades, destructora de muchos corazones y transportadora de una que otra enfermedad venérea.

Si, damas y caballeros (y pendejos de 15 años que por alguna razón del universo entran en este sitio) estamos hablando del AMOR.

¿Quién es el enamorado prematuro?

Esa es la pregunta.

¿No te ha pasado, que alguna vez en la vida, conociste a una persona que desde el momento que le pusiste los ojos arriba y charlaste un par de palabras te cautivó como un plato de guiso a un obrero?

Los enamorados prematuros, desgraciadamente, están destinados al fracaso. Dos personas tienen que enamorarse después de conocerse bien, haber estado un tiempo juntos y de tener una historia en común. Si salteas los pasos, lo más probable es que las cosas no salgan como vos quieras. Podes terminar siendo rechazado/a (que en esta situación te va a doler bastante más que cualquier otro rechazo), podes terminar perdiendo las ilusiones o decepcionándote, podes terminar viendo como se desaparece de tu vida, incluso podes terminar dándote cuenta que tu humano soñado no es más que otro felino o felina de los tantos que tenemos en el suelo cuyano.

El Habla:

Tu cerebro está dotado, gracias a millones de años de evolución, con la capacidad de generar ideas y pasarlas a un lenguaje hablado rápidamente con total facilidad. Es un circuito complicadísimo que en práctica se vuelve algo muy simple. Cualquier persona hoy en día puede usar el lenguaje para comunicarse, engatusar y encantar a otras.

En cualquier situación es pura sencillez saber hablar y expresarse, a excepción de una.

Podes ser el tipo más chamuyero del mundo, o la mina más simpática del universo, pero si la persona que secretamente te vuelve loca se para adelante tuyo y espera que vos podas seguir una conversación lógica y graciosa, tu cerebro te falla por todos lados y se traba peor que una Netbook del Gobierno.

En ese momento te volves el hijo perdido del Pity Álvarez y Diego Maradona. No podes formular bien una idea racional de qué decir, y si lo hicieras, tu cerebro en ese momento no tendría la capacidad neuronal como para pasar esa idea a tu boca.

Decís cualquier boludez, no modulas nada, gesticulas mal, y de repente te das cuenta que creaste la conversación más antinatural posible porque te pusiste nervioso.

Nos pasó a todos. No te hagas problema. Estás enamorado (o sos tartamudo, una de dos).

El Pensamiento:

Salís de tu morada con los auriculares puestos a todo volumen, vas manejando tranquilo en el auto, estas estudiando a full para el parcial del otro día, estás jugando a los dardos apuntando a una manzana puesta en la cabeza de tu hermana menor, en realidad, no importa qué carajo estés haciendo, no lo vas a hacer bien porque tu mente está muy ocupada pensando en la cara de esa persona, en lo que te dijo el día de ayer, en la posibilidad que tenes de verla al día siguiente y demás ñoñadas.

Es un síntoma re claro de enganchado súper precoz el de encontrarse en situaciones de la vida cotidiana pensando en la persona que te gusta.

No sabes porque, pero te pasa, y seguido. Estas camote.

La Proyección:

Otro signo médicamente conocido del enamoramiento precipitado es la proyección inverosímil que haces en tu cabeza con la otra persona.

Te imaginas un futuro en el que son novios, en el que tienen una relación de muchos años y se casan.

Un futuro en el que, si sos mujer, el flaco viene y te llena la panza de huesos, o en el caso de que seas hombre, vos vas y le llenas el útero de estofado a ella. Y terminan teniendo un lindo bebé.

Después seguís imaginando que tienen una familia hermosa, y una casa grande, con un perro labrador, una empleada amable, un garaje con dos autos, varias habitaciones y un montón de otras boludeces cursi que claramente, por el nivel adquisitivo de este país, nunca vas a tener.

Después te imaginas envejeciendo con esa persona y teniendo nietos, y ahí en ese momento, el micrero te corta la ilusión, pidiéndote por favor que dejes de babearle todo el piso del bondi.

Antes de apresurar tanto la cabeza, mejor salir un par de veces.

El Stalkeo:

Todos lo hemos hecho. Todos nos hemos metido en el perfil de Facebook de alguien que no conocemos a babearnos un rato (si sos mina, también lo has hecho, acéptalo) o a ver que es de su vida en Twitter o en Instagram.

Pero si estas en modo “early-lover” abrir sus perfiles online va a ser cosas de casi todo los días.

Te intriga saber qué pasa con su vida, adonde va a ir para saber si te lo/la vas a encontrar, o simplemente queres verle la cara un rato.

Quizá de casualidad te pase un pensamiento relámpago diciéndote lo triste que sos cuando haces eso.

Pero bueno, trata de no darle bola, y de tomar acción en vez de ensoñarte.

Y lo que es más importante, acordate de borrar el historial de búsqueda, o vas a quedar bastante en offside si “pelotudeando” esa persona te llega a agarrar el celular o la compu en un futuro cercano.

El Suspenso:

Tomaste coraje y en un acto de valentía le mandaste un mensaje a su WhatsApp:

“Hola, como andas?”

Y de ahí, comenzó la gran espera.

Te querías convencer de que no te importaba, de que si no respondía era problema suyo, que ni le dabas bola.

Pero contrariamente a lo que decías pensar, revisabas el celular a cada rato, incluso sabiendo que estaban las notificaciones al máximo volumen posible.

Te desesperabas de a poquito y aparecían preguntas en tu cabeza…

¿Le habré caído mal?

¿No seré una molestia?

¿No estaría quedando medio desubicado/a?

Y de repente suena el bendito celular.

Falsa alarma. Habían subido un video porno a tu grupo de amigos.

Suspiraste y bloqueaste el celular, solo para escuchar de vuelta el silbidito pedorro de la notificación.

Y te encontraste con la sorpresa.

“Hola, acá ando, que contas? :)”

En tu cabeza lo gritaste como un gol. Si estabas acompañado en el momento que recibiste el mensaje, te quedaste mirando la pantalla sonriendo, dando una imagen bien tiernita y pelotuda.

Si estabas solo o sola, gritaste un “¡ME RESPONDIÓ!” a todo pulmón con una agudeza solo comparable con los gritos de una morsa en celo.

Estos grandes suspensos y su posterior resultado (también podría haberte pasado que no te respondiera y te quedaras el resto del día preguntándote porque la vida te hizo tan deforme) son una de las peores torturas del enamoramiento temprano. Quédate piola, y pensa dos veces antes de escribir. Y no tengas miedo de ser un poco rompebolas.

Próxima entrega: Que debe y no debe hacer el enamorado prematuro

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