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Aquel que dispuso su vida

La siguiente historia cuenta de un buen chico, estudioso, familiar, de buenos amigos y una novia, carrera prometedora, gran deportista. Este chico, en el acto de mayor libertad de una persona que puede hacer una persona, también es calificado como uno de gran cobardía, como uno tomado en estado de desesperación y angustia, dispuso de su vida.

¿No se sabe con certeza a donde va la gente luego de morir? Pero supongamos, si algunas religiones tienen razón, nos dirigimos a un lugar en donde se nos juzga frente a nuestros ojos la vida llevada, los errores cometidos, las maldades, las buenas obras y altruismos, en definitiva una valoración critica de lo vivido. Cuando este muchacho llega a ese lugar, en vez de ser criticado, despertó sentimientos de compasión frente a estos, si se permite, jueces de vida, dado el hecho de cómo había vivido, como era el, como pensaba, como sentía, como se relacionaba con los demás; era bueno. Entonces, por ello, en vez de practicar el procedimiento estándar realizado a todas las personas llegadas al lugar, le fueron interrogando sobre sus diferentes relaciones para poder entender y comprende el porque de su acto de disposición.

Se le interrogo sobre su relación familiar. El respondió: “tenía una buena relación con mi mamá, con mi papá y mis dos hermanos; los querías, los amaba y respetaba. Pero no me sentía amado, acogido, contenido; pues mis logros y buenas acciones nunca fueron valoradas, agradecidas, ni tenidas en cuenta, en el olvido y la nada sentía que quedaban; sino, mas bien, simplemente siempre fui criticado por mis  errores, desperfectos y desaciertos. Jamás se me dijo gracias, jamás se me dijo “te quiero, sos un buen hijo, un buen hermano”, jamás me demostraron, por lo menos con hechos o gestos, lo que sentían por mi”.

Se le interrogo sobre sus estudios. El respondió: “en la secundaria siempre fui un alumno sobresaliente, forme parte del cuerpo de bandera, mis calificaciones siempre fueron elevadas y mi relación con los profesores era muy buena por ello; pero es por esa misma razón jamás se me fue valorado o premiado por mis resultados y logros, sino, mas bien, fui presionado a explotar aun mas mis talentos y capacidades. Yo estaba contento como era, ¿porque siempre se me obligo a esforzarme aun más? ¿Por qué no se me dejo ser feliz? Esta tristeza y desazón, sufrida en mi secundaria, me siguió a la facultad, pues por mis capacidades, siempre se me exigió un conocimiento y comprensión aun mayor al de mis pares; deje de soportar que las expectativas tenidas sobre mi, hicieran que los demás guíen mi vida, en vez de dejarme ser yo mismo.”

Se le interrogo por su relación con sus amigos. El respondió: “siempre fui consiente del dicho que los buenos amigos se terminan contando con los dedos de las manos, y aun sobran. Por ello siempre procure de rodearme de personas, conformando así un circulo intimo de amistad, sepa era de fiar, podía confiar en ellas, tener con quien divertirme y también tener alguien en quien apoyarme en mis días tristes. A mas de ello también conocí a mucha mas gente y por una extraña razón genere confianza en todas las personas, por lo que fui confidente de muchos de ellos, siempre me comentaban sus problemas a modo de expiación, me buscaban, llamaban, a veces pedían consejos y yo se los daba en la medida de lo posible. Pero nunca ninguno de ellos, ni siquiera aquellos que consideraba como mis mejores amigos, me preguntó sobre como estaba yo, yo también tenia problemas; los ayudaba y desaparecían, cuando necesitaba de su ayuda, compañía, consejo, concurría a ellos y  no me ayudaban en la forma esperaba lo hicieran, algunos ni me prestaban su ayuda, otros lo hacían tibiamente, otros no trataban de comprenderme sino mas bien imponían su pensamiento; eso no es ayudar. Jamás me sentí acompañado de aquellos que siempre necesitaron mi ayuda, cuando yo ahí estuve, ellos no.”

Se lo interrogo por su relación con su novia. El respondió: “Yo la quería mucho, pero no se si la amaba. Pues si bien era muy buena, sus actitudes nunca difirieron de las actitudes de aquellos yo llamaba amigos. Encerrada en sus problemas, dolores y tristezas pensó era la única los tenia o eran los mas grandes de todos, siempre pidiendo que este a su lado, que la ayude, aconseje. Lo hice, siempre la ayude, siempre estuve, siempre la aconseje. Pero ella nunca estuvo cuando yo la necesite, cuando yo estaba triste por haberme dado cuenta de lo vacio que me sentía en la vida; le pedía ayuda, nunca supo entenderme ni ayudarme, en cambio, continuo siempre pregonando sus males como los peores que le pueden pasar a alguien, llevando a la nada los míos. Nunca me ayudo, acompaño, acobijo.”

Se le interrogo sobre su relación consigo mismo. El respondió: “siempre fui consiente de que en la vida hay que ser altruista, preocuparse por los demás y por sobre todas las cosas siempre ser bueno y generoso con las personas. Pero me di cuenta que el altruismo absoluto no existe, o por lo menos yo considerándome un chico normal, no lo logre. Si bien siempre actué en total desinterés hacia mi persona a la hora de ayudar a los demás, acompañarlos, aconsejarlos, intentando sentirme bien y feliz por el hecho de saber que eso estaba bien y  bastaba sentirse satisfecho con uno mismo. Mas ello no basto, nunca deje de sentirme solo, por más compañía que pudiese tener, incluso en esos momentos en los que estaba rodeado de gente, no podía evitar sentir una soledad profunda. Siempre me sentí incomprendido, veía la vida de otra forma, vivía la vida de otra forma, nadie supo entenderme; tampoco nadie supo que no era eso, me comprendan, lo que necesitaba sino que al menos me acompañaran, me preguntaran como estaba, me felicitaran por mis logros y no me presionaran para tener mas, me hicieran sentir querido, importante, sentirme alguien. Pues por todo ello fue, no sin un gran miedo, decidí dejar esa vida de soledad en la que me sentía dispensable, olvidable, nadie; irme de ahí y dejar de sufrir. Buscar nuevos horizontes desconocidos y por alguna vez poder llegar a sentir lo que es ser Feliz”.

Habiendo despertado compasión en estos jueces de vida, entendieron estos que no se podía ponderar más el hecho de haber dispuesto su vida contra todo lo que había hecho y vivido, no se puede desvalorizar tantas buenas cosas y acciones por un simple hecho, por mas controversial sea el mismo. Fue por ello que al muchacho le perdonaron esto que hizo, lo dejaron seguir camino y poder así encontrar su tan ansiada felicidad y, consecuente de ello, Paz.

 (* Esta historia proviene del leve recuerdo que tengo de un mail me llego hace unos años atrás, me llamo mucho la atención pero no pude volver a encontrarlo. No es un intento de reproducción, pero si esta basado en el mismo)

Escrito por Enanoslife para la sección:

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