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Asesinos Argentinos

 

«Si quisiera empezar a matar, no quedaría ni uno solo de ustedes» (En su audiencia de libertad condicional)
Charles Manson.

El hombre es un lobo con el hombre, eso es sabido, es un tema trillado, un camino andado mil veces; pero por eso no deja de ser morbosamente interesante, atrayente como una brasa encendida en la noche.

Monstruos, monstruos aberrantes, de esos que siempre tememos tener abajo de la cama cuando nos acostamos o en el fondo del ropero en plena oscuridad.

Un asesino en serie es una persona que asesina a tres o más personas en un lapso de 30 días o más, con un período de enfriamiento entre cada asesinato, y cuya motivación se basa en la gratificación psicológica que le proporciona dicho crimen, más o menos eso dice la web. Gran variedad de impulsos llevan a matar al asesino en serie, por ejemplo las obsesiones sexuales y las desmedidas intenciones de poder.

El modus operandi que sigue un asesino suele ser siempre la misma, porque los crímenes más o menos se realizan en las mismas condiciones y los blancos escogidos comparten características, entre ellas, profesión, sexo, edad, raza.

El asesino en serie no debe ser confundido con otros, con los que comúnmente se lo relaciona. Estos serían el asesino en masa (aquel individuo que mata a un elevado número de personas en un lapso corto de tiempo) y el asesino relámpago (quien comete múltiples asesinatos en un período de tiempo relativamente corto y en diversos lugares).

Argentina no está alejada de este fenómeno, por llamarlo de alguna forma, existieron caso que encuadran en este rubro macabro. Voy a nombrar al que más me llaman la atención, una elección arbitraria, que se basa en los escalofríos que me genera dicho ser. No voy a nombrar todo su raid homicida, sólo algunos.

Santos Godino, El Petiso Orejudo

Santos Godino fue una persona cruel por naturaleza, desde chico se dedicó a torturar animales, a encauzar su brutalidad con los débiles e indefensos; un ente brutal, desdeñable, claro ejemplo de ello es que una madre descubrió que el Petiso Orejudo estaba apagando un cigarrillo encendido en los ojos de su bebé de pocas semanas, aunque en aquella ocasión, logró huir.

Antes de eso ya había incurrido en un par de hechos igual de inhumanos: raptó a a una niña en un almacén, la llevó a un descampado en donde la golpeó e intentó estrangularla, luego la enterró viva en una zanja y la cubrió con tierra y basura.

Por este hecho pasó dos meses en un calabozo a pedido de su padre. El Petiso Orejudo salió de la cárcel y volvió a las andanzas.

En septiembre de 1908, a un vecino de su barrio: Severino Gonzales Caló, lo llevó a un establo de caballos y lo metió en las piletas donde había agua para que bebieran los animales. Lo cubrió con unos tablones de madera hasta que consiguió ahogarlo. En el momento del crimen, un hombre descubrió lo que estaba ocurriendo y lo llevó a la comisaría. Cayetano se defendió diciendo que él no había sido que había sido una mujer de negro, de la cual dio numerosas descripciones. Permaneció un día en la comisaría, pero debido a su edad salió al día siguiente.

Luego del evento del cigarrillo y el bebé es llevado a una cárcel de menores en la provincia de Córdoba, ahí estará tres años. Aprende a leer y a escribir, lo que lo vuelve más frío y calculador. A ya 12 años retorna a su casa.

El Petiso Orejudo empieza a beber alcohol, lo que le genera dolores de cabeza que, según él, le causaban impulsos homicidas.

También le gustaba generar incendios. Cuando lo arrestaron dijo:“Me gusta ver trabajar a los bomberos, me gusta ver como caen en el fuego”.

El año 1912 fue el más activo en su locura asesina. Generó varios incendios y prendió fuego a una niña de 5 años que murió al poco tiempo.

El caso mejor documentado fue el siguiente: en la mañana del 3 de diciembre de 1912, Gesualdo Giordano salió a jugar con sus amigos a los que se les sumó Santos Godino. Después de un rato ambos niños se quedaron solos. El Petiso Orejudo le propuso a Gesualdo que lo acompañara a un lugar para jugar. Ante la negativa del otro Godino le ofreció darle unos caramelos de chocolate para que fuera con él.

Se dirigieron a una fábrica abandonada, en la puerta Gesualdo se negó a entrar entonces el Petiso Orejudo lo obligó violentamente. Se quitó el cordón que le oficiaba de cinturón e intentó asfixiarlo. Sus intentos eran infructuosos, entonces salió fuera del lugar a buscar algún objeto que le simplificara la tarea.

Se encontró con el padre del otro niño, quien buscaba a su hijo. Godino le dijo que no lo había visto, además le recomendó que denunciara la desaparición a la policía.

Encuentra el elemento que necesitaba, un clavo de unos 10 cm. Con una piedra introduce el clavo en la sien del niño, quien muere. Al día siguiente se presenta en el funeral del niño, para ver si aún tenía el clavo en la sien – según sus propias palabras.

Los policías hicieron sus pesquisas y fueron a buscar al Petiso Orejudo a su casa. En ella hallaron restos de un diario con la noticia del asesinato y parte del cordón que había utilizado para estrangular al niño.

Cayetano Santos Godino se declaró culpable de cuatro asesinatos y siete incendios. Fue condenado a cadena perpetua.

Estuvo 10 años en un centro de reclusión de la provincia de Buenos Aires, pero lo trasladaron por agredir a una persona en silla de ruedas y a un inválido postrado en una cama. Fue a la cárcel del “Fin del Mundo”, el presidio de Ushuaia en Tierra del Fuego.

Los especialistas de aquella época creían que su maldad residía en el gran tamaño de sus orejas, por lo que le practicaron una cirugía estética, con resultados lógicamente nulos.

En 1933 pidió la libertad, pero se la negaron alegando que, y se cita textualmente: «es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean». Poco se sabe de su vida en la cárcel, aunque parece ser que mató a la mascota de los presos, un pequeño gato, al cual despellejó y descuartizó. Al parecer la paliza que recibió fue de tal calibre que no despertó en veinte días.

El Petiso Orejudo murió solo en la cárcel, tiempo después, destrozado por una brutal violación y paliza que le provocó hemorragias internas.

Nunca mostró arrepentimiento en ningún momento.

La historia de los asesinos seriales en Argentina tiene también otros protagonistas, truculentos y crueles; personas perturbadoras y perturbadas, atroces y sanguinarios.

Se me viene la idea a la mente que todos tenemos un lado oscuro, todos podemos ser culpables de algo siniestro, que sólo falta una chispa para que entre el funcionamiento el motor del horror.

Fuentes:

http://biografiasdeasesinos.blogspot.com.ar/2014/08/asesino-134-cayetano-santos-godino.html
https://www.definicionabc.com/general/asesino-serial.php
https://historiadelosasesinos.wordpress.com/asesinos-en-epoca-contemporanea/cayetano-santos-godino-el-petiso-orejudo-1896-1944/

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