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Así nos boludean los hombres en Mendoza

No soy la primera mujer o intento de, que nota lo “minita” que se han vuelto aquellos seres que tienen miembro (unos más, otros menos) también denominados: hombres. Entiendo que se cansaron de las vueltas en calesita y todas las cosas por las que a veces, por forras o por cuestión de aburrimiento les hacemos padecer. Pero créanme que ustedes, hombres, nos ganan y son patéticos. Y funciona así:

Los hombres menos agraciados, recurren a los chebolis en busca de lo primero que ven maquillado, no importa si es un mimo, piñón fijo, algún amigo disfrazado de Panam, una mujer de pocos dientes o un hermafrodita (aunque existan algunas excepciones). Los que corren con suerte, pasan la noche en compañía de la presa que pudieron capturar, si no se come las eses y tiene todos los dientes mejor, pero no importa que sea un bagre esa noche, aunque al levantarse y vean a quién lograron enterrarle la batata se quieran pegar tres tiros en los huevos. Pero los que tienen facha se dan el lujo de hacer lo mismo pero a la inversa. Histeriquear a las pelotudas como nosotras bichis, así de simple.

Si les decís que no, no van a parar hasta que digas que sí. Si accedés, no te llama más. ¡Decí alpiste genia!

Y ahí comienza tu barbarie pelotuda, se te empapó la chumina por el flaco que si hubieras tenido los cinco sentidos activos e intactos jamás te hubiera gustado, pero tiene ese gen de hijo de puta que a vos te encanta, te vuelve loca. Pensás que si lo ves una vez más va a ser mejor, vas a encontrarle algún defecto que evite que te enamores como quinceañera pero no, te gusta que sean sorete con vos y sobretodo que se haga desear y a la vez te trate como boluda. No es su culpa, si volvés con él a pesar de ser tratada como la muñeca inflable a la que él recurre cada vez que quiere evacuar sus lácteos no es su culpa, él ya es un gil y probablemente lo siga siendo pero vos sos tremenda pelotuda.

Salen, te hacés la difícil un rato porque tampoco querés perder la oportunidad de humedecer el bizcochuelo que hace meses llevás seco, se divierten y por fin se sacan chispas, no hubo tregua. Te entró como sordo al timbre y te dejó loca, llegás a casa con la esperanza de que escriba pero no hay caso mamu, no va a llamarte ni por error por whatsaap. Es que nosotras somos las enroscadas, tan estúpidas que nos encanta hacernos rogar y responder mensajes tarde para finalmente decir que sí, caemos a los pies. Pero ustedes, hombres, son literalmente unos cagones hijos de puta. ¿Y saben por qué? Porque no les da la nafta para decirnos que ya no quieren vernos ni para coger y mucho menos de frente, entonces es mucho más fácil clavarnos una, dos, tres y mil veces más el visto porque las boludas arrastradas somos nosotras. Les importa un pedo que se vaya nuestra dignidad con cada mensaje que enviamos mientras miramos su foto de perfil porque ustedes tienen bien claras las cosas y nosotras no, ¿saben por qué no? Porque en la puta vida se encargaron de ser directos y decir las cosas de frente

Para garchar somos las mejores pero con sus amigos somos “la pelotuda que me manda mensajes cuando estoy jugando a la play”. ¿No va más? Ok, decimeló, game over gila y me la banco. Prefiero mil veces eso a que te escriba y me respondas (con suerte) cada tres días y lo hagas haciéndote el pastor brasileño, puro amor y paz e intentando hacerme creer que llevás una vida tan ocupada como para no mandarme un puto mensaje cuando estás al pedo en el baño sacándote los mocos.

También es normal que nos digan que les encanta hablar con nosotras pero nunca tengan tiempo para vernos, eso es caca, pichí y diarrea todo junto y en mayúscula.

Aprendan de una vez que el que nace sorete muere así y la que nace histérica y reiterativamente pelotuda yace de igual manera. No podemos ni debemos sucumbir a los encantos de cualquier hombre que nos prometa cosas que no puede ni quiere cumplir. Media pila, si se van a divertir y le van a dar rienda suelta a la lujuria ¡bienvenidos los pelotudos!, pero si tenés ganas de enamorarte, levantá la cabeza y mirá alrededor, siempre hay algún amigo que escucha nuestros tormentos mientras lloramos por el equivocado. A veces hay más gente dispuesta a dar amor que a recibirlo y no nos damos cuenta. ¡Les amo siempre!

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