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Bienvenido

Hace dos o tres meses, desde que me tomé vacaciones, que tomé la decisión de no leer ni diarios ni ver los noticieros de forma definitiva. Ya venía decayendo el tema en mí, pero lo terminé de concretar con la situación ya dicha. Hace mucho que no pensaba formar parte de los lectores de noticias e información manipulada, manoseada, prostituida, tergiversada, sucia y todas esas cosas. Mal no me fue, pude seguir con mi vida, pude seguir comiendo y durmiendo como siempre, y al fin de cuentas, me enteraba, como por obligación, de todas las cosas que pasaban, ya que salir a la calle todos los días implica ver a un montón de personas todo el tiempo deseosas de transmitirte y armar una mesa de debate de café respecto a cualquier tema tratado de la forma anteriormente descripta, llegando a la conclusión de que la mayor parte de la gente que lee diarios o ve los noticieros a la mañana es para saber qué estupideces decir a lo largo del día.

Al no mermar mis ansias de leer, me satisfago con libros o revistas de diversa índole. Quien haya leído mi nota “El detestable e incomprensible hábito de la lectura” (click acá para leerla) puede haber llegado a interpretar que tengo como un “problemita” con los libros, el cual genera una merma de mi economía diaria y además, el leer, me vuelve cada día un poquito menos feliz y me obliga a replantearme mis puntos de vista y mis pensamientos continuamente, entre otras cosas. Por lo que se podría decir que, fuera de las necesidades básicas que tenemos todos, los libros son algo casi sagrado, algo con lo que no se juega, con lo que no se jode y se respeta, algo a lo que no se apela ni siquiera como último recurso aún en un juego sucio y falto de valores.

Un día cualquiera de esta semana, iba caminando con mi infelicidad ignorante a cuestas hasta que me cruzo de casualidad con un titular en un diario, del cual había escuchado algo parecido producto de conversaciones forzadas con las personas que tenía que tratar a diario, pero lo interpreté como otras de las exageradas quejas de los fanáticos en contra del gobierno. El titular decía algo así como “No se permite el ingreso de libros al país” y algo que especificaba algo así cómo “aún a los que ya se había autorizado a entrar”.

Por un lado, sentí muchas emociones juntas en menos de cinco minutos, decepción, tristeza, enojo, desánimo, etc.

Por otro lado, recordé el caso de la revista Orsai, la cual en ese momento no conocía, pero que me enteré de casualidad del mismo, y que si la hubiera conocido en ese momento me hubiera indignado un montón. En resumen, para los que no la conocen, la revista Orsai es la revista de las revistas a nivel mundial, casi libro, edición trimestral, nada de publicidad, un contenido excepcional e inigualable, y tantas cosas más que ameritan una nota, la cual próximamente publicaré. No puedo decir todas las cosas que abarca el tema, o sea, antes de criticarme esta parte, busquen bien todo lo que no digo acá y por qué una revista en gran parte argentina entraba desde afuera. Bueno, por una locura del gobierno, se les antojó no dejarla entrar al país, y fue una cosa de locos, ya que se le negaba la entrada a una revista argentina con la razón de que las cosas argentinas tenían prioridad, algo totalmente incongruente, como decir “no soy gay, me gustan las mujeres, por eso cojo con hombres” ¿? Sorpresivamente el tema estalló en Twitter, ya que la revista no tiene muchos lectores, ya que no es de muerte, destrucción, sexo, violencia, sangre, farándula, crisis, etc, pero los poco lectores que tiene, son bastante potentes, y dicho reclamo obligó al gobierno, muy a su pesar, a liberar una revista argentina, con todos los perjuicios que le podían ocasionar a las publicaciones argentinas.

Otro caso que recuerdo, y esta vez personal, es el de mi último viaje a Buenos Aires, buscando por todas las librerías porteñas un par de libros de mi escritor favorito, Paul Auster, los cuales no encontraba en ningún lugar del país. Terminé encontrando con mucha dificultad y en diferentes librerías perdidas por ahí dichos libros, y la causa de dicho desencuentro con lo que buscaba era que Anagrama, una de las mejores editoriales a nivel mundial, era distribuida por Cúspide en Argentina, y esta empresa era del Grupo Clarín, mucho más no tengo para decir, más que me sentí en el medio de un jueguito de niñitos tratando de demostrar cuál de ellos le ganaba al otro con boludeces de tontitos.

Sé que esta nota no tiene mucho sentido, o yo por estar en caliente no se lo encuentro, pero tratando de llegar a una explicación, podría decir que, por un lado, es triste seguir viendo cómo el grupito de tontitos de siempre aplaude esta medida y se ríe de los que no nos gusta, tanto creyendo los argumentos oficiales irreales e increíbles como también inventando argumentos insostenibles, cuando la realidad de la medida es otra, que para no entrar en cosas que se asemejan a la paranoia y demás prefiero ni imaginarme cuáles son, como por otro lado el no estar de acuerdo con quienes dicen que es porque al gobierno no le gusta la gente culta, ya que considero de que del total del país, muy pocas personas resultan curiosas, investigativas, lectoras no de cualquier verdura todo el tiempo, en resumen, poca gente peligrosa para el país al fin de cuentas.

En fin, algo que no se puede controlar del todo, es la tecnología, el acceso al mundo en dos segundos, por lo que preferí buscar un recurso para no darle vueltas interminables al asunto cada vez que no encuentre algo de mi agrado, y no es aceptar que me obliguen a leer lo que a alguien se le antoje, porque yo leo lo que a mí se me antoja, sino que, tal como dice el título de la nota, le doy la bienvenida a un formato del cual nunca estuve en contra, sino que siempre lo consideré como otra posibilidad más de acceso y facilidad a la lectura, como otra opción que suma, no que reemplaza ni resta. Así que aprovecho a terminar mi nota con una bienvenida en el futuro próximo, la cual sería algo así como: “Bienvenido e-book a mi vida”. (Trabame la importación de los megabytes de los e-libros que me compre después de trabarme ésta Cristina, ahora te quiero ver).

¿Querés leer el lado B de esta nota? Entra al enlace del blog “Bestyal Ware Lado B” haciendo click acá.

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