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Chetas, chotas y al pedo (y algo mas)

Estaba rascándome un sábado por la tarde y pasaba el rato boludeando en Internet. Página va, página viene, clic en un link, después en otro, minas en bolas por acá, algún video de gente que se estrola contra alguna pared mal puesta por allá, hasta que de repente llegué a un sito que me llamó la atención. Se llama “Chicas Bondi”.

La idea, al parecer de un fotógrafo porteño, consiste en capturar con su celular a las chicas que viajan en micro en nuestra gran capital, e inmediatamente y sin ningún tipo de retoque, subirlas al sitio http://chicasbondi.tumblr.com/ y al Facebook http://www.facebook.com/ChicasBondi (no quiero ser botón, pero el pajero de Conep ya se hizo fan del página).

Según las propias palabras de creador, se trata de lo siguiente: Chicas Bondi propone un punto de vista alternativo sobre la mujer, punto de vista que plantea inquietudes y críticas, tanto a nivel personal como de la sociedad en general. No tienen ni sugiere ninguna motivación o finalidad sexual ni comercial.

El método es: 1. Sin pose, ningún artificio desde la chica objeto de la foto hacia el espectador, que modifique lo que en realidad es. 2. Sin permiso, ninguna acción de mi parte que altere la escena. Tampoco hay retoques posteriores que modifiquen el entorno ni las personas que aparecen en las fotos, los efectos en las mismas son producto de la cámara y la configuración de la misma al momento de sacar la foto.

Continuando con mi agotadora investigación virtual, me entero que se ha vuelto un fenómeno que incluso ha merecido una nota en el diario La Nación y en varios medios electrónicos. Pero, después de fisgonear en cacho la página –obviamente-, doy con una polémica generada con y por las pelotudas de Hollaback Buenos Aires http://buenosaires.ihollaback.org.  Estas nabas se llaman Inti María Tidball-Binz y Ju Santarosa y se definen a si mismas como “Activistas Feministas” y luchan para poner fin al “””””Acoso callejero”””””” (así, entre muchas comillas), que viene a ser uno más de los innumerables eufemismos que inventan las feministas para hinchar las pelotas. El acoso callejero al que se refieren no es ni más ni menos que ese arte, esa  manifestación poética espontánea y popular comúnmente conocida como “Piropo”.

Ahora seguro se preguntarán ¿Qué puta tiene todo esto que ver? Bueno, el tema es que las chicas Hollaback se súper ofendieron con el sitio Chicas Bondi y le solicitaron al creador que pidiera autorización a las fotografiadas para publicar sus fotos en la página. Se armó quilombo, llegaron a un acuerdo y después el violador virtual se arrepintió y las mandó a cagar, prosiguiendo con su faena tal y como lo venía haciendo, es decir, tomando las fotos, publicándolas y ofreciendo quitarlas si alguna de las agraciadas no deseaba aparecer en la misma. Toda esta discusión ocurrió, tal como sucede actualmente,  a través del revolucionario, todopoderoso y omnisciente Facebook.

La página de estas minas es, resumidamente y en mi opinión, un fiel reflejo de la manipulación ideológica y de la utilización de los traumas, en algunos casos o, de la inseguridad femenina en otros, para hacerse pasar por representantes de mujeres que no les interesan para nada.

Y esto lo digo porque se genera un sancocho en los testimonios publicados que van desde el abuso de menores hasta el “me parece que me vio medio raro”, todo junto sin matices y producto del acoso callejero vertido por el psicópata piropeador que cosifica a la mujer y viola su espacio e intimidad con “una manifestación unilateral de deseo”.

Mi sensación es que este neo-feminismo de baja estofa, encarnado por las anti-piropo no es ni más ni menos que el viejo y conocido chusmerío de la doña-arpía del barrio,  pero ahora encarnado por pendejas de clase alta, ropa cara y con mucho tiempo libre.  Se ha generado una suerte de dogma civil que nos dice, mejor dicho, que prácticamente nos impone ser parte de algún movimiento, colectivo o como concha quieran llamarle.

La frasecita “hay que dejar este mundo un poco mejor de lo que lo encontramos”  se ha hecho carne y en lugar de ayudar auténticamente a alguien sólo ha parido un enjambre de gente que (algunas de ellas  seguro muy bien intencionadas)  cree poder cambiar el mundo abriendo Blogs y Facebooks donde poder plasmar sus ideas, pero en ese río revuelto aparecen los oportunistas que de paso tratan de captar uno que otro atolondrado para usarlo como carne de cañón, para que exponga de motu proprio su sufrimiento y después descartarlo sin más, porque “nadie lo obligó a decir nada”. 

Y Hollaback en un buen ejemplo de estos vivos o vivxs como les gusta escribir a ellxs para combatir la discriminación y el sexismo ortográfico de la ultra machista Real Academia. Ofrecen una suerte de consuelo virtual mediante la publicación de las experiencias de mujeres acosadas-piropeadas, con comentarios de apoyo el estilo “a mi me pasó lo mismo, no sabés como te entiendo” o con un botón del tipo Me gusta, pero que dice “Contá Conmigo” y demás fruslerías de ese tipo; aunque  sin duda lo más divertido y absurdo es el Google Maps de Buenos Aires donde hacen prevención señalando los lugares en los que se han producido los acosos verbales.  Entren y vean, hay tantas localidades señaladas que tapan toda la ciudad. Creer que se puede combatir el acoso del que hablan por internet es igual de ingenuo que pretender parar el micro con Twitter. 

Es la expresión más acabada de lo que podría denominarse “profilaxis política y emocional”, usan a las mujeres, las exponen y una vez satisfechos sus caprichitos de transgresión políticamente correcta, las tiran como forro usado. No son los problemas de las mujeres los que las motivan, sino su exclusivo interés en aparecer como fenómeno, de figurar, de perorar cual Che Guevara  actualizado al siglo XXI.

Que quede claro que esto no es, ni pretende ser, una condena sin cortapisas a todos los blogueros y facebookeros (hay blogs realmente muy interesantes y profesionales), pero en medio de toda la profusión de pelotudeces que florece como hongos después de la lluvia se vuelve una quimera encontrar información de calidad y la poca que hay por lo general acaba afectada indirectamente por el prejuicio no tan prejuicioso que provocan las chetas, chotas y al pedo de Hollaback. Hagamos uso y hasta abuso de las TICs si así lo queremos, pero también aprendamos que este es sólo un medio más, que nos puede informar y formar, divertir, comprometer, pero que a pesar de todo sus potencialidades es, y debiera seguir siendo, un complemento, un medio y nunca un fin en si mismo. De lo contrario, corremos el riesgo de acabar en el autoritarismo enciclopedista que se creía capaz de contener todo el conocimiento humano.

Les dejo una encuesta final, para que voten con quien están de acuerdo. Por mi parte les digo a las sensibles Hollabackianas: Déjense de romper los huevos que ya me las tienen como bolas de bowling.

Fuente de la imagen: http://chicasbondi.tumblr.com/

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