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Cuando el deseo te hace recordar

Dos semanas… Dos semanas y un día que no me toca…. Si, una eternidad para cada uno de mis pechos. Todo un Calvario para otras partes de mi cuerpo.

Ya no se si quiero dormir, cada vez que lo hago es tenerlo desnudo, todavía logro tenerlo en esos sueños mojados donde las caricias se hacen eternas, donde los segundos no se pasan, donde los espasmos de placer son aun mas intensos.

Fue una siesta larga, desperté con cosquillas en la pelvis. ¿Eran cosquillas? No lo sé, mi cuerpo ya me pedía a gritos que él lo penetrara, así como sabia hacerlo, fuerte, despacio, intenso, alocado, con movimientos de caderas alternados. Si hablamos de penetraciones, la suya era exquisita.

Me senté en mi somier, apoye la espalda en la pared, y me dedique a pensar, recordar, y hasta de algún modo saborear las imágenes que venían a mi mente del excelente sexo que él me daba.

Imágenes de todas clases, aquella vez arriba de la mesa, donde grite como nunca, donde cada embestida fue demasiado rica.

Aquel viaje improvisado, hicimos el amor todas las noches, no nos importo que fuera un micro nuestro alojamiento, no importaban las personas que ahí estaban, si nos escuchaban o si nos veían, nos enceguecíamos con nuestras caricias, sabíamos que cada beso era la gloria misma. Caía la noche, la luz disminuía, el silencio nos invadía provocado por el sueño de todos menos de nosotros. La noche era el momento donde los ojos hablan, los cuerpos actúan, y nosotros la pasábamos genial. Comenzábamos besándonos, mis manos empezaban a tocarlo, una campera tapándonos o intentando hacerlo, su pantalón abajo, su pene duro y bien parado, y mi boca cubriéndolo todo. Chuparle la pija puedo decir que es una de las cosas que mas me gusta hacer. Pene perfecto de tamaño, grosor, textura y color, una pinturita. Mirarlo mientras se la chupaba, sentir su respiración acelerada, su gesto de siempre de estirar su cuello hacia atrás, agarrar mi cabeza y apretarme contra su cuerpo, para poder metermela entera hasta el fondo, provocarme una lagrimeada de placer, pedirme mas. Si, chuparsela era riquísimo.

Seguíamos hasta que me la metía toda, sentada arriba de él. Perfecto anclaje de dos cuerpos donde la química era, todavía es, infinitamente demasiada (si ese término es aceptado).

Recordaba, recordaba y mordía los labios, un suspiro suelto en la habitación, mi mano acariciando mi pierna desde la rodilla hacia arriba. Sin querer hundía mis uñas en la piel. Me estaba pasando eso,si definitivamente mi cuerpo lo extrañaba, me moría de ganas de que el me hiciera de todo, todo lo que se le plazca conmigo.

Deseaba que me agarrara del culo mientras no deje de mover mi cintura sentada arriba de él. Que con ambas manos me acaricie los pechos, apreté los pezones, los pellizque, deseaba que me la metiera, que me hiciera la cola como solo él podía hacerlo. Enserio lo deseaba.

Sentada en mi cama, mis ojos cerrados, mis pensamientos calientes, mi temperatura aumentaba, mis manos me acariciaban. Tenia que calmarme de algún modo, opte por meterme los dedos, así, imitando la forma que el lo hacia. Lo imaginaba mirándome y metiendo uno, dos dedos, bien adentro. Yo estaba empapada, mi respiración rápida, mi cuerpo se movía , se arqueaba, el deseo era enorme .

Le escribí, le conté, le dije que me moría de ganas de que me garchara toda, que quería coger con él. Y lo organizamos. El viernes lo iba a ver, tenia que preparar algún juego entusiasta de esos que me gustaban, lencería erótica, disfraces, algo se me iba a ocurrir, pero el viernes lo iba a sorprender…

¿Continuará?

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