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Diez actitudes que son de gordo y quizás no sabías

Ser gordo señores no es solamente una cuestión estética, ser gordo y a mucha honra lo escribo, es una cuestión de vida, de espíritu, de alma, de naturaleza. Podes pesar sesenta kilos mojado e igual puede mantenerse intacta tu actitud gordística.

Podes matarte a dieta y gym, intentar disimular tus kilos de más, vestirte siempre de negro o hacerte ovo lácteo vegetariano, pero hay algo que no puede disimular ni el más aceitado y filoso Darín: el alma de gordo.

El alma de gordo es algo que no se hace, no nos podemos transformar en gordos de alma, es como pretender entrenar para ser Messi, podes ser buenísimo, incluso jugar en primera, pero jamás serás como Messi si no has nacido con el don. El alma de gordo es un don con el que se nace, es algo que se lleva en la sangre, algo indisimulable, algo imposible de esconder, es tan intrínseco a la genética que ni siquiera podemos aguantarnos las ganas. Es muy de Homero o Peter Greefen.

¿Y cómo saber si padeces este fantástico amor por las cosas ricas? He aquí una lista de pequeños detalles y actitudes que claramente te definen como un portador de AG (alma de gordo):

1- Tener stock de elementos dulces: si posees un pequeño depósito de elementos dulces, tales como alfajores, chupetines, caramelos o magdalenas en guanteras, mesas de luz, cajones del escritorio de laburo y/o estudio, alacenas o bolsillos de camperas, es un claro signo. Si el consumo de los mismos se hace en soledad e incluso con temor a ser encontrado y tener que compartir el botín, se duplican tus posibilidades. AG detected.

2- Ponerle condimentos a las papas fritas: las papas fritas son exquisitas de movida, la receta es papa, aceite y sal. Si de ahí procedes a darles un generoso baño de kétchup, mayonesa o salsa golf, estas siendo atacado por el síndrome AG. Si para colmo, el riego se lleva a cabo con la combinación de aderezos, sin dudas sos víctima del virus. También se puede ver si le ponemos más condimentos al ya condimentado lomito o si duplicamos el baño de salsa golf a la piza de palmitos. La triple ración de queso de rayar en pastas o el retruco con el dulce de leche en el flan también puede tomarse como ejemplo.

3- Cubrir los helados con una capita de chocolate: el primer síntoma del portador de AG es que jamás, pero jamás de los jamases va a pedirse un sabor tropical / de agua, como naranja o ananá (que asco). Eso es muy de alma de flaco. Dulce de leche, banana Split, frutos del bosque (que rico), todos los sabores cremosos, paposos, con chimichurri, son el blanco del infectado. Pero el claro síntoma se da cuando la persona en cuestión, además, le pide al heladero un generoso baño de chocolate, cubriendo todo el helado y dejándolo como una deliciosa roca.

4- No hay juntada ideal sin comida: ¿previa sin pizas o lomos? ¿Sexo sin cena? ¿Fútbol sin asado? ¿Cumpleaños sin sanguchitos y salchichitas con tuco? ¡A eso no se llama juntada señores! Piensa el AG. Todo evento, para que sea óptimo, tiene que ir indefectiblemente acompañado de alguna comida, como mínimo una poderosa serie de variados canapés. ¿A que nos juntamos sino?

5- Ponernos nerviosos al momento de la repartija: quién padece de AG tiene una vista de agila para poder calcular cantidad y raciones. En cuanto divisa la tira de matambre a la piza que se viene, la cantidad de chinchulines o el tamaño de la Selva Negra que se avecina, cuenta con la velocidad de un matemático la cantidad de comensales. Si intuye que las últimas raciones deberán ser más pequeñas, es capaz de escalar posición como comensal a codazos si es necesario. Ahora… si tiene la mínima percepción de que puede quedarse sin ración, llegará a actuar con violencia, hasta el punto de matar a un amigo por su parte.

6- Consume la mitad de la comida durante su elaboración: el virus es letal en presencia de alimento, así que nos podemos dar cuenta sin chances de error si la persona padece del mismo al observarlo mientras cocina. El portador de AG le da una probadita a cada una de las cosas que va introduciendo en el horno, parrilla, microondas, etc. Pretende hacernos creer que está testeando la cocción, cuando sabe cabalmente que está bien cocinado. También al momento de extraer los mismos de la parrilla, olla, disco, horno, freezer, etc. Suelen ser excelentes cocineros… así dicen mis amigos.

7- Fotos de alimentos con comentarios histriónicos: un principio de incertidumbre del diagnóstico puede darse ante un excesivo posteo de fotos de los alimentos que se van a degustar. Fotos de McDonalds, de asados, de suhis, de lo que cocinó la mamá, el novio, el papá o el amigo. Pero claramente estamos ante un portador del AG cuando las fotos son acompañadas de comentarios de excesiva felicidad, tales como “noooooooooooooo mansoooooo asaaaadooooo que delicia me muero”, “por finnnnn en McDonalds, feliz de comerme cinco como estas”, “gracias Dios por hacerme amigo del Dani que se hace las mejores paellas de Cuyo, gracias gracias, mañana camino de rodillas hasta el Challao” o simplemente “delicia total”, “alegría”, “plepálate pala entlal en mi cuelpo”.

8- Imagen fija de chori/pancho/hamburguesa a la madrugada: si a partir de las 4 de la mañana, y padeciendo el síndrome de NoMeLeNiAChu (no me levanté ni a Chuky), la persona en cuestión no puede dejar de pensar en el chori / pancho / hambur / piza / lo que quedó en la heladera de la cena de anoche e incluso llega a ponerse histérico y apurar a los amigos por retirarse con urgencia del recinto bailable, sin dudas padece del AG.

9- Se explota el plato en comida: hay un temor intrínseco en quien porta AG: perderse, por lento, alguna de las comidas y/o ensaladas y/o guarniciones que haya n la mesa. Es por ello que nos podemos dar cuenta del virus observando el lay out de su plato. Con la pericia de un ingeniero, el AG distribuye equitativa y perfectamente cada milímetro de su plato, sea del tamaño que sea, para no dejar espacio ni a una arveja. Hace de su plato un pequeño supermercado, dispuesto para abastecer su apetito. El AG disfruta cada bocado como si fuese el último.

10- Humor/estado de ánimo completamente de la mano con la morfeta: si el asado, las pastas, la piza, los lomos, la paella, el pollo al disco, los mariscos, el suhsi, el bife de chorizo, las papas fritas, el lechón, las empanadas o cualquier cosa que sepas que pronto vas a comer te ponen feliz, te hacen encarar alegre el día, te dibujan una sonrisa, o por el contrario, la polenta, el mondongo, la sopa, el colchón de verduras solo o la incertidumbre sobre el menú de la jornada te ofuscan, te ponen de los pelos, te idiotizan, claramente sos portador del AG.

Bonus track: Si has salivado más de una vez leyendo los ítems anteriores: si se te está haciendo agua la boca mientras lees las actitudes de quienes padecemos AG, bienvenido al club.

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