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El círculo perfecto

Tres sujetos totalmente iguales pero diferentes acordaron encontrarse en un mismo lugar, es así que  tres sillas envolvían la mesa de aquel solitario café.

De a uno fueron llegaron: El primero en llegar fue mi futuro; apurado e impaciente como siempre, llego adelantado al reloj. Se sentó en la silla más cercana a la ventana, pues necesitaba contemplar el panorama y decidir qué hacer con el resto del día. 

Justo a tiempo llegó mi presente. Se sentó a un costado del futuro y sin despegar la vista de las manecillas del reloj empezó a llamar al mozo. El momento era ahora y necesitaba vivirse.

Tarde llegó mi pasado. Ajetreado y sin novedades, se dejó caer en la última silla vacía. Solo saludo con un gesto de la boca a sus dos acompañantes.

El mozo llegó: El pasado pidió un añorado vaso de chocolatada, el presente un serio y fructífero café, y el futuro pidió un trago inventado por él. Trago que el mozo anoto confundido en su libreta.

Ninguno de los tres se animaba a empezar la conversación, hasta que el futuro, deseoso de aparecer, empezó a explayarse. Habló de los planes que tenia para lo que viene, habló de que todo puede ser mejor con el tiempo. Lo miró fijo al pasado y le reclamó ciertas cosas que él estaba planeando arreglar para el porvenir de los tres. Después de esto lo miró al presente y prácticamente le suplicó que si no iba a hacer algo trascendental, le diera paso a él para poder seguir adelante con sus planes. Habló sin parar y sin dar tiempo a interrupciones…habló prometiendo planes y soluciones. Solo se limitó a hablar sin escuchar. Cuando terminó su monologo, dio dos golpes en la mesa, se paró de un salto y saludando con un beso en la mejilla a sus compañeros de mesa, se marchó del bar. Los otros dos lo perdieron de vista por las calles que se alejaban del bar.

Cuando el futuro se marchó, quedó un silencio de tumba en la mesa. El dedo del pasado caminaba por la orilla del vaso de chocolatada, mientras que el café del presente se enfriaba sin ser bebido.

Después de levantar la mirada y encontrar los ojos del pasado, el presente habló. Le reclamó ciertas cosas que él ahora tenía que vivir, le reclamó los problemas acarreados desde atrás. Le pidió que solo le contara anécdotas que le hicieran bien y no aquellas que lastiman. Le pidió que se borrara para siempre. Prácticamente el presente le reclamaba su pasar al pasado.

Entre enfadado y angustiado por largar tantas verdades, el presente se puso de pie, tiró unos pesos sobre la mesa. Y se alejó para vivir el segundo a segundo.

El pasado quedó angustiado y desolado. Lo rodeaban sillas vacías así como un vació en su corazón. Intentó derramar una lagrima pero no pudo…la conciencia del pasado era mas fuerte que la de los otros dos. Se puso de pie, sonrío y saludando a todo el bar se despidió. Mientras caminaba a su solitaria casa, se acordó de que él ya había transitado por lo que sus dos compañeros habían pasado. El pasado alguna vez fue futuro y se sintió exaltado y con ganas de empezar, el pasado alguna vez fue presente y se desvivía por aprovechar cada segundo de su existir, y el pasado ahora era pasado porque era la ley del tiempo.

Volvió a sonreír y pensó en lo cíclico de la situación. Se reconfortó sabiendo que el presente se volvía pasado con el hecho de solo dar un paso al vivir, y que el futuro se volvía presente en cada plan concretado. Pero la sonrisa se le agrando aún más cuando finalmente entendió el final del círculo: el pasado en algún momento será futuro, porque siempre quedan atrás cosas que se pueden arreglar más adelante.

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