/El día que mi primo vino a una fiesta del mendolotudo

El día que mi primo vino a una fiesta del mendolotudo

Queridos lectores esta es la historia de mi primo “Matungo” nacido y criado en el campo y un día de estos se me dio por invitarlo a una fiesta del mendo. Le pedí que esta historia la cuente él, de su puño y letra, así que sepan disculpar sus “herrores” de ortografía.

La cosa fue así, yo tenía que veni pa’ mendoza por unos tramites, tonces me iba a quedar en la casa de mi tío “El Miguel” (El padre del Gurkha). Yo vivo en Santa Isabel, La Pampa, en un campito alejado de la nada, mi apodo es Matungo pero en realidad me llamo “Aurelio Tomás Villalba” tengo 38 años, que la verda’ deben ser como 41 porque mi vieja me tuvo en el campo y me fue a anotar al pueblo cuando yo ya podía caminar solo y acompañarla.

Gue, resulta che que me vine pa’ mendoza tranqui, hice los trámites que tenía que hacer, anduve paseando un poco, conocí el Maike Donals ese que te vende los alfajores de carne y todo. Como era viernes, mi tío me invito a quedarme hasta el lunes y bua que le gua a decí que no si estaba como loco yo en la ciuda.

Resulta que ese findesemana, el Gurkha tenía la fiesta del mendosonpelotudos, algo así… donde escribe pelotudece el gordo este…y me invito. Occccviamente que le iba a deci que si, si la última fiesta que había ido yo era el casamiento de la “Mary” allá en el campo, hace como 8 año atra. Bueno che y llego el sábado a la noche y el Gurkha se empezó a preparar y yo también que mierda, saque una camisa Mistral bordo que tenía como nueva che, un fargue negro que lo había usao solamente para mis 18 y para el velorio de mi abuelo, así que taba impecable, a eso sumale que en el campo no sobra la comida así que yo pesaba 65 kilos desde que tenía 15 años. Eso si, pa los pies tenía unas zapatillas “Flecha” de lona negra… fuaaa, bailaban solas esas.

Gue, antes de seguir contando, les voy a aclara que a mi me dicen “Matungo” porque entre las piernas digamos que vengo bien armado, como si tuviera un bambi recién nacido ahí colgando, una cosa increíble, he descaderao mas ovejas que cualquier otro paisano en el territorio argentino.

Se hizo la hora y encaramos pa’ la fiesta con el gordo, salimos en el taunito a full. Cuando llegamos me presento a algunos de sus amigos: el grandote del “Maldito”, el abogao del “Celso”, el “Gomur” que era medio el dueño ese y unos locos más rete guena onda comigo todos, me daban pa’ chupa a cada rato, fumaban pasto que me hacía caga de risa, un jolgorio y una jarana bárbara. Lo que si, con la música yo estaba re perdido, imaginate que en el pueblo recién el año pasado nos enteramos que el Ricky Martín había dejado los Menudo y que encima le gustaban los hombres, así que de lo que taban poniendo no entendía una jota.

¿Porque les cuento esto?, porque el cabrón del Gurkha se había charlao una gorda tetona que se llamaba “La Meli” y me decía anda a encararla si ya esta todo arreglao. Claro, el hijo de puta este, le había dicho porque me decían Matungo a mi y la gorda que era de ahí pa’ el asunto taba como loca dele mirarme de arriba abajo che, como si tuviera hambre me miraba la gorda y te voy a decí que no estaba nada mal, tenía el pelo así al viento parecía lión que lo han pasiado en moto marcha atrá, un escote que de mirarlo nomá ya se me estaba dispertando el matunguito pero yo no me animaba a sacarla a bailar por lo que te digo de la música. En eso lo veo al Gurkha que va y lo charla al dijokey y de repente siento algo que suena medio así.

“Sivasaciendo el juego es la magia del cuerpolaqueva siguiendo al cocteldeldeseo esta noche es fiesta esta noche es buena para ama ah ah ah” y arranque bailando como perro descaderao pa el lado de la gorda que me estaba dele junar el bulto.

Cuando le llegue al lao le dije:

– ¿ Baila mi reina?

– Por lo que me dijo tu primo, me parece que entra justo papá – Así nomá me contesto.

La cosa que empezamos a bailar y conversar tupido con la Meli y en una de esas me dice:

– ¿Es verdad lo de Matungo?

– Fijate pue – le contestí, y como quien no quiere la cosa me empezo a sobar el bicho che, le vieras la cara a la gorda parecía perro que le han untao el hosico con dulce como se saboreaba… y bueno, yo seré del campo, no habré terminado la secundaria, pero lerdo jamás. Me le arrimé al Gurkha y le pedi las llaves del forcito, al gordo le chupaba un huebo si estaba con un minón tremendo, así que la agarre a la Meli de la mano y encaramos pa’ la salida y de ahí al auto. Me subo del lado que maneja y la gorda del acompañante y arrancamo con el manoseo y los besos y ya le saque los melones pa’ juera y ya me agarro el bicho de sonajero che, no daba má yo, quería ponerla como chancho alquilao imaginate y le digo:

– vamo pa’ el asiento de atrá mi gorda – y en un salto de puma me mande che.

La cosa que la Meli quiso hacer lo mismo… va a pasa… se me quedo atorada la gorda hija de puta entre medio de los dos asientos, ¿podes creer? Me tuve que bajar y abrir la puerta del acompañante y le entre a sacudir empeyones desde el orto hasta que paso. Una ves atrás paso lo que tenía que pasar, el Gurkha me conto que anduvo como 18 días poniendose hielo en la tuna la Meli del ardor que le deje y que tenía ganas de ponerse un tambo con lo que le había sobrado, ¡faaaa, la embadurne carajo!

Y esa fue mi experiencia en la fiesta, cuando vino el Gurkha partio cada uno pa’ su lado, yo me volví al pueblo y nunca más la volví a ver. Por eso este año voy a volver, a ver si me ordeña un rato la gorda, pueda se que este…

 

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