En un principio había planeado esta nota para la semana pasada, pero me emocione tanto pegándole a los que detractores de las pelis de superhéroes que la nota termino volviéndose una crítica de esa gente que cree no tener mal gusto (por si no la leíste, podes leer la nota acá). Ya con eso fuera de mi sistema puedo profundizar en un tema que quería explorar hace rato, y en el que los tipos con los calzones al aire son una forma muy linda de empezar.Reconozco que vivimos en la era del Imperio de Disney y la fiebre por las franquicias millonarias, pero cada una de sus historia (o su mayoría) trata de hacer algo más que vendernos juguetes.
Hay una tensión de fondo, una serie de ideas o lugares muy interesantes a explorar. Aclaro que no podré hacerlo con cada una de las pelis o personajes sin que la nota se vuelva una tesis de doctorado, por lo que elegí a los que a mí gusto resultan los más interesantes.
De sobra falta decir que hay spoilers, y muchos…
Antes de empezar conviene que aclare un poquito de teoría; prometo ser breve. Una buena narrativa (desde una peli o libro hasta un videojuego) se encarga de contar dos historias: una superficial, en donde se desarrolla la acción y los personajes; y otra más profunda, que opera a nivel simbólico y que trata de transmitirnos algo. Eso es lo que distingue al Padrino de la anécdota de tu tío cuando viajo a Italia. Hay una intención, un mensaje que debe y puede contarse. La forma en que se hace y en la que ambas historias se tocan varía según el autor: puede fallar en su primer nivel (por ejemplo en Crepúsculo, donde tratan de hacernos pasar por amor una relación tóxica) o donde la primera historia se deja llevar por la segunda, cayendo en una de esas pelis donde todos lloran, hablan a la cámara y fuman (casi siempre en francés o en alguna lengua eslava).
Narrar mal es como hablar a los gritos: o no sabes que decir o es que sos un maleducado.
Ya con eso fuera del camino, empezaré con el responsable de abrir el universo cinematográfico de Marvel, Iron Man. En sus dos primeras pelis, Tony es prácticamente un Elon Musk de la ficción, una especie de Prometeo victorioso. Tranquilos, paso a explicar: Prometeo es una figura mitológica responsable de crear a los humanos y robar el fuego de los dioses, dárnoslos a nosotros y así volvernos la especie dominante del planeta. Por ello los dioses lo castigaron encadenándolo a una roca y dejando que un águila se alimentase de su hígado por toda la eternidad.
Los románticos rescataron a Prometeo como la de un héroe trágico o incomprendido, un ser con un poder divino que es condenado a sufrir por compartirlo con los demás. ¿Pero porque entonces dije “triunfante?. Acá aparece Ayn Rand, una escritora ruso-americana de panfletos de autoayuda para empresarios. En sus historias (bah, ladrillos de páginas que ella llamaba “novelas”) los hombres de negocios son seres de una originalidad tan incontrolable y única que la sociedad solo quiere o limitar, o arrebatársela. Esto sucede en la adaptación más famosa de uno de sus libros, El manantial, donde Gary Cooper interpreta a un arquitecto que decide dinamitar su propio edificio antes de seguir viendo como el gobierno o hasta sus propios inversionistas corrompen su visión original. Cabe aclarar que en el proceso muere gente, pero el tipo es un copado dando discursos de dos horas y zafa.
En el caso de Tony, sus dos primeros antagonistas son sujetos que quieren utilizar la tecnología de Industrias Stark (su compañía) con obvios fines maléficos. Ambos son eliminados por no comprender como funciona la tecnología que querían robar, ya que solo es su creador el que sabe cómo utilizarlos correctamente. Incluso lo muestran asistiendo a una audiencia en el Congreso para mostrar como esos políticos inútiles tratan de ponerle una correa a un genio como el de Tony. Pero hay una salvedad; después de Avengers, y en especial de la peli de Ultron, Tony toma otro giro en su personaje. Los vicios asociados al genio creativo (como el alcohol) lo llevan al borde de la destrucción, junto con otra destrucción física de la que fue testigo en New York. Se vuelve más precavido,piensa un poco más sus decisiones y se preocupa no solo por su jermu sino por el mundo y su futuro. El atrevido entrepreneur aprendió sobre responsabilidad social, y por eso se vuelve el principal promotor de los Acuerdos de Sokovia que dan inicio a esa linda pelea contenida que es Civil War. No por algo es el personaje más redondo de la franquicia, al que vemos triunfar a lo grande y fallar en más de una ocasión, lo que como audiencia disfrutamos tanto como su sarcasmo.
Es por eso que Disney aprovechó su muerte en End Game para marcar a nivel emotivo el fin de una era (y de paso dejar de pagarle tanto dinero a Robert Downey Jr), una jugada planeada desde casi el principio cuando decidieron que su padre se pareciera a una versión menos antisemita de Walt Disney, con todo eso de armar un parque del futuro que Tony trata de organizar en Iron Man 2.
Del otro lado del espectro de personajes, tenemos uno que nunca cambia y por eso lo amamos tanto. Steve Rogers, o el Capitán América. Este personaje nació en 1940 como parte de la propaganda yanqui contra los nazis, algo que en su primera cinta no dudan en mostrar: el capitán es la excusa perfecta para levantar la moral, vender bonos de guerra y ver a alguien darle su merecido a la cara de Hitler. Sus dos pelis en solitario son dos de los géneros que más amaban los yanquis para mostrar lo bueno que eran ellos y lo malo que eran los otros: la primera es una película de guerra y la segunda es un thriller de espías. Un personaje tan perfecto y con tan buenos ideales debería resultarnos aburrido, pero gracias al carisma en la interpretación de Chris Evans y a la ingeniosa mano de sus guionistas el personaje se volvió un favorito entre los fans. Y es que 80 años bajo el hielo no lo volvieron un viejo choto, sino un humilde “pez fuera del agua” como le dicen en literatura, alguien que no está en su ambiente de comodidad y debe aprender a relacionarse con sus nuevas circunstancias. Eso les permitió utilizar ese optimismo de la generación del 40 sin todas las otras ideas que serían problemáticas para una audiencia moderna, volviéndolo el termómetro moral con patas de los EEUU, un país que como Rogers atraviesa una etapa de cambios e inestabilidad y en la que es necesario que nunca renuncie a sus ideales que le dieron vida (bah, eso piensan por lo menos los propios yanquis, pero es lindo verles imaginar eso).
Un par de cortitos antes de cerrar: Thor, hijo de Odín y de Jack Kirby, comenzó siendo un Capitán América pero mal echo, donde su incapacidad para adaptarse a la vida humana “normal” era desperdiciada por no saber si mofarse o aplaudir su galantería y terquedad. Ni siquiera sabían qué hacer con él, por lo que tiraron del tropo del conflicto entre dioses y lo llevaron a su equivalente más cercano, el del drama shakesperiano con todas esas maquinaciones de poder y traición en el propio seno de la raleza familiar. Hasta contrataron para dirigirla a Kenneth Branagh, un reconocidísimo actor y director de cintas de Shakespeare (que todos conocemos por su interpretación de Gilderoy Lockhart en Harry Potter). De todo ello por lo menos salió Loki, y en la peli 3 encontraron la forma de hacerlo gracioso y poderoso a la vez.
Y si de poderosos se trata, también está al increíble Hulk, protagonizando la única película del Universo Marvel echa por otro estudio (y por eso, la peor). No me interesa para nada explorar su peli en solitario, pero el personaje me fascina tanto que no puedo evitar meter un pequeñito comentario. Advierto que después de decirlo será una cosa muy obvia, pero ahí va: Hulk es una adaptación no oficial del Dr. Jekyll y Mr. Hide. Escuchen: un hombre de ciencia que por sus experimentos sufre de una afección en su personalidad y cuerpo que lo llevan a comportamientos incontrolables que tarde o temprano lastiman a los que lo rodean….
¡Son lo mismo, che…!
Casi; en el relato original los poderes de Mr. Hyde provienen de la mente, ese lugar previo en el que Freud después se haría un festín de traumas. EnHulk ya hablamos de un nivel aún más oculto, el celular o incluso molecular, algo acorde a la era atómica, una potencialidad que desprende la luz más brillante y la sombra más oscura sobre la humanidad. Además para Stevenson, el Dr. Jekyll es un ser enfermo que solo pudo escapar del mal de su interior recurriendo al suicidio. Para suerte de Banner en la peli lo muestran intentando primero dominar esa fuerza por medio de meditación y con una vuelta al noble salvaje, llegando al final a aceptar que debe coexistir con esa fuerza caótica y a la vez creativa. Por eso dijo el ya tan famoso “siempre estoy enojado”.
Para terminar, mi favorito personal: Guardianes de la Galaxia. La futura trilogía (por ahora solo hay dos estrenadas) del universo Marvel se ambientó en el espacio del universo de sus comics, un lugar nunca antes explorado por las películas y muy ignorado por el público en general. En vez de tratar de meterse de lleno en la ciencia ficción especulativa como en su momento trato de hacer Jack Kirby (el responsable de crear con Stan Lee a la mayoría de personajes), los productores decidieron ir por un camino distinto y no por ello “simplón”: necesitaban la excusa para juntar a cinco personajes prácticamente desconocidos para comenzar a explorar el tema de las gemas del infinito, y la space opera resulto ser el camino.
Si el término te suena, es porque Star Wars es la campeona del género, basado en aventuras sencillas y populares entre las estrellas sin entrar en todo el mambo de los propulsores cuánticos o de la comunicación con formas de vida no basadas en el carbono. Ya fuera del planeta tierra y sus pretensiones de “realismo” pudieron jugar con los colores, música y escenarios de una manera “original”, (que en estos tiempos es reciclar un poco los libros de estética de los 80s) que otras pelis no tardaron en adoptar, como Ragnarok o con la futura Wonder Woman 1984 en el universo de DC). Ya con la ambientación fuera de la ecuación, solo faltaban los personajes y por sobre todo, la manera de hacer que se mantuvieran juntos. Aprovechando que ya andaban con lo del tema de los 80s decidieron utilizar un tropo muy común de sus pelis, el de la familia. Pero ojo, no la familia blanca y cristina que te votaba a Reagan, sino la nacida por la propia decisión y que requiere de un constante trabajo para mantener junta. Cada uno de los personajes está marcado por el dolor y la disfuncionalidad, hasta por el odio propio. El mensaje de la peli es uno de esperanza y optimismo, de aceptar el dolor y lo imperfecto de cada uno en un mundo más parecido a un collage que un espejo. Esta tan bien desarrollado y llevado adelante que nunca creí llorar viendo una peli sobre un mapache y un árbol parlanchín.
Todo este mensaje de diversidad de visiones y cositas lindas contrasta con la visión rígida de los propios villanos, que a tales fines son figuras casi místico: en la uno un terrorista religioso y en la dos un Kurt Russel vuelto un dios que quiere expandirse por el universo usando a su hijo, Peter Quill, un literal Jesucristo vuelto un crio engreído y cuya madre aducía que su padre era un ángel, un ser de luz. Si no te suena el cuento te conviene volver a visitar los domingos a tu congregación más cercana.
Así llegamos al final. Me quedaron muchas otras pelis por explorar, pero la nota iba quedando larga y la vida es muy corta para solo hablar de superhéroes. Cualquier cosa, siempre habrá espacio para una segunda parte.
Muy buena nota. Esperaremos la segunda parte expectantes!!