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Esclavos contemporáneos (octavo capítulo)

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El médico solo dijo unas pocas, pero aliviadoras palabras – El paciente Mesina, Genaro se encuentra estable. La Intervención quirúrgica salió como se esperaba y no hubo ningún tipo de contratiempos. Pero por precaución debo realizar estudios para saber cómo evoluciona, tendrá que quedarse un tiempo aproximado de 72 horas según lo que se estima. Gracias a todos por colaborar con el paciente en este momento, si quieren pueden descansar y mañana a mediodía podrá recibir visitas – Todos respiraron con un gusto de alegría y consuelo. Aprovecharon para poder recuperar fuerzas y volver a verlo lo más pronto posible.

***

Esa mañana el viejo Mesina descansó en aquel hospital. Cuando despertó se sintió confundido y algo dolorido, no supo en donde se encontraba hasta que su compañero de habitación, al cual no conocía, le respondió…

– Estamos en la habitación 32, tuviste un pequeño problema, pero tu amigo te trajo y se hizo cargo de todo en cuestión. Seguro estas un poco dolorido por la operación, pero es normal. Descansá un poco – Genaro quedó perplejo por la respuesta de aquel desconocido. Se tomó unos minutos para ver el entorno, coordinar pensamientos, hacer memoria, pensar que fue lo último que hizo antes de llegar ahí. Pero nada, apenas podía coordinar unas ideas vagas y poco claras. Se tomó un par de horas para dormir, luego despertó y vio a su viejo amigo a su lado derecho sentado en una silla, era Mariano. Sus ojos estaban cerrados como si se hubiera dormido haciendo guardia para cuidarlo, no quiso molestarlo y lo dejo descansar. Y el también cerró los ojos.

Los doctores luego de que descansara un poco le contaron todo lo sucedido, le explicaron todo lo que su amigo hizo y que debía quedarse unos días para hacer controles y poder darle el alta. Genaro no era muy amante de los hospitales ni las clínicas, tenía pocos y malos recuerdos. El olor a alcohol y agua oxigenada les recordaba situaciones poco agraciadas que les tocó vivir a su familia. Mientras esperaba sus resultados aquel desconocido con quien compartía la habitación lo escuchaba cantar algunos tangos que la enfermera solía poner. De algún modo le alegraba un poco su estadía y sirvió para romper el hielo entre ellos, Mesina era buen oyente de los clásicos de Gardel y Astor Piazzola.

Ambos conversaron durante varias horas, se hicieron muy amigos rápidamente. Esa persona de unos 15 años menos le recordaba mucho a él en su momento. Su nombre era Gabriel, tenía 51. Se encontraba internado esperando un donante de riñón, su situación era bastante delicada, aunque siempre su humor era el mejor, pese a sus problemas de salud. Le contó que tenía unos hermanos que vivían afuera, su esposa había fallecido hace 3 años y su único hijo no tenía muy buena relación luego de una discusión. Ambos entablaron charlas sobre sus respectivos hijos, encontraron muchas cosas en común.

Luego de unos días el médico de Mesina se sentó junto a él para explicarle sobre su situación. Le dijo que los estudios le habían salido como esperaba, pero que habían detectado una anomalía, algo que no esperaban pero le iba a cambiar su vida drásticamente. Le dijo que habían encontrado un tumor de hace vario años situado en los testículos y que sufría de un cáncer al cual le estimaban unos 8 meses de vida. La noticia lo agarro por sorpresa…

Continuara…

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