/Fué Foul: “La luna y la marea”

Fué Foul: “La luna y la marea”

La casa de Teresita no tenía un balcón a la calle, ni muebles impecables, ni nada comprado recientemente. La ventana del living daba a un patio interno que ella había vestido de malvones bien regados. Las cortinas viejitas tenían cuidadosas guardas zurcidas a mano, bastante prolijas, aunque lo que ahora parecían tenues colores pastel eran en realidad resabios de colores deglutidos por un sol ajeno a ese lugar, seguramente de donde eran originariamente esas cortinas. La mesa ratona eran tres cajas de maderas divertidas para un living moderno, pero que en ese escenario escaso solo hablaban de necesidad. Un sofá viejo, de forma vieja, de género viejo, de colores viejos, una mesita de fórmica marrón clarito con vetas falsas sostenía una lámpara llegada de un lugar totalmente diferente a este. Dos láminas colgaban de la pared, una en blanco y negro de Los Beatles, y otra de una locomotora detenida en el medio de una selva, asomada a un barranco imponente, con la leyenda “Se hace camino hasta donde se puede, y cuando ya no se puede, relájate y disfruta”.

“¿Qué hacés acá, Marcos?”, me preguntó Teresita, y ahí me di cuenta de que estaba muerto de miedo. Sacó dos vasos de una alacena irrecuperable de tanto uso, los apoyó en una mesada de madera terciada con las esquinas reventadas de agua, golpes y décadas de harina y huevo, abrió la heladera, sacó jugo y me miró.

– No tengo otra cosa para ofrecerte.

En mis manos las rosas parecían disecarse a cada segundo. Sentía que si las apoyaba sobre cualquier lugar florecerían y echarían raíces. Todo en esa casa era la foto de una vida, cada mueble podría sentarse a contar lleno de entusiasmo cómo se las ingenió la Tere para quedarse con él. A pesar de su pobreza todo estaba ordenado, todo estaba impecable. Era una pintura monumental de una mente viva, hecha con lápices y crayones.

– Tere, pensé mucho en lo que me dijiste en el club. La verdad que…

– Al pedo, Marcos.

La miré sorprendido.

– ¿Cómo al pedo? –le pregunté.

– Sí, Marcos, al pedo. Esa misma noche me di cuenta de que ya no quería ese papel en mi vida. Después de que te dije aquello en la oficinita del club, cuando te hice el masaje en la pierna, me di cuenta de que te dije lo único que esperaba que dedujeras vos. Ya lo había dicho, ya era tarde. Ese era el sentimiento que estaba convencida reconocerías enseguida, pero lo dije yo antes. O después, después de que no lo dedujiste nunca.

– Pero ¿qué pensamiento?

– Cuando te dije que quería que si pasaba algo entre nosotros sería por iniciativa tuya…

– Pero, Tere, ¡acá estoy! Hoy durante todo el día estuve con la Elisa en el Parque y no pude hacer más que mirarla, observarla, sentirla y al final del día, sin darme cuenta, yo ya sabía que la Elisa me gustaba, pero que yo quiero estar con vos, conocerte a vos… Hoy a la tarde no pude irme del Parque sin hablar con la Eli, porque yo ya no tenía dudas.

– ¿Hablaste con la Elisa? ¿La dejaste?

– Sí, esta tarde. Nos estábamos yendo y me preguntó qué me pasaba. A la segunda vez que me lo preguntó me pareció que no iba a poder ocultarlo nunca más en mi vida. Pero no sabía cómo explicarlo. Le dije que realmente era muy linda, que era una mujer extraordinaria, que no tenía ningún reclamo que hacerle, nada, pero que… que a veces no se trata de lo que somos, ni lo que sabemos, ni lo que buscamos, sino que se trata de lo que sentimos. Algo así como la marea y la luna, que parecen cosas tan diferentes entre sí, y sin embargo todo un mar reacciona a la belleza de un lejano disco blanco en la noche. Y muchas veces nos pasamos buscando quién nos haga subir y bajar la marea, y encontramos diques, andamos en otras aguas, nos metemos en canales, hasta que arriba en el cielo aparece ella, la luna, y sin entender mucho más reaccionamos…

– Decime que no fuiste tan hijo de puta de decirle que te venías a buscarme, de que la otra mina era yo…

– ¿Hijo de puta…?

– Sí, decime que no le diste ese golpe bajo…

Golpe bajo. Las mujeres tienen códigos que los hombres no vamos a comprender nunca. Un hombre prefiere siempre la verdad, la cruda, la que duele ahora pero que después aclara todo. La que ordena la devastación y marca por dónde sigue el camino. La mujer, en cambio… o Teresita mejor dicho, me preguntaba si yo le había ocultado a la Elisa la razón por la cual la estaba dejando… La Tere me preguntaba si yo no le estaba dando la llave para que ella pueda entender qué pasó, qué cosa cambió de pronto… Y sin embargo lo preguntaba como una obviedad. Yo me daba cuenta de que ese no era un código propio de la Tere, sino una norma femenina de supervivencia. Sea lo que sea, tenía que responder. Las rosas secas de savia empezaban a beber de la transpiración de mis manos.

– No le iba a mentir.

– Ah, bueno… Sos un forro, Marcos. Un recontra forro. La gente te importa un huevo.

La Tere agarró uno de los vasos con jugo y lo vació en la pileta.

– Tere, ¿cómo le iba a ocultar el motivo del por qué estaba terminando con ella?

– No es ocultar nada, Marcos. Ella lo va a saber tarde o temprano. Pero para una mujer, que la dejen por otro es tan duro como que a un hombre lo dejen por ser un choto en la cama, pelotudo. ¡O peor…! ¡O peor que eso, Marcos!

– Tere, no sé, no sabía…

“Sí, lo sé, Marcos”, dijo la Tere, y le dio un sorbo amargo al jugo de manzana dulce.

– Andate, Marcos.

– Tere, esperá. Yo…

– Marcos, andate. No lo estoy decidiendo ahora. Ya lo decidí el último día que te vi. No quiero estar con vos. Creí que eras diferente. Me equivoqué, Valencia.

Tomó otro sorbo más.

– Y menos después del golpe bajo que le diste a la Eli. Como si ella fuese una heladera, una persona que no siente nada… No me interesás en lo más mínimo, Marcos –su voz iba creciendo, separó su cadera de la mesada donde estaba apoyada-. Me da bronca haber perdido el tiempo creyendo que eras un tipo distinto. Me parecés un forro, patético, un imbécil, ¡el más pelotudo! –y lo dijo- Ojalá hubiese perdido mi tiempo con Traviata. Él al menos hubiera sabido hacerme sentir una mujer. Andate, Marcos.

Y fue hasta la puerta de entrada y la abrió. Yo no tenía respuestas, nunca me había preparado para aquel “al pedo” inicial. Todo salió mal.

– Tere, tal vez estuve pésimo con la Elisa, pero vos estás siendo muy cruel conmigo.

La Tere reventó en una carcajada dolorosamente real. La había visto reírse muchas veces en el club, y pocas veces rió de una manera tan expresiva y suelta como detrás de esa puerta y con su vasito ridículo de jugo.

– ¡Seguro, Marcos! Para mí un pelotudo no merece el más mínimo respeto. Y tampoco creo que la Elisa sea una pelotuda, bah, aunque para vos tal vez sí lo sea…

– Pero ¿por qué estás tan enojada?

– ¡Porque me equivoqué, porque estoy enojada conmigo misma, porque perdí el tiempo, porque sos un cagón, Marcos! ¡Sos-un-cagón! Te vas.

El “sos un cagón” me quedó retumbando un rato en la cabeza. Incluso el “te vas” que me dijo antes de atravesar el umbral de la puerta se mezcló con un mareo extraño, una sensación de estar perdido en una ciudad desconocida en el extranjero. Caminé sobre baldosas invisibles en una calle sin dirección. En una tarde había perdido todo. En una tarde dejé a la Elisa y perdí a Teresita. Y todo sin explicaciones claras, sin pensar… ¿Quién fue el inventor de la frase pelotuda que dice que hay que seguir al corazón? Esa frase es para las minas.

Doblé en cualquier esquina tal vez con la férrea idea de perderme para siempre, hasta que algo se iluminó en mi mente. Un destello, una luz me iluminó los ojos de la conciencia. Una luz calma, la misma que me mimó siempre que las cosas estaban bien. La misma luz que me regalaba un felicitado. Algo había hecho bien, pero parecía imposible. No podía relacionar tanto caos con algo bueno. La luz se hacía más intensa y una sorpresiva euforia iba creciendo dentro mío. Sí…, sí, empecé a entender todo. Bueno, tal vez la frase de que hay que seguir al corazón también es para hombres. Tal vez es la clave de la vida.

Definitivamente algo había hecho bien, y yo recién estaba empezando a entender de qué mierda se trata todo este tema del amor.

(Continuará…)

NDR: Por problemas en el hosting (que en teoría ya están resueltos) se borraron todos los comentarios desde el Martes 15 de Noviembre de 2011 al Domingo 20 de Noviembre de de 2011. Un millón de disculpas a nuestros seguidores.

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