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God save the queen

Siempre que escribo sobre personas a las que admiro, aparece el miedo de caer en la obsecuencia y esta vez no es la excepción.

Zanzíbar es una isla que pertenece a lo que hoy es Tanzania. Ese fue el lugar en el que se escuchó por primera vez el llanto de un niño al que llamaron Farrokh.

A medida que iba creciendo, la gente a su alrededor intuía que tenía un “aura” especial. Fue uno de sus tutores el que descubrió un poco del talento que Farrokh tenía y lo impulsó a tomar clases de piano (instrumento que; según dicen; tenía a la cabecera de su cama y aprendió a tocarlo acostado y al revés, por si la inspiración surgía mientras dormía).

Al poco tiempo, ya totalmente interesado en la música y todo lo que tuviera que ver con el arte escénico, formó su primer banda. La llamó The Hectics, que si bien hacían una especie de rock and roll, poco tenía que ver con las primeras influencias que derivaban, por supuesto, de la música hindú ya que sus padres eran un matrimonio persa.

Freddie, ya había adoptado ese apodo, estudiaba en Bombay y cuando finalizó ahí, se volvió a Zanzíbar. En 1964, la isla (colonia británica hasta el momento) se vuelve un estado independiente y los africanos hacen una especie de revolución en contra de la comunidad británica, por lo que deciden viajar e instalarse en el Reino Unido.

Ya instalado, ingresa a la universidad a estudiar Diseño Gráfico. Durante su paso por la facultad conoce a los que luego serían sus compañeros en Queen: Brian May y Roger Taylor que, para ese entonces, tocaban en una banda que se llamaba “Smile”. Freddie va a los ensayos y se convierte en un gran fan.

Antes de recibir la invitación de sumarse a esa formación, Mercury (ese apellido lo adopta por Mercurio, el mensajero de los dioses) prueba suerte en otros grupos, hasta que decide finalmente unirse a Roger y Taylor. Luego se incoporaría Deacon como bajista.

Es el mismo Freddie el que los convence de rebautizar al grupo con el nombre con el que luego serían reconocidos mundialmente: QUEEN. No sólo eso, sino que también diseña el logo incluyendo los símbolos del los signos zodiacales de los integrantes.

De ahí en más, hacen música. Música de todos los géneros posibles, pasando de canciones como “Bohemian Rapsody” hasta “ We will rock you”.

Pero, a pesar del virtuosismo del resto de los integrantes, es en Freddie, el gran frontman de todos los tiempos, donde se centra toda la atención.

Una puesta en escena única, vestimenta transgresora con cambios notables desde que estuvo en pareja con su novia, hasta la ruptura con la misma, dando lugar a las especulaciones sobre el cambio de su orientación sexual.

Una vez alcanzado el estrellato y con un poder adquisitivo importante, Freddie no escatimaba en gastos en lo que a fiestas se refería. La prensa se centró en inmiscuirse en su vida privada y en sacar conclusiones sobre su agitada vida sexual.

En la década de los 80´s poco se sabía del virus del VIH, y los prejuicios y la condena social, hacían aun más pesada la carga que debían llevar quienes padecían la enfermedad.

Mercury decide realizarse estudios médicos al enterarse de la muerte por causa del SIDA, de algunos de quienes fueron sus “amantes”. Los médicos le informan que era seropositivo.

Y acá es donde hago un paréntesis para resaltar la ENTEREZA con la que llevó su enfermedad.

Siempre fue reservado y mantuvo su personaje hasta último momento. Nadie, excepto su pareja y su manager, sabía lo qué llevaba a cuestas. Y aún así continuó con su carrera musical, plasmando de talento cada composición, regalando su inigualable voz a los millones de fans que tenía alrededor del mundo en cada presentación.

Las especulaciones siguieron.

No importaba que todos los músicos de la época coincidieran en que Freddie era muy amigo de sus amigos, no importaba la generosidad, no importaba que su impronta sobre el escenario no haya sido superada por ningún otro hasta el día de hoy. No, no importaba que fuera dueño de una voz de barítono con la que cantaba como tenor y poseía una vibración subarmónica que le permitía producir sonidos llevados al límite sin ningún esfuerzo.

Sólo importaba con quién convivía, si estaba enfermo y cómo se había contagiado.

Él siguió ocultando su enfermedad hasta 1989, donde se lo comunicó a su familia, pidiéndole por favor que no lo compadecieran y que había decidido seguir viviendo su vida como siempre. Aunque ya en 1988, cuando cantó con Monserrat Caballé (a quien adoraba y por la cual sentía una admiración inmensa), fue la última vez que se lo vió en un escenario.

“Por dentro mi corazón se está rompiendo, mi maquillaje puede estar descascarándose pero mi sonrisa siempre está”

Tal vez haciendo justicia a esa estrofa de “The show must go on” es que Freddie decide continuar con la grabación de Innuendo hasta que sus fuerzas se lo permitieran.

En las pocas apariciones públicas que sucedieron luego, se podía ver la desmejora en su apariencia. Finalmente decide recluirse por completo en su casa de Londres, dónde era acompañado sólo por su círculo más íntimo.

Muy débil, sin poderse levantar de la cama, se llenó de valentía y decidió por fin hablar y decirle al mundo lo que todos sabían pero que nadie se atrevía a pronunciar. El 23 de noviembre de 1991, escribe una carta donde anuncia que padece SIDA.

Fue un festín para la prensa amarillista, pero también un ejemplo de que se puede seguir con dignidad hasta el final para quienes convivían con la enfermedad y el estigma de saberse seropositivos.

Al día siguiente, la estrella con la que había nacido y que se había estado opacando, estaba volviendo de a poco hacia el cielo y se llevaba consigo la vida de Mercury.

“Cuando murió y entré a la habitación, lo abracé y lo llené de besos. Le dije que lucía radiante. Radiante como alguien que por fin había dejado lo malo atrás” fueron las palabras de su compañero de vida.

Radiante, como la corona que llevó y llevará en su cabeza.

Dios salve a la Reina, a la REINA eterna.

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