/La verdadera historia de Caperucita y el Lobo

La verdadera historia de Caperucita y el Lobo

De pronto volví a la realidad, segundo Domingo de Agosto, Día del Niño, recuerdo aquellos años hermosos, donde papá nos hacia laburar en lo que fuera, mamá nos cagaba a varillazos si nos portábamos mal, y si nos portábamos bien también así no nos relajábamos.

Hoy prometo una nota sin malas palabras, una nota dirigida a ellos, a los Niños…

Algo digno de leer, y una gran investigación realizada con mi equipo, para desmitificar una historia que hasta ahora se conoce en forma errónea, NO, no es la historia de Domingo Sarmiento, es la verdadera historia de Caperucita y el Lobo. No sé que me hago el misterioso si ya lo leyeron en el titulo.

Dejo en claro que la siguiente información fue seriamente investigada y seleccionada, cualquier parecido con la vida real o con la novela Dulce Amor es mera coincidencia.

Como así también es dable informar que el texto no posee malas palabras, el mismo has sido sutilmente adaptado a un texto de interés general.

Narración:

Cuenta la verdadera historia desarrollada en el interior del bosque del parque San Martin, una mañana de primavera, cuando caperucita, una nena de 16 añitos, se dirigía a la casa de su abuelita, canastita en mano, quien sabe que llevaba en ella, nunca lo encontramos en los libros de historia medieval.

De repente divisa atrás de unos arbustos una sombra negra que se movía lentamente…

Caperucita – Sal de ahí Lobo malvado que ya te vi, estás detrás de esos arbustos.

Lobo – ¡¡Ufa!!

El voraz animal rápidamente se esconde detrás de un árbol.

Caperucita – Sal de ahí Lobo malvado que ya te vi, estás detrás de ese árbol.

Lobo – ¡¡Pasumecha!!

Rápidamente se corre hacia atrás de unas rocas.

Caperucita – Sal de ahí Lobo malvado que ya te vi, estás detrás de esas rocas.

Lobo – ¡¡Pero la prostituta progenitora que lo dio a luz, ya no se puede defecar tranquilo en este bosque!!

Caperucita – Perdón Lobito, no sabía que estabas mal de la panza.

Lobo – Si, es que hace un rato me comí a una caperucita verde.

Caperucita – Apa che.

Lobo – ¿Y a dónde vas Caperucita?

Caperucita – A lavarme el bota guiso al rio.

Lobo – ¡Mamita, como ha cambiado este cuento! Te hago una propuesta ¿Vamos detrás de esos arbustos?

Caperucita – No señor Lobo, a mi mamá no le va a gustar.

Lobo – que no le va a gustar, si le encantó a la señora mayor compuesta de materia fecal esa.

Caperucita – ¿Por qué hablás tan formal?

Lobo – Es que este cuento puede ser leído por menores y no debe llevar malas palabras.

Caperucita – Hu me fui a la defecación, dije vota guiso.

Lobo – Yo la remo, una adivinanza. “¿Por qué Caperucita no vuela?”

Caperucita – No tengo idea.

Lobo – Por que se la come el Lobo del aire.

Caperucita – Sigamos con la historia mejor.

Lobo – Dale. Pero el próximo acto es donde te hago el…este…bueno, digamos la cochinada.

Caperucita – ¿Y cómo hacemos para que no suene feo?

Lobo – Hagamos así, para empezar yo te doy un caramelito si me das un besito.

Caperucita – mejor dame toda la bolsa y te succiono el miembro viril masculino.

Luego pasó lo que tenía que pasar, hicieron cosas de grandes, plantaron la semillita, la que el Lobo empujo con la punta de su…cuando sean más grande se los digo.

Caperucita – Ahora voy a ir con mi abuelita a decirle que me hiciste la cochinada tres veces.

Lobo – Pero si solo te la deje quietita una sola vez…

Caperucita – ¿Qué ya te vas…?

Luego de cuatro al hilo, Caperucita se fue por el bosque cantando una canción de Miranda.

En el camino se encuentra a Heidi.

Heidi – Caperucita, ¡Qué sorpresa verte! ¿Pero, no te había comido el Lobo?

Caperucita – Hola Heidi, no, el Lobo nunca me comió, es que Anto que escribe la nota a veces se confunde la letra G con la M.

Heidi – ¿Perdiste tu virginidad con el Lobo?

Caperucita – Así es.

Heidi – ¡Bueno, rápido, chupate un limón!

Caperucita – ¿Qué, eso me devolverá mi virginidad?

Heidi – No, solo te sacará esa gran sonrisa que tenés en el rostro.

Nuestra niña mimada continúa su viaje hacia la casa de su abuelita. Encuentra a la abuela en la cama casi exhausta, al lado de la misma un tipo grandote, en calzoncillos y con la camisa desprendida, el que al ver a caperucita sale corriendo.

Abuelita – ¡Gracias Míster Musculo!

Caperucita – Hola abuelita.

Abuelita – Hola Caperucita, dame un besito

Caperucita – ¡Chuick!

Abuelita – ¡Que baranda a productos lácteos que tienes nena!

Caperucita – Y vos, que manos tan grandes que tienes.

Abuelita – Son para tocarte mejor.

Caperucita – Y que orejas tan grandes que tienes.

Abuelita – Son para escucharte mejor Caperucita

Caperucita – Y que boca tan grande que tienes.

Abuelita – Es que tu abuelito calza 46.

Caperucita – Y que nariz tan grande que tienes.

Abuelita – Bueno al final ¿a qué viniste? ¿A criticarme? ¿Vos que te pensás? ¿Qué sos perfecta?

Caperucita – Abuelita, si me tratás así mejor me voy con el lobo.

Abuelita – ¡Pero andate pendeja puta del orto! ¡Hacetela plantar!

Y así termina esta Maravillosa narración, basada en una historia real. ¿Qué vueltas que da la vida, no? La lucha, la insistencia y los valores de estos personajes, doblemente maravilloso…

Yo los dejo hasta mi próxima nota, chau chau, ahora me voy a tomar un vinito.

(Never mind, I’ll find someone like you, I wish nothing but the best for you, too… ? ? ?)

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