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Lo que callamos los mozos

Ser mozo es uno de los laburos más comunes y elegidos entre jóvenes y adultos, pero hay una realidad que solo las personas que en algún momento de su vida se dedicaron a esta rama de la gastronomía lo saben con exactitud, y es torturante.

Si bien hay muchísimos lugares en Mendoza con diferentes temáticas donde podemos encontrar mozos trabajando, todos tienen algo en común: una paga de mierda. En la mayoría de los lugares especulan con la propina que se va a llevar la persona para ellos, lo que está realmente mal, la propina no es parte del sueldo, es un plus que nos ganamos por nuestro esfuerzo a la hora de la atención en la mesa.

Pero esto no es todo, podemos encontrar varios puntos en donde realmente nos planteamos si es necesario dedicarse a este oficio tantas veces injusto y ninguneado. Acá van algunos ejemplos:

La mesa que se piensa que te paga el sueldo:

Suelen ser mesas familiares, donde se nota que el tipo es un rancio y culpa de eso toda su familia es sometida a su régimen autoritario. Quiere hacerte creer que solo laburas para satisfacerlo a él, te trata como el orto y te menosprecia, y casi siempre te tira el famoso “atendeme bien que yo te pago el sueldo”

Los ratas:

Son esas mesas que consumen entre $600 y $2.000 y a la hora de pagar no solo te quieren sacar un descuento (como si yo pudiera hacerlo) sino que te dejan de propina literalmente $2. Macho, para eso no me dejes nada, posta, es una falta de respeto.

Los Mendo Soho:

Son esos personajes que prácticamente al único lugar que concurren es a Chacras o a Arístides, y nos muestran que son bien bilingües pidiéndonos un “coffe” y hablándonos con las fosas nasales, pero tienen más mendocinidad en sus rostros que Ricardo Mur. En particular a estos personajes les daría un bife.

Los inoportunos:

Estos son los que más odiamos y si, lo puedo decir en general. Son los que te caen 5 minutos antes de cerrar el local y te preguntan “¿La cocina está abierta?” y nosotros, como buenos empleados con una sonrisa asesina asentimos con ganas de agarrar una escopeta y asesinar a medio mundo al ritmo de pumped up kicks.

Los consejos estéticos:

Cuando los clientes nos recomiendan cambiar (como si nos importara) nuestro look en general, esto aplica tatuajes, piercings, color de pelo y hasta el peso. Señora… hágase ortear.

La competencia entre compañeros:

Nunca falta en cada lugar un botón, esas personas que mandan al frente a sus compañeros con tal de ganarse la confianza del encargado o los dueños, arma todos los puterios y no trabaja una bosta, son personajes nefastos.

Cocineros “Divas”:

Quizás la mesa te devolvió el plato por X motivo y vos camino a la cocina ya sabes que se viene una súper rabieta por parte del chef, sin entender que quizás esa persona no está acostumbrada a ese tipo de aliño o no está dentro de sus preferencias. Este personaje se la agarra contra nosotros, porque no puede salir de la cocina a pelearse con el cliente.

Il cliinti simpri tiini li rizin:

Frases de mierda si las hay, “el cliente siempre tiene la razón” ¡pos no!, a veces solo quiere descargar toda su ira reprimida con el primer boludo que se le cruce y ahí estamos nosotros, a fumarla muchachos.

De todas maneras es un lindo laburo, te abre muchas puertas a otras oportunidades, adquirís conocimiento y disciplina sin contar que muchas veces aprendes idiomas y otras culturas. Y si el mozo dejara de existir, el mendocino promedio no sabría que puta hacer cuando sale a comer, porque somos así de cómodos, no nos acostumbramos al auto servicio.

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