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Los Caminos de la Vendimia

La Fiesta del vino como la conocemos hoy tiene 82 años, la idea del relato no es contar la historia ya que puede ser leída en libros o por internet, sino tratar de establecer similitudes de algunas festividades de antaño con los festejos de la actualidad, como son: Corpus Christi, San Juan Bautista y Patrono Santiago.

La relación de Cuyo con el vino comienza con la merced real emitida por Pedro de Valdivia, Gobernador de Chile, en noviembre de 1552 en favor de Juan de Cuevas por la encomienda de aborígenes del valle de Mahuelturata, hoy Potrerillos y Uspallata, la que estaba conformada por los caciques Ilchuna, Nicha, Cachino, Equilima y Coinincha, los que cruzaban la cordillera para labrar sus viñas en el valle del Aconcagua y al tiempo de la vendimia los hacía trabajar en la cosecha.

Una vez que Pedro del Castillo llega a Cuyo y funda la ciudad de Mendoza el 2 de marzo de 1561, comienzan a celebrarse algunas de la festividades nombradas, generalmente con una acto o procesión y una misa, con ornamentos misales que Castillo había comprado en Santiago de Chile de su propio bolsillo. Las ceremonias en cuestión eran bastante simples, pero al no contar con documentos que lo prueben, no podría confirmar que Castillo conmemoró el 20 de abril la Pascua de Resurrección y el 19 de junio Corpus Christi o el 24 de junio la celebración de San Juan Bautista.

A partir de un Acta del Cabildo de Mendoza del 4 de julio de 1575, sus integrantes se reunieron y trataron que: “en la víspera de la Fiesta del Señor Santiago Patrono de España y como es costumbre desde que se fundó y pobló, se ha nombrado Alférez para que saque el pendón y el estandarte que esta ciudad tiene y al santo como patrono de la ciudad”.

La sesión tuvo como objetivo que Juan Gómez de don Benito recibiera el real estandarte de Juan de Contreras que lo había portado el año anterior. Participaron de ella los antes dichos, sumado a los alcaldes Gabriel de Cepeda, Pedro Moyano Cornejo y el regidor Gaspar Ruiz de Rojas, todos llegados en la expedición comandada por Castillo en ese año de 1561; y son ellos los que declaran en la sesión de 1575, que desde que se fundó y pobló la ciudad la festividad del Patrono Santiago fue conmemorada con la elección del Alférez Real.

Para establecer similitudes de aquellas celebraciones como fueron Corpus Christi, San Juan Bautista y Patrono Santiago con la Fiesta de la Vendimia, aunque hay documentos históricos anteriores, los transcriptos a continuación son los que nos dan un detalle pormenorizado de cómo se llevaban a cabo las festividades; y para que sea de fácil comprensión han sido divididos en: bailes, quioscos, fuegos artificiales y obras teatrales, tratando en lo posible de respetar su texto original.

Los bailes

El corregidor Eusebio de Lima y Melo y el alcalde Francisco Escalante, ordenan el 14 de mayo de 1751, que por estar próximo el día de Corpus Christi que se adorne la Plaza Mayor (hoy Plaza Pedro del Castillo) para la procesión, y se nombren las personas que han de hacer los altares y arcos, uno en cada esquina, y que se organicen los bailes de los Pardos y de los Indios, y a Joseph Antonio Morales como encargado de juntarlos para que bailen ese día y en su Octava.

En la sesión del Cabildo de Mendoza del 11 de mayo de 1771, se le ordena a la maestra Clemencia que cite a las chinas (chicas) que han de bailar, como es costumbre en la procesión de Corpus Christi y su Octava. Al año siguiente, el Cabildo ordena a los vecinos hacer los altares en las siguientes esquinas de la Plaza Mayor:

1º) En la esquina de la Compañía (Jesuítas, hoy Ruinas de San Francisco) a Francisco Escalante, Marta Zeballos y el carpintero Juan Gonzales.

2º) En la esquina del Cabildo (Beltrán y Videla Correa) a Nicolás Godoy, Francisco Cruz y el carpintero Juan Domingo García.

3º) En la esquina de la Iglesia Mayor (Ituzaingo y Alberdi) a Joseph Quevedo, Pedro Espinoza y el carpintero Juan de Dios.

La cuarta esquina no figura en el documento citado, sí en otros, y era conocía como la esquina del Arenal, hoy sería la esquina sudeste del Área Fundacional.

Los quioscos

El corregidor Jacobo Bardarán y Bustillo emite un bando el 17 de agosto de 1773, en el que ordena que los días de toros y cañas (corridas y competencias) que se hacen en celebración del Patrono Santiago, que ninguna persona desde las 10 de la mañana hasta el toque de queda, anden a caballo a menos de dos cuadras entorno de la plaza, y que los dueños de los tablados pongan en sus respectivos sitios cuatro faroles, dos en la parte interior de la plaza y 2 en la parte de atrás, y asimismo, los que tuvieren bodegones regarán todos los días desde sus sitios hasta la barrera inmediata al Cabildo, y al toque de queda cerrarán los bodegones y tablados.

Los fuegos artificiales

El presbítero Francisco Correa de Saa el 9 de agosto de 1775, emite su testamento y declara que tiene por bienes: una casa en la ciudad con dos bóvedas con sus puertas que sirven para guardar fuegos para San Juan (fuegos artificiales para la fiesta de San Juan Bautista), un parral de moscatel con varios árboles frutales, una paila de hacer dulce y otra de panales, dos planchas de planchar ropa, dos parrillas y un asador de fierro, una viña y catorce tinajas llenas de vino y tres de aguardiente.

Las obras de teatro

Reunido el Cabildo de Mendoza el 1 de marzo de 1783, tratan que respecto de hallarse cerca la festividad de Corpus Christi y por falta de fondos en la ciudad, se ordena al vecindario hacerse cargo de los gastos correspondientes a dicha celebración, haciendo los altares y los gremios de los oficios mecánicos las danzas y mojigangas (representaciones con máscaras).

En fin… aquellos caminos del vino que otrora fueron los de Huanacache al norte, Uco al sur, Allalloa al este e Inca al oeste, y hoy son las Rutas 40 de norte a sur y 7 de este a oeste; son testigos de una industria que comenzó con algunas estacas y hoy se erige como una de las más importante a nivel mundial en cantidad y calidad, no así en prosperidad y rentabilidad de una gran parte de aquellos que la tienen como sustento y forma de vida.

El vino es uno solo y tiene diferentes clasificaciones, aunque hay algo que las une y que es inalterable y no puede etiquetarse, no es la bordelesa y tampoco el estacionamiento en barrica o en botella, es que luego de tomarlo o beberlo, el aliento que exhalamos de nuestras entrañas es el mismo para todos y todas, no es aroma a frutas del bosque o flores del valle… es olor a vino.

Los marketineitors -endiosaron o endiablaron- al vino transformándolo en un santo milagroso que cura nuestras heridas o en almas en pena condenadas al ostracismo en una góndola de por vida. La industria está en baja por diferentes motivos de costos operativos, cargas impositivas y contingencias climáticas, a lo que se agrega que algunos bodegueros con privilegios someten a pequeños viñateros, pagando a un precio vil en algunos casos o en cómodas cuotas en otros, el fruto de su sacrificio después de un año arduo de trabajo.

Después de ir a infinidad de degustaciones y presentaciones apoteósicas en hoteles y bodegas, seguí pensando en la perdida de mercados, sacando aquellos que saben negociar sus vinos y hacer un buen negocio de ellos, parecería ser que se ha perdido el rumbo, infundiendo miedo o confusión al bebedor nacional que consume el mayor porcentaje de tan noble producto, haciéndolo mutar en sus hábitos a otras bebidas con la cuáles se siente más a gusto. Entonces me pregunté…

¿Qué es lo que buscamos en el vino ?… consulté con gente entendida en el tema y de ninguno de ellos logré una definición exacta de lo que quería encontrar; empecé a escuchar palabras selectas, frases enroscadas y términos incomprensibles; aunque tenía la respuesta a mi pregunta más cerca de lo que yo creía, sólo tuve que retroceder el tiempo al 11 de marzo de 1841, a un tal José de San Martín que convidaba a su amigo enfermo, Guillermo Miller, y le decía:

Yo tengo una casita de campo a 7 leguas de París que se va en una hora por el camino del Fierro. En este pequeño cotage tendrá Usted un cuarto enteramente independiente del mío y del de mis hijos, si Usted quiere venir a pasar el tiempo que quiera en esta habitación será recibido y tratado con una franca amistad, una completa independencia, un asado y una botella de buen vino”.

Una simple definición para una bebida tan compleja, había encontrado en ese fragmento aquello que una etiqueta fastuosa o una propaganda delirante no me había hecho sentir “libertad, hospitalidad, amistad y familia” y a modo de plan B en mi mente quedaría; debía agregarle mi toque y decir algo mío, a esas palabras les faltaba “sacrificio y naturaleza”, no sabía cómo definirlas, porque siempre fui espectador de aquellos que se rompen la espalda en chacras y viñas; pensé en un título el que decantó en un pensamiento y con ellos me despido:

Los vinos de Mendoza son…

“Son las iras del sol del verano y el manto blanco de sus fríos inviernos. Son los rezos del labrador por un dulce néctar para cuando llegue la vendimia. Son el fruto de sus vides transformados en alcoholes del ámbar más puro y los más embriagantes rubíes”.-

Escrito por Mauro Jaja para la sección:

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