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Los cuentos que Diem Carpé nos cuenta: Guadalupe

-Al principio, ¡Grita alto!-

No supo quién se lo dijo. Pero eso fue lo primero que Guadalupe sintió que tenía que hacer en esta vida. Gritar alto, decir que estaba acá, viva y deseosa de quedarse. Una nueva vida es algo que debería considerarse un milagro. La esperanza se renueva, la alegría brilla y la inocencia vuelve a amigarse con la paz.

Guadalupe nació en invierno, pero con un manto de protección tan cálido, que ningún frio se atrevería a corromper jamás. Es que ese manto se teje entre los abrazos de un padre que deja el todo y una madre que ruge cual leona. Dichosos los que posean padres que cuiden como la cuidan a ella. Porque por más fuerte que soplen los problemas, los brazos de dos personas que se aman, nunca van a dejar de entrelazarse.

Guadalupe viene con la emoción de sentirse admirada. Ella es ahora una pequeña diva, una persona llena de galantería y devota de sus seguidores. Vivirá en el seno de miles de elogios, y que no se confunda; porque todos esos elogios serán correspondidos. Guadalupe es belleza y hermosura. Guadalupe es la sinonimia correcta de la  palabra perfección.

Guadalupe ya tiene un futuro inciertamente asegurado. Incierto de saber que será un alma libre, totalmente independiente a la hora de elegir, y seguro porque todo lo que elija será oro en sus manos. Guadalupe nació bajo la estrella que más brilla: la del amor de los padres a los hijos.

¿Sabes Guadalupe? Yo te conocí antes de que nacieras. Te conocí en la mirada de tu padre y en la pureza de tu madre. Te conocí en la picaresca adolescencia de su seno.  Yo conocí a tus padres, a tus padrinos y a tus abuelos. Conocí bastante de tu árbol genealógico, y es por eso que te puedo asegurar que nunca nada va a faltarte.

Por mi parte, Guadalupe, me queda contarte que estoy en un periodo de transición interminable.  Tal vez te vea con días de vida y vos no te acuerdes de mí por el resto de tu vida. No lo sé con seguridad. Pero si quiero que sepas algo; pasé lo que pasé, sientas lo que sientas, trata de recordar  sólo dos cosas: La fragilidad de la vida viene acompañada con la inseguridad de nacer entre dudas, pero vos no vas a tener jamás ese problema, porque en tu vida todo será amor. Y segundo: cuando te encuentres acorralada en la vida, cuando creas que esos brazos eternamente enlazados  se sueltan por motivos que no entiendas, cuando te encuentres triste, o cuando simplemente no tengas ningún otra solución a la que recurrir, recordá lo que sentiste esa primera vez que viste la luz: ¡Grita alto, Guadalupe, grita alto! Porque si vos estas viva, todo lo demás no importa.

NdA: Dedicado a Paola y Mauricio. Padres primerizos juntos desde siempre.

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