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Microcuentos de bolsillo

I

Sabía que si dejaba entrar a esa mujer a mi corazón, mi universo, mi existencia, cambiarían por completo. Así es, tenía en claro todo eso. Lo que ignoraba es que mi nuevo mundo se derrumbaría cuando me enterara que era la novia de mi viejo.

II

El cielo está nublado. ¿Es el color del día o de la vida misma? Me da igual responderme esa cuestión, pero no puedo negar que ese cielo se parece mucho al papel blanco que tengo debajo de mi mano. De mi tristeza podría escribir algo como: “Desde el día que te fuiste, todo horizonte es un techo de serpientes grises”.

III

Su voz es el sonido de una figura
Elegante y fina, así como el violín.
Ella solo se deja acariciar
Por algunos, aun así son menos
Los que tienen la dicha
De despertar música en ella.

IV

Esa muchacha de barrio empezó a leer el libro. Luego se metió de lleno en la historia como quien se sumerge en un profundo mar de maravillas y de magia literaria. Después terminó su lectura con un reflejo de sabiduría en su radiante mirada y le dijo a los cuatro vientos: “Nunca antes había leído mi propia vida de esta hermosa manera. Ahora entiendo y comprendo cómo me veo en tus ojos”.

V

¿Volveré a verla? Aún queda en mi cabeza
El recuerdo inmarcesible de su mirada
Acompañada de su sonrisa llena de inocencia,
Sus ojos azules inmersos de alegría
Y su canto suave de voz lirica….

VI

La sorprendió con un ramo seco en sus manos, mientras las majestuosas aves anunciaban que la hermosa mañana empezaba a tomar vida. Ella con un beso francés agradeció el gesto, eufórico él abrazo a la joven. Caminaron de las manos por aquel páramo hasta llegar a ese árbol viejo y sin vida. Se miraron a los ojos como dos amigovios. El ritual del amor comenzó y ambos enceguecidos empezaron a acuchillarse. Al terminar una flor exótica emergió de entre sus cuerpos.

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