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Negocios mendocinos “nacionales y populares” que crecieron estrepitosamente y en igual medida fracasaron

Siguiendo con la onda de mi anterior nota “comercial”, titulada “Cinco negocios garronazo que no te debes poner jamás en Mendoza” (click acá para verla), es que ahora vamos a hablar de negocios que no fueron (y son) un garrón, primero porque durante su vigencia podías juntar buenos mangos y segundo porque por lo menos te podías levantar minitas o hacerte buenos amigos, sino que fueron  negocios populosos, de onda, de moda, que así como crecieron y se expandieron a ritmos insólitos y vertiginosos, cayeron y se fundieron estrepitosamente.

Hay ejemplos de distintas épocas (re contra gastados y fundidos) y un ejemplo actual, que probablemente termine en la misma miseria.

Pool

Hard Rock, Heavy Metal, cuero, motos, whisky, cervezas bien frías, mujeres en pantaloncitos de jean bien cortitos y puperas rojas atinando con el taco, mientras que un motoquero trabado enfundando en musculosa de cuero la apoya de atrás a modo de “enseñanza”. Terminator viniendo del futuro y matando pandilleros para robarles la Harley y las botas… ¡que época señores! Todo el día en la tele se veía gente practicando este juego devenido en deporte o yankys bravuconeado en bares de billar.

Se abarrotó el centro de pooles, en antros de toda calaña, con las luces bien oscuras, personajes de todos los colores, rockolas al palo y peleas de borrachos. En cada cuadra tenías un pool, habrían las 24 horas, se llenaba de rateados por la matina, cafeteros por la tarde y pesutis, trapos y tapus de noche. Había hasta uno re familiar en plena calle Belgrano que podías ir con tus hijos y practicar billar. Pronto la aburrida juntada a cafetear se transformo en un birra en un pool… y mucho más pronto la gente se emboló de darle al taquito contra la pelotita en el paño verde.

Los menos, que previnieron “el golpe” y amarrocaron algunos Australes, se compraron unos armatostes modernos llamados Arcades, donde se jugaba con palancas y botones a que no te atrapara un fantasma (Pacman) o a que te devolvieran a las piñas a tu novia (Doble Dragón). Los del medio que no les alcanzó para comprar Video Juegos, invirtieron en metegoles, demorando la quiebra unos añitos más. Pero la gran mayoría, que gastó todo el cobre en merluza, papuza y excesos, se fundió increíblemente y terminaron transformando sus locales en casas de zapatos o playas de estacionamiento.

Paddle

¡Chan! De la noche a la mañana todos queríamos ser Agassi, Vilas, Sampras, Ivanisevic, Lendl o McEnroe, pero como no nos daba para jugar al tenis nos plantaron setecientas veintiocho canchas de paddle. Cualquier quinchito de mala muerte plantaba cuatro paredes, contrapiso verde, una red y una reja y listo, “Paddle Minguito” ya estaba habilitado para hacer cola los sábados por la siesta.

No eras un empresario exitoso ni un joven talentoso si no tenías un grupo de amigos que todas las semanas, preferentemente de noche, se juntaran a paletear un rato. ¡De pronto éramos todos profesionales!

Se abultaron tan rápido los bolsillos de los dueños de las canchas, como el de los traumatólogos que debían operar y recuperar cientos de meniscos y rodillas destruidas de los jugadores porque los señores jugaban prácticamente de alpargatas. Eso si, siempre aparecía el cheronca en el Renault 21 o el Sierra, de punta en blanco, con bincha, zapatillas Nike y una Wilson último modelo que dejaba a todos boquiabiertos.

Y así como crecieron y se multiplicaron como conejos por todo el Gran Mendoza y alrededores, de un momento a otro el paddle pasó de moda, dejó de ser interesante, se vinieron abajo las canchitas y terminaron transformándose en salones de eventos, quinchos nuevamente, galpones de autos y peloteros. De pronto, no hubo que más hacer los sábados por la tarde.

Parripollo

De repente Don Manuel se compró un lote, vendió la casilla rodante parrilla-móvil que cargaba en el Torino y con los ahorros que tenía se construyó una parrilla gigante y comenzó, de vender diez o veinte pollos los sábados a la noche, a vender mil pollos por semana de martes a domingos. Cambió el Toro por un Polo, se construyó una casa muy copada a cuadras del parripollo, contrató a cinco asadores, se compró varias heladeras y un freezer y la empezó a juntar en pala.

Y así todos nos creímos que podíamos ser “Don Manuel”. En un abrir y cerrar de ojos, cada lote pelado, cada playa techada, cada esquina baldía se había transformado en un parripollo. Los había para todos los gustos y colores; con picante, con limón, con papas, con lechuga, con coca, con cerveza. Las colas eran interminables y los teléfonos no paraban de sonar.

Hasta que los restaurantes y demás gilastrunes se dieron cuenta de un servicio llamado “delivery” y por alguna extraña razón a todos nos dejó de gustar ir a hacer cola al parripollo y los cambiamos por lomos o pizas a domicilio.

Y mientras todos se fundían y vendían sus Polos, sus heladeras y sus freezers, Don Manuel se nos cagaba de la risa con los setenta departamentos que se construyó mientras vos vendías pollos.

Cyber

En los ochenta apareció internet en el mundo como un servicio para todos, a principios de los noventa se masificó, a finales llegó a los países subdesarrollados y más o menos en el 2002 – 2003 (veinte años después) la mayoría de los mendocinos al menos sabíamos que existía. AOL era carísimo, Fibertel inalcanzable, Tutopía una utopía, por lo que solamente los ricachones tenían acceso (pésimo) a Internet… hasta que un iluminado viajó a Europa y se enteró del negocio de los Cyber’s.

Te comprabas diez compus, le cargabas el msn, el Explorer, el Age Of Empires II, el Medalla de Honor, el Counter, el GTA San Andreas y le pedías a tu mamá que te prestara la cochera y por dos manguitos ya tenías montada tu propia empresa… ¡Grande Donald Trump menduco, Aristótles Onassis cuyano!

Cientos de jóvenes acudían a mandar CV’s a empresas porteñas, miles de viejos a escribirse con los parientes de “Uropa”, bocha de pajeros a bajarse fotos porno, cientos de piratas a chatear con gatos y miles de millones de wachines a jugar Online.

Incluso apareció una monstruosa cadena llamada “Web House” con un montón de locales en el centro abiertos las 24 horas y una especie de “ciber-shopping” en Colón, entre 9 de Julio y España, de dos pisos y más de 200 compus.

Hasta que apareció Speedy y un par de chantulines más, abaratando los costos y dándote una Internet igual de porquería, pero a un costo accesible. Y fue así como, de una en una, los dueños de los Cybers se tuvieron que meter las compus, pantalla y mouse incluidos, en el ojete.

Canchas de fútbol 5

Un día no había donde jugar, al otro día había que esperar en el lugar, al tercer día había que llamar con anticipación y al cuarto día ya tenías una cancha cada dos kilómetros. Este fenómeno creció tan rápido como el pasto sintético del piso. Las antiguas canchas de fútbol cinco, ásperas como una lija quedaron en el olvido si no se transformaban a este mutante de plástico y caucho.

Hace tres años era un negoción zarpado, pero de un costo elevado y de difícil acceso, hace dos años varios vieron que el negocio daba y se animaron a dar el pasito, el año pasado ya cualquier pelandrún se podía poner dos o tres canchas y empezar a ganar guita. Hoy por hoy hay más canchitas que jugadores y tienen que meterle servicios de bar, restaurante, asador y demás.

Dentro de poco probablemente te deban ir a buscar a tu casa en traffic y te presten uno o dos jugadores por si no llegas a los diez y te regalen descuentos para ir a bailar para mantener el nivel de concurrencia.

En fin, siempre van a aparecer estos negocios modernos que nos alegran etapas de la vida, que nos hacen conocer gente linda, amores, amigos, anécdotas, que nos dan razones para hacer deportes y canalizar la mala leche y que dejan arruinados a cientos de giles y oportunistas faltos de creatividad y copiones que pretenden hacerse millonarios donde otros plantaron bases antes.

Y a modo de reflexión les dejo esta foto con un hermoso mensaje, el que sabe, sabe…:

Fuente de las imágenes:
m48v.com
gestaltvenezuela.blogspot.com.ar
elespectador.com
blogdehumor.com
cabesaurio.wordpress.com

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