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¿Porque nos gusta tanto el bardo?

 

 

El quilombo.

Insultos. Piñaderas. Bronca. Escándalos. Puterio. Criticas. Desahogos. Rumores y demás boludeces.

El “Bardo”, como le decimos acá en el Sur. Una palabra que abarca todo lo de arriba.

¿Por qué nos gusta tanto?

Hace poco llegue a la conclusión de que mientras más veo a la sociedad como gente pensante e inteligente, cada día me sorprende más como nos comportamos como animales fronterizos en algunas cosas. El bardo es una.

A esta altura del partido, creo que ya todos  se dieron cuenta de que encontrarse con el susodicho bardo es algo de todos los días. Con personas que conocemos y no tanto.

Desde el tipo que te insulto desde otro auto porque no ibas a la velocidad que él quería y le respondiste acordemente, pasando por la terrible mirada que te tiro un limpiavidrios porque no tenías sencillo para darle, siguiendo por los rumores que te dijeron de una compañera tuya de laburo o facultad y que te le cagaste de risa, llegando al intercambio de palabras fuertes que se tiraron con tu vieja sin razón alguna cuando llegaste a tu casa, y terminando con la jodas verbales pesadas que se hacían entre tus amigos o amigas cuando se juntaron esa noche.

El bardo es así, lo tenemos automatizado hasta en las pequeñas cosas.

Es una parte de nosotros. Nos hace vivir. Nos gusta. Nos encanta.

Pero, ¿Por qué nos gusta tanto?

Porque nos permite liberar bronca, inseguridad y culpa que sentimos con nosotros mismos en otras personas.  Es un desahogo personal.

¿Te parece una boludez lo que digo? Déjame que te de unos ejemplos.

Un amigo rinde un final de una materia de la facu y se preparo mal. Sale de rendir y lo primero que te puede decir es “me bocharon”, “me la pusieron” o  “El profesor hijo de remilputa resentido impotente de mierda me hizo un hijo”. Bien,  ahora, sería muy extraño que salga y te diga “Me desaprobaron, está bien, no había estudiado mucho”. Dejémoslo ahí.

Otro ejemplo. Una amiga venía manejando rapidísimo por una avenida conocida, y la para la policía. Le dicen que venía a 100, que era muy peligroso y que le van a tener que hacer una multa. La mayoría de la gente hubiera dicho “Son unos buitres muchachos”, “Que forros son por no dejármela pasar”, “Loco, ustedes inventan cosas, ven lo que quieren” o se quedan callados poniendo cara de orto, insultando mentalmente al “vigilante” que tienen enfrente. Ahora, muy pocos hubieran respondido “Si, la verdad que venía como trompada, perdón”.

Ultimo ejemplo. “Me re cogieron” podría decir un hombre que se paso de copas el sábado a la noche y fue en busca de compañía femenina paga, pero con la mala suerte de estar excesivamente tomado, logrando por error confundir esa compañía femenina con una compañía “mixta”. Sería raro encontrar  a alguien capaz de decir después de esa situación “Si, me puse re manija y ahora por boludo voy a llevar cicatrices mentales por el resto de mi vida”.

¿Se dan cuenta? Siempre se puede elegir ser sincero. Pero no nos gusta aceptar la culpa, ni la bronca, ni mucho menos la vergüenza.

Que hay profesores hijos de puta que desaprueban por gusto, gente de transito que pone multas por cualquier boludez, o travestis que saben engatusar giles no se los niego. Pero hay que saber cuando la culpa es más nuestra que de nadie.

Y así como escondemos esos sentimientos insultando, culpando, hablando de otras personas, denigrando y demás, es como tratamos de sentirnos mejor. Como tratamos de sentirnos más importantes. Más jefes de la manada. Como dije, unos animales que saben hablar, bestias educadas, pero animales al fin.

Es entendible que a veces lo hagamos. Digo, ¿quién no insultó a Rodrigo Palacio en la final de la Copa del Mundo (ERA POR ABAJO INFELIZ) o a Thomas Griesa cuando falló a favor de los fondos buitre (VIEJO CARETA FORRO)?

A veces pasa, pero no todo el tiempo. Y si lo hacemos, creo que como condición, deberíamos estar siempre al mismo nivel para criticar. Es decir que para insultar a Palacio por burro deberíamos ser un jugador profesional como mínimo, para denigrar a Sebastián Estevanéz por ser un actor horrible deberíamos ser artistas con experiencia previamente , y para criticar como escribe la autora de 50 Sombras de Grey deberíamos saber rellenar un libro para colorear primero. ¿Entienden? Algo que nos dé, básicamente, el mismo nivel.

También estaría bueno que la gente dejara de “consumir el bardo” de los medios audiovisuales.

¿Por qué realmente… quien vería un Gran Hermano si todos los de la casa se llevaran de 10?

¿O un Bailando Por un Sueño donde las mujeres que van a bailar no se pelearan con todo el mundo?

¿O un programa de chimentos donde hablaran bien de toda la farándula?

Amigos, el morbo vende. El escándalo es divertido. Ver a gente haciendo el ridículo nos parece interesante. Nos hace sentir más seguros con nosotros mismos. ¿Saben porque?

De vuelta, porque somos unos animalitos. Y el fracaso ajeno es muy buen alimento.

En fin, más allá de los chistes boludos que hecho, realmente seria reconfortante poder estar con gente que sepa criticar, gente que no necesite hablar de otra gente, gente que pueda dar un halago a otra persona sin sentirse menos por hacerlo.

Gente que existe, y son muchos.

Ultima reflexión cumpas, ser sincero con los demás esta re bien, pero ser sincero con uno mismo te aclara el camino. Es verdad, aceptar los errores, las limitaciones, los papelones, las metidas de pata y demás es un perno. Pero el que lo ha hecho, vive feliz y no necesita alimentarse de los labios ajenos ni generar problemas con los suyos.

Digamos que este tipo de personas, ya olvidaron su lado animal, y dejaron que el resto de la manada se siga matando por un poco de autoestima.

Recuerden niños, no al bardo y si al porno.

Como siempre si les gusto la nota los invito a seguirme (vean abajo) y si no, siempre pueden liberar la bestia y putearme en los comentarios.

Nos vemos al rato.

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