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Típicos personajes y situaciones de la playa

Los argentinos tenemos ese poder de transformar cada lugar al que llegamos en una alegoría a lo argento. Un circo de tradiciones y personajes que perduran y se repiten año a año, la playa obviamente no es una excepción. Por lo que desde mi sombrilla al lado del mar, lo digo para ver si alguna vez en la vida puedo despertarle envidia a alguien, les dejo los típicos de la costa atlántica.

Las metidas de pata comunes:

Arranquemos con la autocrítica, porque uno como montañés menduco que es, no tiene experiencia con el mar y lo trata como un río gigante, cometiendo graves y dolorosos errores:

Quemarte las patas: Te haces el banana bajando descalzo o con unas ojotas transparentes, los 50 metros de arena queman y corres puteando de manera ridícula hasta llegar a las olas.

No dormir la primera noche: Llegás, tirás todo en el departamentito que alquilaste y corrés al mar. Querés un bronceado dorado en 3 horas, terminás con quemaduras de tercer grado y llorando la primera noche ardido de dolor (Más adelante amplio los estilos de bronceado).

No saber cómo mierda poner la sombrilla: Resulta que no era tan simple como parece, porque acá hay mucho viento y la arena es blandita, si no terminas matando a algún vecino instalándola, corriéndola a 50 metros como un salame, te das por vencido y te cocinas por el sol con la consecuencia previamente descripta.

Cagarse de frío: Porque uno cree que va al Caribe y se lleva una campera de mierda, resulta que pega unas refrescadas hermosas desde la tardecita y no hay abrigo que alcance. Ahí uno cae en cuenta porque Mar del Plata es la capital nacional del pullover.

Los vendedores:

Como no podía faltar la avivada criolla, acá también te quieren vender cualquier cagada. Es que todo ese clásico merchandising playero, es berreta o sólo sirve para ser usado ahí. Lo dividiré en subgrupos:

Productos para minas: Como si no fuéramos compradoras compulsivas, pasan todo el tiempo con todo tipo de pavadas, para ponernos cual pino de navidad caribeño: trencitas, anteojos, pareos, mallas, vestidos playeros, sombreros, gorras, pulseras y collares tejidos, en fin bijouterie de dudosa calidad, variado colorido, pobre buen gusto y altos precios.

¿A quién no le pasó de volver y no saber dónde usar alguna de esas cosas? ¿Quién no tiene una pulsera de esas hediondas guardada en un cajón? ¿Se cortó la trencita antes de volver al trabajo? ¿Tiene el pareo para tomar sol en el patio? ¿Se le puso negro el anillo de “acero quirúrgico”? Es cuando llegas a tu hogar que se te cae la venda de los ojos, notas que esas chucherías son espanto y gastaste plata al pedo.

Senegaleses: Son la nueva plaga de las playas argentinas, pasa uno cada 3 minutos vendiendo sus collares, carteras, billeteras, gorras y anteojos. A diferencia de los anteriores, no tienen nada de artesanal ni de original, con sus copias de “Lucho Botón” y “Dulce y Banana”. Pero uno les valora el esfuerzo de trabajar, recorrer la playa mil veces, o no, la verdad que los veo a todos parecidos y puede ser el mismo diez veces.

Aparte del misterio de que te quieren decir, porque con su mezcla de español, francés y algún dialecto africano, no se les entiende un pomo, también está el de cómo, con el calor que hace, pueden ir de jeans largos, vestidos de pies a cabeza, a menos que…tengan miedo de broncearse.

Morfi: Helados, choclo con manteca, pororó, manzanas con pororó, facturas (bolas de fraile y churros), jugos, panchos, pizzas en cono, licuados entre otros componen un tentador combo que pasa por enfrente tuyo a los gritos, algunos con frases originales, hasta rapeando (sí, yo me encuentro de todo). Todo, para que pasados los 10 días de vacaciones, te puedan confundir con un lobo marino y no te dejen salir de la playa nunca más.

Pelotudeces para los críos: Barriletes, pelotas, silbatos de pajaritos, tejos, lo que sea que entusiasme al nene y te joda toda la tarde.

Turismo aventura: Los que te venden las excursiones en la banana (no se entusiasmen chicas que es la inflable), bote, cuatriciclos, bicicletas Tándem o de a cuatro (no, en cuatro viciosos).

Estilos de bronceado:

Varían en el siguiente orden según los días de exposición:

Blanco teta: Resultado de un año de laburo, el único color que tenés en el cuerpo es el moretón del porrazo de la otra semana. Característico de los recién llegados, más notable en el cambio de quincena.

Rojo tomate o cangrejo: Como dije, querías tomar color, todo en un día, no te saliste del sol, no calculaste que el vientito fresco también quema, la sal colabora, no usaste la protección adecuada y te la querés cortar porque te arde hasta la planta del pie.

En la tarde todo joya, pero ahora sentís el calor que te sale de la piel, invertís en mil productos para las quemaduras con esperanza de poder dormir y de todas maneras no hay forma de poder ponerte ropa encima porque hasta el agua de la ducha te duele. Te sentís un cangrejo, un cangrejo muy boludo.

Palito de la selva: Te sentaste en la reposera o te dormiste boca abajo, ¡listo! blanco de un lado, rojo del otro como el simpático caramelito.

Dálmata: Si no es la opción anterior, de esta no zafas seguro, porque jamás en la vida de vas a broncear parejo cómo los de la tele, te dejaste los anteojos, gorra o pañuelo puestos, te pusiste bloqueador por partes o como misteriosamente sea, terminas bronceado con manchas blancas y negras, cómo el lindo perrito de las pintitas.

Piel de víbora: para el cuarto o quinto día de exposición, cual víbora cambias de piel, o sea te pelas entero, empezando por la espalda. Lo que hace que después quedes más desparejo aún.

Carbón: Característico de los bañeros, gatos y de las viejas noventosas, arrugadas y peliteñidas de rubio meado, que arrancan tomando sol en julio y ya para agosto parecen una banana ya pasada 3 meses de madura.

Los personajes típicos:

Los que practican un deporte extremo: siempre hay un grupo de copados que hace como que surfea en las olas mediocres argentinas que no llegan a los 20 centímetros. Los admiro porque a mí me cuesta levantarme de la lona en la arena sin tambalearme como una naba, imagínate en una tabla en el agua ¡ni en pedo!

Ahora que está de moda el kitesurf, unos genios los pibes manejando el barrilete gigante con la tabla de planchar, o sea yo ni coordino para prender la luz del baño.

Los que metieron un vehículo a la playa: Caen con los cuatriciclos, motos, buggys, autitos de arena que no sé cómo se llaman, hasta con las 4X4 rompen las bolas en las dunas, flashean que están en el Dakar y no invitan. Podría ser un síntoma de pitochico, pero eso lo tendría que determinar el especialista en la materia, el Dr. Bombur.

Las familias: Tenés las básicas de cuatro, los que se trajeron hasta el nono, y las nuevitas. Esas que tienen nenes chicos son las más graciosas, mientras la madre cuida a los chicos y los embadurna con protector solar factor 250, como corresponde, el pobre flaco hace 3 o 4 viajes al auto para terminar de trasladar todo lo necesario o viene cargado hasta las manos, haciendo equilibrio, le pones un bolsito más y ya da para show de circo, te llega a dar pena.

Llevan conservadora, comida salada, dulce, leche, agua, pañalera, juguetes para la arena, abrigo, toallones, reposeras, sombrillas, mamadera y todo lo que se ocurra, al punto que creo que sería más práctico llevar el mar a su casa.

Los equipados: Tienen todos los chirimbolos posibles para la playa, desde la mesita porta reposeras, hasta un cosito que chupa arena para clavar la sombrilla, si tenés la mala leche de que se te instalen adelante, sácale una foto al mar porque cuando instalen el gazebo no lo ves más.

Las parejas: Esos que se van de vacaciones solos, la ponen cuando se les da la gana, disfrutan de la playa todo el día, y pasan caminando de la mano ¡qué romántico! Ojalá los agarre una ola y los escupa en la Patagonia.

Los grupos de amigos: Se identifican con facilidad porque en el medio colocan un elemento conservador de bebidas alcohólicas frescas, también conocido como heladerita. Probablemente están sentados en la arena porque se lo olvidaron de todo el resto, producto de la resaca. La joda de la noche anterior que culmino a altas horas, dejándolos rotos y sólo pudiendo resucitar tipo 13:00 horas como mucho, cuándo empiezan a llegar a la costa, ahí se duermen debajo de lo que encuentran o fermentan al sol.

Los baba: Su accesorio característico son los lentes de sol. No importa si están sentados al lado de la suegra, pasa un buen culo y se les desfigura la cara. Y ese es el problema, porque excepto los ojos todo el resto se ve, sobre todo cuando le hacen señas al cuñado.

La modelo: Porque nunca puede faltar una calienta pija, que se pone la micro bikini más entangada que hay y se pasea por toda la playa. Al punto que uno se pregunta a dónde esta la diferencia con estar en bolas ¿Envidia? Tal vez ¿Odio? Seguro.

El dream team del tejo: Deporte playero si los hay, soporta viento y marea, no discrimina edad, puede extenderse por horas y terminar en verdaderos campeonatos. Entretenedor de maridos por excelencia.

La vieja copada: Admiro la gente mayor con actitud, que se clava la maya que le gusta y sale a caminar, inclusive con las medias puestas.

Los pichichos: En mi vida había visto tantos caniches juntos, me falto ver uno verde flúor y estaba completa la colección. Lo mejor era ver los perros locales, cruza de calle con vereda, que les pasaban el trapo a todos saltando las olas, sobre todo a mí que casi volví con hipertensión de la cantidad de agua salada que tragué.

Los hippies: Agarraron las mazas o pelotas de malabares y se largaron a la costa, pilotean la comida a la gorra y si no encuentran techo van a dormir a la playa. Por otro lado el hippie con OSDE, se queda en departamento pequeño con wi-fi, come en restaurant vegano y revienta la tarjeta de papa. ¿Lo hippie? La ropa obvio.

Los bañeros: Vas rogando que “Los bañeros más locos del mundo” solo existan en las películas argentinas y se materialice alguno de “Baywatch” en tu zona, lo bueno es que generalmente pasa, todos tan bronceaditos y duritos, dan ganas de ahogarse, lástima que el mar no me arrastra ni en pedo.

Loser: Siempre hay un rarito debajo de una sombrilla, usando anteojos culo de botella, leyendo algún libro raro, novela de ciencia ficción probablemente, la cara llena de bloqueador solar cual mimo, si lo ven SALUDENME NO SEAN FORROS.

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