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Muy buenos días mis queridos lectores, para hoy les tengo algo que me pareció muy importante para compartir y seguro les va a interesar. ¿Quién no ha escuchado al Flaco? ¿Y quién no ha escuchado Muchacha Ojos de Papel? ¡Si no se la habrán dedicado a ese alguien especial, y hablo del tema y no lo otro! Pero ¿conocen la historia que hay detrás de este tema? Bueno, me tomé el tiempo de bucear por internet (CtrlV CtrlC) y acá les dejo compiladas todas las anécdotas y detalles que hay detrás de este temazo. ¡Espero que les guste!
El Flaco tenía 19 años cuando se enamoró por primera vez. Un amor correspondido, según dijo en una entrevista y que luego fue plasmado en una canción.
Su musa inspiradora fue Cristina Bustamante, su primera novia. La historia de amor entre Cristina y el Flaco comenzó por los 70′. Ella era la hija del encargado del edificio de Emilio del Guercio (bajista de Almendra), amigo de Luis.
Los tres (Emilio, Cristina y el flaco) solían juntarse ocasionalmente a dibujar, mientras escuchaban The Beatles. Así fue como empezó todo, mientras pasaban horas y horas haciendo bocetos, y de fondo se escuchaba las gloriosas voces de los muchachos de Liverpool. Cristina, su heroína del inglés, les traducía los temas ya que el flaco y Emilio no sabían hablar ese idioma.
El día que la presentó por primera vez en el Teatro Coliseo de Buenos Aires el 22 de junio de 1969, ella, su pareja, estaba presente. Pero, debido a una discusión previa, la muchacha se retiró del escenario antes de terminarla.
La canción fue incluida en el primer álbum de Almendra, “Almendra I”, publicado en enero de 1970, y se convirtió en el tema central de un comercial de telas, lo que la hizo popular en toda la Argentina.
En el documental “Como hice: Muchacha Ojos de Papel” conducido por el mismo Emilio Del Guercio, artífice de esta unión y pareja, contó una visión suya sobre cómo interpretaba el significado de Muchacha ojos de papel:
“El papel en esa época era algo importante, el papel era todo lo que nosotros traducíamos más allá de la música…”
El flaco contaba además que la canción, en sí, tiene un significado más profundo y hasta no tan amoroso como muchos interpretan, sino más bien un deseo de apropiación y hasta dominación de quien protagoniza la canción o la persona locutora hacia la muchacha. En un sentimiento imperioso por querer ser el único que se quede con ella, haciendo cualquier cosa por retenerla.
“… construiré un castillo con tu vientre” haciendo alusión de hacerle un niño para que sea definitivamente suya y no entre nadie. Además explicaba que escribió un texto filosófico sobre el significado de su obra maestra: “Desintegración abstracta de la defoliación” (Publicado el 7 de septiembre de 1987, Suplemento «Sí» del diario Clarín)
El diario Clarín publicó, parcialmente y reeditado, un artículo de Luis Alberto Spinetta titulado “Muchacha ojos de papel: desintegración abstracta de la defoliación” en el que el músico analiza la letra desde un punto de vista psicológico, y desde una actitud que el propio Spinetta definió como “una autopsia”. Sin embargo, la modificación del texto realizada por el periódico, le restó valor y hasta provocó el enojo del Flaco. Casi dos décadas después, en 2006, la revista La Mano publicó el texto completo.
Aquí les dejo un resumen sobre sobre lo más destacado del artículo o lo que considere importante:
De por sí, ojos de papel es no sólo alusión a la puesta en juego del personaje, sino que además es evocación de facultades en este, que significan el efecto de su exterioridad, que muta.
“¿Adónde vas?, quédate hasta el alba”
¿Una niña con los ojos de papel adónde puede ir?
La blindación ejerce la aflicción en quien no tiene ojos reales para una fundamental orientación.
Allí, el relator ingresa sugerido por aquel quien, una vez instalada la dificultad, oficia de obvio guía.
Quedarse hasta el alba, que sólo el guía ve, representa a las claras una orden impartida (que subyace en cualquier pedido) y refleja la prosecución de una finalidad de parte del que pide.
“Sueña un sueño despacito entre mis manos, hasta que por la ventana suba el sol”
Desencadenar el reposo en Muchacha parece asomar como una finalidad, con el detalle de que ella debe acceder a una sutil sumisión que está representada por una localización entre las manos.
Otros párrafos como “no corras más”, se ligan a este deseo opresivo del guía en procura de la prevención del peligro.
El éxtasis se puede regenerar en tanto y en cuanto esta niña deja de correr para que el reposo entre las manos de su compañero consuele una necesidad sin salida.
Mientras que la caracterización en género de la piel, si bien es coherente por la suavidad del rayón, corporiza una situación comparable a los ojos de papel y a corazón de tiza.
Es decir, señala un obstáculo más en el terreno de las aptitudes más sensibles de ella. El rayón no siente. La tiza no late.
“Pechos de miel” es quizá un modelo simbólico que no marca sino el estado real de la seducción.
Exhala el juicio de los símbolos que no se suponen relacionados con una intención premeditada de señalar carencias o transformaciones hacia un sustituyente artificial.
El obstáculo no trasciende en la rasterización de los senos en miel.
“Pequeños pies, no corras más”
A pequeñas huellas, en algún momento, corresponden pequeños acontecimientos que no colaboran, o son directamente inútiles en sí, como para que Muchacha rompa la elipse simbólica de su propio poder.
Es decir, el poder está en manos de quien se lo desea.
Ella es el vértigo de una seducción invertida, o en todo caso indeterminada.
Brutal es para ella contener las sustracciones de quien, finalmente, luego de despojarla prácticamente de sentidos, abdica en procura de una salvación para sí representada por ese maná.
“¿Te robaré un color?”
Diría: de los colores tras la retina advenediza de Muchacha, uno, pretendidamente posible, o quizás devenido de las raíces de sus despaciosos sueños, deberá ser captura, aunque quien lo reclama, reclinado, se haya entregado, a lo más acuciante.
¿El deseo de succión? El color que puede registrarse con todos los otros sentidos, más los otros.
Por supuesto que se podría tener en cuenta la idea generalizada de todos quienes piensan en Muchacha como símbolo de una pacífica visión en el enamoramiento y el despertar.
La creación de un castillo con tu vientre es el prototipo de un símbolo que conlleva la presencia de una unión sexual. Inclusive hay un manifiesto de procreación allí.
Este mundo es tan inapreciable para él mismo y todos los otros seres, como lo es un amanecer para que no ve sino con ojos de papel. El muchacho es quien se erige como salvación. Se supone que sabe y tiene con qué mitigar la desesperación de ella.
Ella se redime al dormir, al abrigo de quien sólo se reclinará a su vez, ante ella, para entregarse, teniendo presente que la finalidad de esta entrega es, en realidad, una extracción de poderes, que ella aparentemente es incapaz de asumir.
La trastornación del tiempo tiene pie en las sugerencias que el muchacho realiza: “duerme un poco y yo entretanto”…
O sea que mientras ella duerma, él construirá subliminalmente una residencia específica. ¿Quizás para ceder a altarizar a la niña impedida sometido al deseo multiplicado? La eternización de un sueño despacioso y de una alquimia que dure lo que un poco de inconciencia, son revalorizaciones de otro objetivo primordial: el de auxilio.
El que no reclama en su nombre, sino a través de un eje de ansia nacido por frustraciones insolubles. La mundanidad de Muchacha se debate con la opresión que se le destinaría desde afuera al ser examinada. También si intentara decir lo que ve, o sentir y decir. Pero ella no habló nunca.
Tampoco habría que ignorar el hecho de que la colmación es tan surrealista como los ojos de papel o la piel de rayón.
Nada más atroz que la inlatencia de la tiza para un corazón al que el orgasmo curaría.
Bueno, ese es una pequeña síntesis de su texto. Si quieren leerlo completo el link acá
¡Espero que les haya gustado mi #ChoriNota, los espero la próxima semana con más notas y bardo!