/Post Crucifixión

Post Crucifixión

En el ambiente todo estaba tenso. Se corría el rumor pero no se llegaba a saber a ciencia cierta si era verdad. Uno que otro curioso se atrevía a asomarse por entre la esponjosidad de su hogar. Todos atónitos, todos esperando que la noticia no sea noticia.

Y ahí llego él:

“Perdónenme, pero tengo que aprender a volar entre tanta gente de pie.” – gritó cuando llego al pórtico.

Todos lo habitantes se agolparon en la entrada, algunos llorosos y otros totalmente pálidos ante su presencia. Lo extrañaban a horrores, pero no lo querían entre ellos…aún no. Ellos sabían de la oscuridad de la vida terrenal y encontraban en el un pedazo de luz, un pedazo de cielo.

Sus musas volaron por encima de los espectadores y al llegar a la entrada gritaron desconsoladas. Llevaban meses en vilo, temerosas; y el peor de los finales estaba frente a ellas. El desgarrador alarido llamo la atención de todas las inspiraciones del mundo, que se unieron en un solo conjunto de tristeza.

Un entristecido capitán Beto volaba sobre las calles de Haedo mientras el cielo  de ese día amanecía gris. Las lágrimas derramadas arriba opacaron la claridad del alba.

El flaco atravesó la puerta y entró adonde nadie quiere estar pero todos quieren ir. La gente lo miraba anémica, pero el se notaba tranquilo. Recorrió pasillos de gente que exprimían sus lagrimales a rabiar.

Y de repente se detuvo:

“Cuando todo duerma, te robaré un color” – le dijo a una muchacha que ya tenia los ojos de papel de tanto llorar.

En ese momento todos se dieron cuenta que el poeta estaba tranquilo con el mismo. Que el poeta estaba intacto e inmaculado. Todos se calmaron, las musas corrieron a buscar guitarras, pianos, bajos y baterías. Una inspiración traviesa le alcanzo aquella preciosura de 6 cuerdas y mientras el flaco se acomodaba en el suelo para afinarla se le escapo un piropo a su guitarra:

– “Y que placer, cuando no hay nada que pueda ver, y solo invento tu sonrisa, y apago así, toda agonía…”-

Se acomodo, levantó la vista, acomodo la derecha en el mástil (esa derecha que hace magia) y la zurda sobre las pastillas mientras sostenía una púa y antes del primer rasguido gritó:

 “Acércate, sin acercarte…Como un puente que salte la distancia…”

Y todo fue poesía…

Juro que esta mañana, mientras caminaba por la ciudad, escuche esos acordes ligados que me transportaron años atrás. Esos acordes que me hicieron decir fuertemente en el aire.

 “No habrá un destino incierto. Ni habrá distancia que pueda alejarme de ti…”

Chau Flaco querido, oigo tu adiós tan solo y no sé si olvidar sirve aquí. Te voy a extrañar tanto. Pero me consuela saber que estas llenando el cielo de poesía y de magia. Me consuela saber que si la lluvia llega hasta aquí, voy a limitarme a vivir.

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