Reglamento para los audios de WhatsApp
Pareciera que las siete plagas del Antiguo Egipto han llegado en versión digita a las redes sociales: las cadenas para la buena suerte, cadenas de dinero, etiquetadas masivas en un saludo Navideño, tu mamá se hizo un Facebook y ahora los audios de WhatsApp:
Como pasa con cualquier herramienta de la cual no se hace uso de forma sabia y moderada, se ha llegado al uso, abuso y sobre todo a la pelotudez. Para tratar de aminorar el impacto negativo que está teniendo esta aplicación en el aire de nuestros genitales, o sea de inflarnos las pelotas, les dejo este manual de lo que NO tienen que hacer:
– El atragantado: ¿En serio no podes parar de masticar para hablar? Si tenés tanta hambre, comé tranquilo primero y después me decís lo que quieras, no va a llegar el apocalipsis porque vos no des tu opinión sobre el ex novio de la Mabel o la posición adelantada de un choto. Cada vez que hacen eso me imagino lo que están comiendo, a veces supongo que tienen algún miembro viril atragantado en la tráquea y por eso no pueden modular bien.
– El bello durmiente: Bostezo – palabra – bostezo – palabra – palabra – bostezo – BOSTEZO. Otra vez, ¿no podes hacer el audio de nuevo después del bostezo? O al menos no hablar durante el mismo porque no se te entiende un choto. Un día les va a dar un bobazo mientras hablan y vamos a creer que se quedaron dormidos.
– El choto del audio de gemidos: Es que todos tenemos chotos como estos que te mandan un audio en medio de una conversación muy interesante y vos quedas como un reverendo pajero o un completo nabo cuando salta el audio de la mina gimiendo como si no hubiera mañana en el medio de la silenciosa sala de espera de tu dentista.
– Los Mirtha Legrand de los audios: ¡Porque parece que no terminan más! Trata de ordenar tus ideas o patitos en fila antes de grabar un choclo de seis minutos para concluir en absolutamente NADA.
– El simpático: Si se te cruza alguien, soltá la grabación, saluda educadamente y después me seguís hablando, porque realmente a nadie le importa que paso algún choto que conoces. Lo peor es que te explican quien ese “¡ay gor discupá es que pasó Mariano el que está re rico y me saludó!”. Porque el trasfondo de todo es caretear que son re populares y les dijo “hola” alguien en un audio de WhatsApp donde nadie NADIE lo vé o le interesa.
– El tildado: Parece que tiene sobrecargado el disco duro, se tara y te deja silencios interminables en el medio. Otra vez ¿Sería mucho pedir que pienses qué carajo me vas a decir antes de apretar el butonito de grabar? Así no nos tenés como una pelotudos esperándote o si no ¡Resetea la neurona!
– El inútil: ¿tan difícil es bloquear el teléfono? Si ves que tu nene, al que le diste tu celular para que no rompa las pelotas, mandó once audios al grupo del trabajo ¡Sacáselo porque va a mandar veinte más! Y no es tierno escuchar sus balbuceos mezclados con ruidos secos porque golpea cosas, después manda algo el mamerto de mi jefe y ni me entero. Aplica al caballero que se sienta llevando el aparato en el bolsillo de atrás del pantalón y cuando lo dejan rodando en la cartera de la dama.
– El que no sabe regular el volumen: Pasa de aturdirte o no escucharse un pito, que es lo más común. Por más que todos le digan que no se escucha no va a hablar más fuerte o subir el volumen, porque aparte de sordo…pelotudo.
– El que no modula: ¡Sácate la papa de la boca porque nadie te entiende un choto! Seguramente tenés un contacto al cual reproducís 20 veces cada grabación que manda para terminar intuyendo más o menos cada palabra o sonido que hizo. Abrí más la boca o mándalo por escrito.
Al final, tengo la sensación de que esta nota va a ser como un audio a mi ex…