Siento tibio y frío, debo haberme quedado dormida para ir a trabajar ¿Es la mañana? ¿O todavía es de noche? No lo sé, deberé abrir los ojos para averiguarlo, cuesta tanto, creo que no puedo,…
Los cuentos del Testigo: Somos la eternidad absoluta
Puedo decir, ante la tiránica inmensidad de la noche, que los relojes pararon para siempre en algún lugar, en alguna canción inesperada, en los recovecos de aquellos que luchan contra sí mismos esperando la redención,…
Los cuentos del Testigo: Es una cuestión de…
Éramos dos, pero me sentía uno solo entre tantas ausencias. Tal vez era probable contabilizar cuatro más, pero eran perros, y eso no cuenta como compañía si no es el de tu casa y todos…
Los maravillosos cuentos del Testigo: Hay que…
Hay que vestirse para ser. Hay que gastar para tener. Hay que matar para ganar Hay que acabar para ser hombre. Hay que votar y botar. Hay que saludar a todos cuando llegás a un…
Los cuentos del Testigo: La sequedad de mis…
Después del sexo se me secan los ojos. Un fenómeno que no puedo explicar. Aridez molesta que dura dos días, no más, no menos. Sin explicación, tal vez sea solo un recurso de los años…
Los cuentos del Testigo: Manifiesto existencial
¿Qué es la existencia más que una amena sucesión de atardeceres? Me pregunto lo mismo en cada ocaso y me surgen dudas en el amanecer. Nos marca el ritmo el sol, al cual le dimos…
Los maravillosos cuentos del Testigo: Morning glory
La sensación de encontrarse en la misma habitación a una hora pactada, sin revisiones de terceros, los motivó aun más. Esas acciones que enaltecen los egos y juntos chocan, estallan. Porque hay que esconderse de…
Los cuentos del Testigo: De aquellos días recuerdo
Caminábamos, mientras robaba flores de los canteros. Con algo de astucia y a veces a vista de la vecina que no podía creer el robo sin justificación. Nos reíamos, mientras juntaba las flores y el…
Cuentos del Testigo: Comedia del tiempo y la…
Puede convertirse cualquier día en el peor, en el mejor o en nada. En todo momento cambian los acontecimientos sin que nos demos cuenta. En toda circunstancia los besos son un abrigo o un recuerdo…
Los maravillosos cuentos del Testigo: El balde
Camicasio era el mejor en su rubro. Un ascético de su arte, como él llamaba “la lustración de zapatos”. No es ese el nombre de su profesión pero para él era así y los cambios…
Cuentos del Testigo: Las vainas de mi generación
Los días se hacen largos y las horas se cuentan con gotero. El día laboral comienza temprano, se apaga al mediodía. La siesta regala una reflexión distinta si el sol es fuerte o si una…
Historia sobre ella y yo dejando de ser…
El día se configuró perfecto para encausar una despedida anunciada. Ella intuía, lo leí en su mirada y dejé que los hechos solos se fueran dando. Decidimos caminar por el centro. La calle San Martín…
Los cuentos del Testigo: Vestigios de julio
Cuando el tiempo no indica la hora que uno espera, la impaciencia toma por completo la aventura. Me senté a esperar. El cuadro hablaba sólo, en un paisaje de siempre, que se repite en cada…
Cuentos de fútbol: sobre la vida y otras…
En la verdulería cantábamos pocos un frío día de junio. Ernesto el propietario del comercio, que todas las mañanas levantaba la dignidad y su peronismo para traer la mejor fruta del barrio. Además, con ojeras…
Cuentos del Testigo: Los desechos de un porvenir
Recuerdo los tiempos de gloria. Éramos la provincia más bella del oeste. El orgullo de las alturas nos volaba la chapa y nos quedaba corto el ego. La conjugación del verbo en pretérito me asalta…
Cuento del Testigo: Narcotismo de una noche sin…
Un aburrido lunes por la noche le hizo reflexionar sobre las consecuencias de sus actos maléficos. Justificados en su accionar por la misantropía que le generó el roce con los seres sociales, se encontró por…
Cuentos del Testigo: Entre las sillas, las hojas
Facu y cada historia sobre lo loco del mundo, se reiteran día a día; como si no supiera que es una locura vivir, pero es el acto mismo de la existencia y ha sido así…
Los grandes secretos se guardan en cajas de…
El sol sale de a ratos, intermitente, mientras los niños juegan con un balón o simplemente conversan bajo la fría sombra de un álamo. Un amigo de teatros y corazones nuevos por semana, llegó haciendo…
En alguna plaza donde había una rayuela dibujada
Arrojó la piedra en el uno y comenzamos a jugar. Me miró con aires de triunfo y pegó el salto. La sucesión de casilleros fue solemne, porque sabía cómo hacerlo desde niña y no anduvo…