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Cuentos del Testigo: Entre las sillas, las hojas

Facu y cada historia sobre lo loco del mundo, se reiteran día a día; como si no supiera que es una locura vivir, pero es el acto mismo de la existencia y ha sido así no solo ahora. Es de esos que se compromete con las actividades y canta canciones en actos de protesta. No creo que sea muy reconocido, se perdió la combatividad militante hace años, a pesar de la insistencia teatral de los medios.

Nos sentamos en la peatonal para el desayuno, al fin, es lindo y no es tan caro. Trece pesos, medialunas, café con leche y jugo exprimido de naranja, una ganga. Nos deleita la conversación casi discusión que tenemos siempre que se abre la primer boca y el sobre de azúcar se agita para endulzar ese liquido en la taza. Hablamos de política y el peronismo como cáncer pero vos no entendés nada me dijo, claro que no entiendo, si yo sufrí la censura, vos no sabes nada.  Así nos gusta nuestra amistad y de esos momentos en que el sol de Mendoza se escabulle entre las hojas, la mañana, digna de un paraíso.

El auto nuevo de Facu y se vienen las vacaciones, está contento, me voy  al mar, yo parto al sur, te acordás que es mi sueño conocer Aluminé y esa zona, no tengo idea pero me mando igual, le conté y nos reímos. Nos vemos a la vuelta amigo, a ver si levantas algo este verano. Risas, un último humo y año nuevo.

Ahora entiendo su preocupación por lo loco del mundo. Asi de simple, nada de palabras que precisan ser buscadas en el diccionario. Lo loco del mundo, la redundancia del día a día y llevar por siempre las manchas que no se lavan; eso es lo loco,  no habrá más discusiones ni desayunos en la peatonal, ni que Cortázar es el dueño de la prosa, ni que el Tomba puede ser campeón de América, ni mi club sin Libertadores y la burla constante de todos los días sobre lo mismo.

Recibí el llamado esa misma mañana, alrededor de las nueve, dormía plácidamente. La noche anterior, como tantas otras, poca gira, película, algo de amor en el sillón y dormir porque son los últimos entrenamientos antes de las vacaciones. El mensaje de Facu en el celular, suerte querido, nos vemos a la vuelta.

Esa mañana que no existe en los libros porque fue mía y no de Facu, que se perdió el control del auto, cristales, vuelco, pero era una autopista como pudo pasar eso, sos periodista sabes que pasan cosas mucho más estúpidas. Colgué y Facu a mi lado, prendiendo un puchito barato por avaro. Las lagrimas en los ojos y el vacío que se siente cuando se ha perdido algo esencial. Caminé al placard, vestirme y salir, ruta mediante. Entre las remeras oscuras, una roja me llamó la atención; cuando fuimos a jugar un picadito se olvidó la remera en casa, en su escudo la insignia del himno del club inglés de esa mítica ciudad de los Beatles. Entendí el peso de los símbolos, la publicidad de una cerveza desconocida y en el escudo una leyenda, mientras Facu daba las últimas pitadas al cigarrillo.

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