/Roberta no ayuda para nada nadita

Roberta no ayuda para nada nadita

Y es así no más che…

A Roberta, la gatita gris y blanca y de ojitos celestes como el cielo dejaba todo tirado por el piso. Llegaba de la escuela y dejaba los útiles tirados y los lápices de colores hacían un arco iris debajo de los muebles y se le perdían las tareas para el otro día .

Terminaba de jugar y dejaba todos los juguetes en el piso y los muñecos de peluche dormían la siesta en la cocina.

Se bañaba y dejaba la ropa y las toallas tiradas  por todo el piso de la casa.

Su mamá le decía: Roberta, levantá tus cosas, por favor y Roberta se hacía la que no escuchaba y dejaba todo desparramado por el piso y se iba a su habitación.

Su mamá le decía: Roberta, ayudame un poquito, nada más, levantate las cosas y Roberta no la ayudaba en nada nadita.

Entonces su mamá, que no la quería obligar y le quería enseñar, fue a hablar con  el gusano Pini, que como todos sabemos era un gusano muy inteligente que sabía mucho de muchas cosas. Hablaron y hablaron, se pusieron de acuerdo y se dieron un fuerte apretón de manos.

La mamá de Roberta mandó un mensajito con su teléfono y se sentó  a esperar.

Esperó un ratito no más, y a lo lejos se empezó a sentir un ruido muy pero muy fuerte, cada vez se escuchaba más cerca.

Y llegaron ellos, Los Monos Revoltosos. Eran tres monos de colores, uno azul, uno rojo y uno verde, a los cuales les gustaba hacer lio, mucho lio.

Los Monos Revoltosos escucharon muy atentamente a la mamá de Roberta y se pusieron monos a la obra, perdón me equivoqué, Se pusieron manos a la obra.

Se fueron para la habitación de Roberta y se pusieron a jugar. Roberta, al escuchar el ruido que hacían, se acercó y muy contenta se hizo amiga de los monos y se puso a jugar con ellos. Jugaron y jugaron toda la tarde.

Cuando se estaba poniendo oscuro los monos dijeron chau, mañana volvemos y se fueron.

Roberta quedó muy cansada, con ganas de irse a dormir, entonces vio su habitación que estaba hecha un desorden, su cama revuelta y sus cosas todas tiradas.

Al otro día volvieron los monos y al otro día y al otro día, siempre con el mismo final, la habitación de Roberta  hecha un desastre.

Roberta les dijo al mono rojo, al mono verde y al mono azul que por favor la ayudaran a ordenar un poquito el lio que habían hecho y los monos se empezaron a reír y apareció su mamá que también se reía.

Entonces Roberta se dio cuenta, Los Monos Revoltosos le habían hecho a ella lo mismo que le hacía a su mamá, hacer lio y no ayudar a ordenar.

Desde esa vez Roberta siempre ayuda a su mamá ordenando las cosas y los invita a Los Monos Revoltosos a tomar la leche con galletitas y a jugar.

Y siempre ordenan las cosas cuando terminan.

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