Y era así no más che…
A Roberta, una gatita gris y blanca, traviesa y de ojitos celestes como el cielo, se le había dado por comer nubes. Se subía a la pared del patio y daba saltitos hasta bien arriba y se comía todas las nubes… Se comía las de chocolate, las de caramelo y las de panchitos.
A Roberta le gustaba mucho comer nubes.
Después le dolía la pancita,
Se tiraba al piso y juraba y juraba y rejuraba que nunca más iba a comer nubes. Pero en cuanto su mamá se descuidaba la gatita Roberta se iba para afuera, al patio, a comer nubes, y no dejaba ni una en el cielo.
El Sol le decía: Roberta, Roberta…te va doler la panza… Y ella como si nada.
La Luna le decía: Roberta, Roberta…te va doler la panza… Y ella como si nada.
Las flores le decían: Roberta, Roberta…te va a doler la panza… Y ella como si nada.
Su mamá le decía: Roberta, Roberta, tomá leche así no te duele la panza… Y ella como si nada. Roberta seguía comiendo nubes de caramelo, de chocolate y de panchitos
No le hacía caso ni al Sol, ni a la Luna, ni a las flores, ni siquiera a su mamá.
Y volvía a hacer lo mismo.
Saltaba y comía, saltaba y comía y después le dolía la panza. Se acurrucaba en los brazos de su mamá hasta que se le pasaba un poco y entonces volvía a saltar y a comer, a saltar y a comer.
Entre las plantitas del patio vivía un gusano que se llamaba Pini, que la miraba a Roberta sin decir nada. El gusano Pini se escondía y la miraba saltar a Roberta cada vez más alto, tan alto que sus colores gris y blanco se perdían en el cielo. Entonces al gusano Pini se le ocurrió una idea.
Entonces el gusano Pini fue a hablar con la mamá de Roberta, hablaron y hablaron por largo tiempo y se pusieron de acuerdo dándose un apretón de manos.
La mamá fue a la cocina y se puso cocinar lo que el gusano le dijo que hiciera: Nubes de leche y nubes de pan con manteca con un poquito de azúcar, y nubes de frutas.
Cuando estuvieron listas y muy pero muy ricas, la mamá de Roberta y el gusano Pini se fueron para el patio y dejaron que las nubes de leche, de pan con manteca con un poquito de azúcar y de frutas se fueran para arriba.
Roberta se andaba quejando de un dolor de panza por comer otra tantas nubes de caramelo, chocolate, pizza y panchitos; pero apenas vio a las nubes que cocinó su mamá subían hasta el cielo fue detrás de ellas.
Y Roberta comió y comió las nubes que su mamá le había hecho, y le gustó la leche, el pan con manteca con arriba el poquito de azúcar y las frutas y no le dolió más la pancita y se sintió con mucha más energía.
Entonces Roberta siguió comiendo las nubes de leche, cereal y frutas, y cada tanto, muy de vez en cuando come alguna de chocolate o caramelo o de panchitos.
genio! la humildad de los grandes en serio!
Es magnífico!
Es un CAPO!!
Genio! Hermoso leerlo como siempre ?
Le encantó a mi hija, graciasss por la literatura infantil
Espero que nunca se acabe tanta creatividad ..