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Roberta ve televisión todo el día

Y es así no más che…

A Roberta, la gatita gris y blanca y de ojitos celestes como el cielo se le había dado por ver mucha televisión; veía los dibujitos, veía las novelas de mamá y veía los programas de cocina. Roberta veía todo lo que pasaban por la tele.

Su mamá se preocupó mucho porque Roberta no jugaba, estaba todo el día sentada tomando leche y comiendo galletitas mientras miraba y miraba televisión y hacía berrinches cada vez que le querían apagar la tele o sacarle el control remoto.

Su mamá le decía: Roberta, andá a jugar que el día está muy lindo.

El Sol le decía: Roberta vení, que estoy acá para calentarte la pancita.

El pastito del jardín le decía: Vení, Roberta, a tirarte encima mio y a dar vueltas.

Las flores  le decían: Roberta vení a jugar a la mancha y a las escondidas.

Pero Roberta no hacía caso y se quedaba frente del televisor y pataleaba cada vez que alguien la invitaba a jugar al patio.

Entonces su mamá, que quería que Roberta aprendiera, fue a buscar al gusano Pini, que como todos sabemos era un gusano muy inteligente y que sabía muchas cosas.

La mamá de Roberta y el gusano Pini hablaron y hablaron, hasta que se pusieron de acuerdo y se dieron un apretón de manos.

La mamá de Roberta fue a hablar con las luciérnagas, esos bichitos a los que le brilla la pancita como si tuvieran un foco adentro.

Entonces todas las  amigas luciérnagas, que eran un montón, se metieron adentro del televisor, apagaron sus pancitas de luz y se pusieron a esperar.

Cuando llegó Roberta de la escuela  se sentó delante del televisor, lo prendió con el control remoto, pero no andaba; lo volvió a encender pero no funcionaba.

Entonces la pantalla se llenó de lucecitas que iban y venían.

A Roberta le encantó ver las luces ir y venir y se preguntó qué programa sería ese.

Al ver que Roberta estaba contenta todas las luciérnagas salieron de su escondite y se pusieron a bailar alrededor de la gatita y le dijeron vamos Roberta, vamos al patio a jugar, deja la televisión apagada Y se fueron al patio y jugaron toda la tarde y se hicieron muy amigas.

Entonces Roberta, la traviesa gatita gris y blanca con ojos celestes aprendió que ver un poquito de televisión está bien, pero que jugar con los amigos es mejor.

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