10 actitudes que te transforman en un viejo choto || El Mendo

Cuando llegas a los 60 no sos viejo, aún tenes juventud, vitalidad, ganas de seguir y mucha vida por delante, pero… hay una clase de hombres que al llegar a los 60 se transforma en un “viejo choto” más conocido como VCH. Es como que tirara todo por la borda, se pasara por donde no da el sol su pasado, su formalidad y su estilo y se quisiera convertir en otro, lográndolo… pero convirtiéndose en un VCH. Generalmente son tipos de buen pasar económico que, 40 años más tarde, se dieron cuenta de que trabajaban en exceso y ahora quieren recuperar el tiempo perdido. Estas son las principales características que poseen y esta lista tiene dos fines, uno es para poder detectarlos en sociedad y otro es para que si estás rozando los 60… lo piensen bien antes:

Tenes como ejemplo a Onassis, así que se te apareces en Julio con un bronceado anaranjado salido de cama solar, cuando todos tus amigos y parientes saben que has estado internado en tu oficina catorce horas por día. Te pareces una zanahoria en un cajón de peras.
Te olvidas de la parva de nietos que tenes y del problema de cintura de tu mujer y te apareces en una cupé planchada al piso. No le alcanzas a poner ni cuarta de lo lento que manejas y gastas lo mismo en analgésicos para aliviar los dolores de riñones y ciático que en el seguro del autito. Manejas igual que una piba de 25 aprendiendo con un padre facho de maestro.
Te sentis identificado con Animales Sueltos y te enfundas en jeane gastado, camisita floreada, zapatos blancos y cinturón de tachas. Sos como empaquetar un Startac en una caja de un Iphone 5.
Salis con pendejas 30 años más jóvenes que vos y andas todo el día con los ojos rojos y la presión por las nubes de tanta pastela azul que te manyas. Las llevas de la manito a todos lados mientras que las minas llevan con la otra mano docenas de bolsas de ropa y chucherías que les regalaste. Te encanta floreársela a los pajas que te miran como un VCH, pero con envidia (como yo, por ejemplo)
Te afeitas a pelo todos los días. Pretendes tener la piel suave y tersa como un adolescente, olvidando que tu dermis se asemeja al caucho de la rueda de una bici vintage del 50. O lo que es peor, te haces un corte de pelo de infante de 15 años o de cumbiero de moda, dejándote crestitas, cubatas o jopos locos y fuera de lugar.
Todos los sábados te apareces tempranón en el boliche de moda, con la camisa desprendida hasta el ombligo porque sufrís del calor, chivado hasta la raja, mareado hasta las bolas por el champagne y con la impunidad de una estrella de rock. No bailas ni cantas porque desconoces de ambas cosas.
Tu sueño era ser Lorenzo Lamas, así que te gastas una fortuna en una moto chopera inútil que usas solo los domingos para dar vueltitas al parque con algún toga de turno. Si no te da para la moto, te haces el deportista dominguero enfundado en Nike o Adidas fluorescente y caminando con otros VCH como vos.
Usas accesorios de un valor económico importante, pero olvidas que la manera de colocártelos es totalmente ordinaria. Por ejemplo: te pones los Ray Ban en la cabeza “modo visera”, te colgas rosarios de oro gigantes a lo más Cacho Casaña, te pones varias pulseras brillantes y ostentosas, olvidando que te pareces a un gitano con plata. Te chorrea la grasa.
Luego de años anotando en agendas “día por día” y habiéndote criado a Olivetti pura, pretendes sumergirte en la tecnología comprándote lo último de lo último. Pasas horas enteras intentando entrar a una web en la Tablet y varios minutos pensando como mandar un mensaje por Wassap desde el celu. Hay algo clave: si el ringtone es el que trae por defecto sos un auténtico VCH.
Insertas léxico juvenil en tus conversaciones y lo marcas de una manera tan exagerada que se nota a la legua que son frases estudiadas. Te sabes cinco o seis palabras y las metes todo el tiempo. Sos como un personaje de Tinelli.