/10 signos infalibles de que estás en la tercera década

10 signos infalibles de que estás en la tercera década

El tiempo pasa rápido, y más desde los 18 años, edad que esperás con ansias para poder  tomar alcohol, manejar, salir sin pedir permiso y terminar el colegio. Pasa el tiempo entre viajes, estudio, jodas varias, amoríos, y no nos damos cuenta de que ya no somos pibes. Puede que en un momento las velitas ocupen una superficie importante de la torta de cumpleaños y eso nos aterrice en la cruel realidad. Pero si todavía estás en la dolce far niente y no te avivaste, esta corta lista te va a ayudar a darte cuenta de que ya falta poco para estar donde de chicos creíamos que era la cima. ¿Nervioso? Bah, no hagás caso de lo que pensabas cuando eras un pibito, al final: ¿qué sabe un pendejo choto de la vida?

  1. Cuando te preguntan la edad, te quedás pensando unos segundos. ¿Cuántos tenía? ¿28? No, cierto que ya cumplí los 30… ¡hace año y medio! El interlocutor nos mira con los ojos muy abiertos y la boca fruncida: “no es tan difícil la pregunta… ¿estará calculando a ver si le creo que tiene 23? ¿o estará sufriendo un ACV?”.
  2. Recuperación luego de una fiesta: La capacidad de volver a ser un ser humano al día siguiente de una noche de agite disminuye de una manera atroz, y no es posible ya ser uno mismo al 100%, nos conformamos con que nos funcionen las luces de stop y el freno de mano (onda frenar antes de chocarnos con la puerta vidriada y no decirle al jefe “no me rompás las bolas hasta las 10 de la mañana”). Qué pena que no se puedan usar los lentes de sol adentro de la oficina. conclusión: no salimos más los días de semana.
  3. “Señor/a, sabe dónde para el 60?” ¿Peeerrrrrrdón?  ¡Mocoso atrevido, habrase visto! Sí, cuando uno tiene un 3 a la izquierda, los menores de 25 ya te ven como un adulto mayor, como una persona grande que lo puede todo y lo sabe todo, o que ya se le pasó el tren. Y te tratan de Usted. No importa, qué sabrá un chogua de la vida. Ya va a llegar, y a ver si llega la mitad de bien que uno. Caraduras los que tienen tu misma edad y te tratan de usted… ¡Ubicate viejo choto! ¡Qué te hacé el pibe vó!
  4.  “La mejor luz para una mujer es la luz de la luna.” ¡Si lo sabremos nosotras! Después de los treinta, en algunas antes en otras después, aprendemos en carne propia el significado de lo que es una “línea de expresión”. Darnos cuenta puede deprimirnos un poquito. También es una edad donde pueden aparecer las primeras canas. Y extrañamente, en algunas afortunadas, los primeros pocitos de celulitis. Sí, sí, ya no tenemos la pancita chata de los 18, la colita dura de una vida preuniversitaria (pre-pasarse estudiando 14 horas por día). ¡¡¡Pero podemos vestirnos mucho mejor que a los 20!!!
  5. Tolerancia al alcohol: aquí un consejo para los más pequeños. No abusen. Se puede disfrutar del alcohol sin estar al límite del coma todo el tiempo. Después de los treinta, reconocemos a los fisurados más fácilmente, mucha gente ya no se banca tomar más de un vasito de cerveza (sobre todo la Andes que es la más pesada) sin que el hígado reclame durante todo el día siguiente. Muchos se inician en el consumo de vino, que es más elegante. Está el otro grupo, el que no tiene salvación: ya sólo le gusta el whisky, el vodka o la ginebra. Sin hielo. ¡Mamá!
  6.  “No hay que confundir gordura con hinchazón” El significado de esta frase se torna más real después de los treinta, sobre todo para las chicas. No abundaré en detalles porque sería hablar de una parte que siempre formará parte del “misterio femenino”. Ustedes me entienden chicas (guiño, guiño).
  7. Sentís que te falta algo: ya sea recibirse, tener un buen sueldo, viajar al exterior, casarse, tener hijos, comprar un 0km, o adquirir una casa, a los treinta generalmente tenés parte, pero no todo lo que de chicos pensábamos que íbamos a tener en la tercera década de existencia. Y la gente reclama: “¿para cuándo?, ¿para cuándo?”; lo que rompe soberanamente las pelotas.
  8. Intolerancia a los adolescentes: Nada de boliches donde haya niños menores a 25. Ya están en pedo a las 3 de la mañana, buscan un mínimo pie para tocar un culo/teta o cagarse a piñas, a las 5 van quedando tendidos en el piso, en los sillones, o donde caigan. Ni mencionar que con una incipiente barbita  y un pechito de paloma se vienen a hacer los langas a tratar de levantarte con los primeros versitos aprendidos: “te estaba mirando desde hace un rato”, “¿venís siempre por acá?”. Dios mío quién me recomendó este cheboli, me cago en él y en toda su familia. “Boluda te dije el sábado, no el viernes”. Ahhhh con razón… pero yo por las dudas no vuelvo.
  9. Ver a tus amigos se convierte en un privilegio. Ya no es la hermosa rutina diaria. Sobre todo en las mujeres, que tenemos 25.467 actividades, para coincidir en los horarios hace falta un milagro. Es más frecuente que se alineen Venus y Marte que poder quedar de acuerdo día y hora entre trabajo, chicos, pareja, casa, gimnasio, trámites, súper, con tu amiga del alma. Ni les cuento si son cinco o seis. Pero el esfuerzo bien vale la pena. Todo en la vida va y viene, excepto dos cosas: la familia y las amigas. Cuando tus hijos adolescentes estén todo el día afuera y no te den ni bola; y cuando tu marido te deje por el travesti más barbudo de la Rodríguez Peña; ahí te vas a arrepentir de no haber querido dejarlos por unas horas mugrientas por semana para visitar a tus amigas. No seas boluda. Tomáte tu tiempo, de última que el travesti se haga amigo de tus hijos y les encargue una pizza los jueves a la noche. Qué tanto.
  10. Saber lo que uno quiere: sobre todo en el plano sexual. Y lo mejor: saber cómo obtenerlo. Las experiencias anteriores nos enseñaron casi todo lo que debemos saber para pasarla bomba. Ya no tenemos los pruritos de cuando somos más chicas y el qué dirán ya no tiene peso. Nuestro cuerpo todavía se banca horas y horas de ejercicio (if you know what I mind) y a nuestros compañeros les sucede lo mismo: ya no les preocupa sólo hacerlo, sino que quieren hacerlo bien; dejaron atrás los problemas de “rapidez” y les falta mucho para los problemas de “inflación” o “verticalización”. ¡Es el paraíso, mujeres! Excepto que estén en pareja desde los 18 años con el mismo nardo, en cuyo caso: lo siento mucho, mi más sentido pésame, hay otras cosas en la vida, el sexo no es todo, lo primero es la familia, al mal tiempo buena cara, más vale pajarón en mano que cien volando, quien mal anda mal acaba, quien mal acaba es porque sigue con el mismo nardo desde los 18… 

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