/5 tipos de enemigos que pueden parecer amigos (pero no lo son)

5 tipos de enemigos que pueden parecer amigos (pero no lo son)

Ya lo expresó un par largo de décadas  atrás y de manera sublime the one and only Michael Corleone en “El Padrino  II”: “Keep your friends close, and your enemies closer” (“mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca”).

El interés nos rodea de “amigos”, y es por ello que no cualquier ser que se emborracha en simultáneo con nosotros en un perímetro de 10 cuadras a la redonda ni el boludo que dice compulsiva e incomprensiblemente a todo el mundo “feliz día” para estas fechas, es digno de nuestra confianza. Es verdad que ser prudente a la hora de construir nuestro círculo social puede hacernos parecer ermitaños a los plebeyos ojos de la chusma, pero proyectando a futuro y analizando en detalle en realidad estamos hablando de manejar cierta exclusividad. Nunca garpará pertenecer a esas hordas de egos desatados que necesitan moverse en manada, ya sea caminando por una Arístides cada vez menos cheta o encajados de a 15 en modo Tetris adentro del único auto que supimos conseguir.

Bailar en grupo, beber en grupo, trabajar en grupo o sudar en grupo: escenas cotidianas que nos fuerzan a interactuar, a veces con gente piola y a veces con boludazos marca Acme que no se entiende cómo es que llegaron a ser licenciados-en-algo-irrelevante.

Es por ello que les comparto esta breve pero útil guía para identificar 5 clases de esperpentos a los que conviene mantener cerca y las mejores estrategias para poder “degollarlos” moralmente en cuanto representen un peligro para nosotros.

EL INDISCRETO

Todo el mundo sabe que el “lleva y trae” es su oficio natural. Ha nacido con la habilidad de exponer en público vergüenzas de las más íntimas, desde mandarte al frente con alguien que te gusta o te gustaba hace 15 años en el secundario (esta maniobra se llama “traición retroactiva”) hasta pregonar que te quedaste sin gas por falta de pago, que te hiciste pis encima en un evento público o que sos el capo de una familia de mafiosos delante de un jurado.

Estrategia: Mantener distancia prudente, confiarle cosas sin importancia para que las divulgue y así poder conocer su real capacidad destructiva. No conviene echárselo en contra, sino mantenerlo contento con migajas hasta que nos sea útil, por ejemplo, para que todo el mundo sepa que tu ex no sabe garchar bien o la tiene chica y tonta.

EL QUE ES MUY TONTO

No hay caso: le explicás veinte veces las cosas pero todos sabemos que sus pupilas inertes no titilan por el vacío que hay en su mente. Lo llamaron del INCUCAI para informarle que prescindían de sus órganos porque tiene muerte cerebral hace lustros. Carece de sentido común y de casi cualquier habilidad. En las juntadas nadie se quiere sentar cerca para no tener que  leerle la carta o explicarle el concepto de “menú del día”.

Estrategia: ¿Por qué conservaríamos en nuestras vidas a esta clase de persona? Porque el tonto nunca puede oler al diablo, vida mía, y esta gente puede llegar a funcionar como un autómata a disposición si desarrolla un vínculo lo suficientemente amable. Algo así como tener un kamikaze dispuesto sin saber a dar la vida por una causa ajena.

EL CHETO

A veces El Cheto es confundido con El De Guita: grave error. Puede tener plata como ser un pobre roto aspiracional o excandidata a reina de la Vendimia por San José. En cualquier caso siempre sube fotos con grupos numerosos de gente blanca, heterosexual y cristiana dividida en: flacos con cara de rugbiers y pibas que compiten a ver quién se hizo más brushing. Todos rubios en mayor o menor medida, reciclan parejas sexuales endogámicamente al mejor estilo Shelbyville, son “provida” por defecto y creen que las degustaciones son eventos culturales. El Cheto vive de las apariencias, una buena onda que no resiste la menor contrariedad, sale en las fotos de sociales y no tiene una opinión formada sobre nada porque su idea de la vida se compone de ideas sueltas que va sacando de publicidades de bebidas.

Estrategia: Claramente el foco del beneficio es económico y social: el roce propio del Cheto, que conoce siempre “al primo del amigo del dueño de…” nos puede dar acceso a alguna VIP, ahorrarnos hacer cola en algún lado o permitirnos chupar y comer gratis en eventos de medio pelo. 

EL INTENSO

Todo lo que sucede es grave y muy terrible. En el laburo se queja de todas las personas con las que interactúa, incluso con las que lo hace a nivel visual. Irracional hasta la médula, se calienta y quiere destruir todo a su alrededor o al menos arrastrarnos a su infierno de impulsos descontrolados. Nada le viene bien, nada lo conforma, nada le gusta y todos menos él son unos pelotudos. Irritable e infumable, suele convertirse frecuentemente en un paria en los pocos grupos de los que participa. Casi siempre fuma y toma merca.

Estrategia: A éste es mejor tenerlo de aliado y dorarle la píldora para no tener que cruzarlo y destruirlo. Igual que el tonto, basta con darle dos o tres motivos para que se malpegue con alguien que no nos cae bien y se predisponga para hacer nuestro trabajo sucio. El trabajo permanente para que desarrolle cierta afinidad con nosotros es hacer de cuenta que aquello de lo que se queja nos importa y repetir cíclicamente “qué bárbaro”, “no puedo creerlo”, “cómo te van a hacer eso”, etc.

EL QUE ES DEMASIADO BUENO COMO PARA CREERLE

Éste es el más peligroso de todos, porque es lo suficientemente inteligente como para formar una imagen intachable públicamente. Se saca fotos con personas con discapacidad, perros, niños y devolviendo la billetera de una viejita “sin recibir nada a cambio”. Suele hacer actividades “re variadas” como tirarse en paracaídas mientras le da la mamadera a un jabalí bebé abandonado por su madre y nunca se puede saber qué es lo que realmente está pensando. Si bien no es una norma estricta, suele ser especulador y bastante miserable, ya que desde su pedestal de obras decentes se esconde un psicópata que querrá ser la voz de la moral que le dice a todo el mundo qué está bien y qué está mal, aun sobre cuestiones absolutamente íntimas.

Estrategia: Sobarle el lomo a más no poder y hacerle creer que nos hemos tragado sin masticar su pantomima de buena persona, pero sin permitirle intervenir en nuestros asuntos privados. No es mala idea regalarle una frazada vieja de tanto en tanto para colaborar con sus causas. La paciencia es esencial para poder comerse a este mequetrefe con papas al horno: eventualmente mostrará la hilacha y será ese un buen momento para recurrir a la voluntad autodestructiva del Intenso o del Tonto.

Quiero aclarar que se puede ser más de uno de estos ejemplos a la vez y de a ratos, incluido el caso del tonto.

Un abrazo grande y por favor, si tenés más de 12 años, erradicá de tu vocabulario la palabra “personita”.

Escrito por Carla Aldebarán Gurú-Coach de Neuromarketing y Asesora de Imagen para Social Media, para la sección:

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