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El típico papá ausente, abandónico y luchón

La semana pasada escribí una nota sobre “la típica mamá luchona” que se equivoca y desestima las necesidades de su hijo. Al cual lo lleva a pasar por condiciones paupérrimas por culpa de su falta de cordura y empatía. Pero después de hacerlo me surgió la siguiente pregunta: ¿dónde está el padre de dicha criatura abandonada?

Porque sí, puede tener una mamá que lamentablemente no está a la altura, pero el padre también debiera velar por la salud y el bienestar de su hijo. Ahora estamos en presencia del típico papá abandónico.

El típico papá abandónico es aquel que no lucha por la tenencia de sus hijos cuando sabe que la madre no es lo suficientemente prudente para estar a cargo. Resulta más sencillo, más fácil para él ir a verlo una vez a la semana, sacarlo a dar una vuelta a la plaza y después volver a su departamento donde gasta gran parte de su tiempo, sentado jugando a la play, mientras su hijo pasa hambre.

El típico papá abandónico es ese que se saca todas las fotos que puede uno de los pocos días que ve a su hijo y aprovecha a subirla a las redes sociales para chapear con que es un buen padre, para lavar sus culpas. Este padre no le pasa ni la manutención correspondiente a sus hijos, le tira unos mangos a la madre para que ella se las arregle como puede, le dice mientras se prende el décimo pucho del día. Intenta cobrar en negro para no blanquear ante la justicia sus verdaderos ingresos y que su mujer no le reclame lo justo. Le escatima todos los gastos y calcula un número paupérrimo de leche y pañales, olvidando todo el resto.

El típico papá abandónico es ese que no permite que la mamá de sus hijos se vuelva a poner en pareja, aunque incluso él haya salido hasta con una trapito de la Arístides. Se pone violento si le reclama algo y no tolera que su ex ya lo haya superado.

Este tipo de padres le habla mal a sus hijos de su madre, la tilda de “puta de mierda” y después va y le dice “feliz día mamá” a la suya. Incluso hasta es despetivo al referirse a “tu madre” cuando habla de la madre de su hijo.

El papá desaparecido es ese que se considera “papá garrón” porque se metió con una mujer que ya tenía un hijo sin padre. Entonces asume que ahora es padre y maltrata al hijo solo porque no fue su esperma el que le dio vida. Es ese que hace diferencias con sus otros hijos y los maltrata sin razón, como si hubiera alguna, ¿No?

El típico papá ausente se caga en las patas si le mencionás la palabra “responsabilidad”, para eso está su madre dice mientras no sabe poner una olla para cocinar unos fideos, porque esas tareas son de mujeres. Este tipo de padre es misógino y violento, ausente y manipulador, porque tiene el puto don de hacer sentir a cualquier madre culpable de cosas que a ellas no le corresponden.

El típico padre luchón es ese que se gasta fortunas en tatuajes con el nombre de sus hijos y no sabe ni siquiera a qué le tienen alergia… o miedo. Es el que los inunda de regalos materiales, pero que jamás se sienta a jugar con ellos, porque está al palo con su celular, planeando la salidita de la noche o el finde.

El papá luchón organiza unas vacaciones con sus amigos, o con su novia de turno, y hace malabares para sacarse de encima a su hijo en verano, sin siquiera calentarle que el pibe pise arena, una montaña o un parque. Disfruta la mejor parte de su hijo: de día, un almuerzo o una cena, en el shopping, en la cancha o en el cine, pero no sabe lo que es levantarse de madrugada a hacerle una mamadera, cambiarle el pañal cuando se caga hasta la espalda, acunarlo cuando está enfermo hasta que se duerma, llevarlo al médico de noche y esperar en una guardia hasta que lo atiendan, bancarlo llorar por las noches sin saber qué hacer, cantarle una canción para que se le calmen los nervios, mecerlo durante horas, prepararle la comida o enseñarle las cosas elementales.

Este papá hijo de mil puta le encaja su hijo a sus viejos, para poder seguir de gira, haciéndo padres a los abuelos del niño. Y ellos lo tienen que cubrir en sus andanzas, porque “pobrecito, se clavo con la Mabel y le hizo un pibe”… pobrecito las bolas.

Incluso hay hasta algunos que van a las marchas de violencia de género o reclamos de la mujer, para sentirse parte, para chapear en las redes su ética y moral, para hacerse el comprometido, pero en realidad le chupa todo un huevo, es especulador y mala leche, solo busca chapear para que la ley no lo joda… o su círculo no se entere que es una bosta.

Hubo muchas mujeres y hombres indignados con mi nota anterior, pero no fue con ánimos de ofender a nadie, sino de reflejar a las madres a las que sus hijos le chupan tres tetas. Ahora espero que no aparezcan los papás luchones a intentar cambiar mi forma de pensar. Preocúpense más por ver qué están haciendo mal.

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