En mayor o menor medida todos tenemos nuestro ego, nos gustan los mimos. La primera nota con mi firma apareció en la revista “Goles” en 1973, en tiempos sin Internet, cable, celulares. La gente del interior esperaba entre semana la llegada de “El Gráfico” o la “Goles”, raro el hogar donde no hubiera una de estas revistas. Los vecinos también la compraron, era el orgullo del barrio, casi como debutar en Primera, salió una nota del hijo de don Zavala en la “Goles”….
¿Qué tiene que ver con San Martín? Trato de hacerla lo más corta posible: El Chacarero había ganado invicto el Regional, con un 3 a 0; a Belgrano en Córdoba, un 4 a 3; en San Juan a Desamparados con el gol visitante vale doble, pero por la reglamentación el ganador de la rueda de ganadores debía esperar al de la rueda de perdedores, que se iban eliminando entre sí, la única ventaja deportiva era jugar un solo partido en casa y si ganaba llegaba al Nacional, si perdía se jugaba la revancha. Fue Belgrano, partido empatado y en la ronda de penales falló el último (esas cosas injustas del fútbol que castiga a los goleadores, falló el Pocho Barroso) y hubo partido en revancha, con victoria pirata y adiós al sueño albirrojo. En una larga nota de casi toda una página (la otra parte era de una publicidad) esgrimía argumentos sobre lo injusto de privar a San Martín de ir al Nacional, después de haberles ganado a todos…. palabras más palabras menos. Me contacte con Barroso, éste me presentó al Presidente Esteban Constantini, quien me agradeció. Me comentó que el vicegobernador de la provincia Carlos Mendoza había interiorizado a la propia Presidenta de la Nación Isabel Martínez y que no perdía las esperanzas, “si se da, usted nos va a acompañar integrando la delegación como invitado especial”.
La historia la conocen, se dio, San Martin jugó el Nacional. Fui con el plantel, hice excelente relación con Raúl Tamagnone, seguimos siendo amigos hasta el día de hoy, pero nació buena onda con todos, y nombro a Guzmán, a Gramari, Marillak, Guzmán, Márquez, Monardez, Forti. Recuerdo que fuimos al hotel “Viñas de Italia”, el rival era Instituto, allá lo encontré al Cañita Puebla que me señaló dos jugadores de la Gloria con enorme futuro… se llamaban Ardiles y Kempes.
Tiempos diferentes, para el primer nacional San Martín era Mendoza… digo, el de 1967. El plantel se hizo la ropa para viajar en Sastrerías Modart (ahí fui cadete, empaquetador, administrativo y vendedor). Acompañé a San Martín en partidos que hoy te preguntan “¿pero de verdad estuviste ahí?”. Como por ejemplo el 4 a 1 a River jugando con la camiseta azul de la Lepra por capricho del árbitro, o aquel 74 inolvidable donde se ganaron todos los partidos en el Este… de lo demás, lo que quieran…desde los torneos de los 4 de la liga, pasando por los regionales, aquel ascenso a la B Nacional, las promociones que dejaron al Chacarero a tiro del ascenso a Primera.
Hay que jugarse en la vida, a veces nos toca y tomé postura favorable a San Martín, después del “empategates” que mandó al descenso a San Martín. Siempre digo que soy orgullosamente lasherino, y más de uno se preguntará porque mi “debilidad” por San Martín… si tienen tiempo les cuento:
En la galería de mi casa había un cuadrito (todavía no recibía el nombre de poster) de Boca campeón, llegaban mis tíos y como una plegaria, un rezo, recitaban los nombres: Mussimesi, Colman y Otero, Lombardo, Mouriño y Pescia, Navarro, Baioco, Borello, Roselló y Marcarián. Cuenta la leyenda (jajaja) que tendría 4 años cuando fui por primera vez a la cancha: Huracán Las Heras – Boca de Bermejo. Gol de los de calle Génova y lo grité en la tribuna del Globito, sin barras bravas, todos se rieron, era un niño de 4 años que pensó que era el equipo del cuadro colgado en la galería de casa. Cuando tuve la edad de empezar a ir solo a la cancha, me tomaba el verde que ahora es 5, creo que era 38 entonces, y me bajaba en Genova y Almirante Brown (Mathus Hoyos) para ver a Boquita, casi siempre militando en la B…. Avanzó pasos, y ya lo apuntado antes…el 67, los Nacionales… y lo que vino después: un afecto muy especial, una relación de respeto, de cariño. Una noche se televisaba en directo en el club un partido con Instituto, con el sueño renovado del ascenso que no se pudo dar. A la salida, un desubicado me dijo:
– ¿Qué hacés acá, leproso?
– ¿Vos viste a Reggi o Tamagnone, Gramari, Pereyra, Dubrowzwyk o Zuvialde y Marillak, Márquez, Tebez y Monardez, Salguero, Barroso y Guzmán? – le dije y entré a tirar data.
– ¿Que decís boludo? ¿No sabés que el Chino es de los nuestros? – dijo otro que se acercó justo.
Cerrando amigos, demagogia no, no es mi intención que digan ustedes “el Chino es de los nuestros”, pero lejos estoy de ser el de los “otros”, los que no saben que es ser hincha de San Martín.
Me sacaste una lagrima, muchas gracias por tus orientales palabras, grande san martín, SIEMPRE!
Y TANTAS COSAS QUE FALTA CONTAR, EL EQUIPO MAS GRANDE Y CON MAS HISTORIA…
Lindos recuerdos.
Tebez, que jugador papá, que numero 5. No tuve mas noticias de donde fue a jugar. En estos días hubiera sido el 5 de la Selección
De ese partido 4 a 1 a Riber, recuerdo que se cortó la luz y que de tanta gente sobre la tela se vencieron las columnas del alambrado, sobre la tribuna norte.
Chino lo que escribiste, es una poesía al albirrojo querido, Gracias Chino!!!!
Epocas gloriosas del querido Chaca !! impecable relato senor chino Zabala !! El chaca esta dormido, pero pronto va a despertar..! ….
Cuanto valía ser hincha de San Martín- Desde la época de Carmona, Zabala y Gómez, con el paragüayo Araujo. Luego Cenci, los partidos con Maipú en el Este y con Boca de El Bermejo en la mañana en la cancha de Gimnasia. Luego la final con Maipú en Independiente con la infinidad de penales de Pedro Palazzo y Rubén Ambroggi. Ni que decir en 1967 cuando con mi padre Angel Navarro terminamos al borde de la línea de cal en la cancha de Andes Talleres contra el rojo de Avellaneda junto a Rodolfo Bracelli. De todo eso ya no queda nada.Sólo espero poder ver algún dia a mi San Martín en algún Nacional. Gracias por el recuerdo Chino. Es lo único que nos queda