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Las luces siempre encienden en el alma…

Cuenta la leyenda que el sapo (representante de lo lento, lo viejo, pesado) le tenía mucho miedo a la serpiente (ícono del cambio de piel, de la renovación, de lo nuevo), natural enemiga de éste primero. No podía andar tranquilo por el campo, pero recurrió a un recurso mágico: su baba.

Así fue que cada vez que la serpiente pasaba cerca del sapo, este largaba baba marcando un límite, el cuál su enemiga nunca pasó. Finalmente el sapo encerró a la serpiente dentro de un círculo de esa baba mágica, haciéndola morir de hambre…

Ella caminaba sola por la ruta, en su cabeza sólo daba vueltas una cosa: el pacto que había hecho con sus hermanas.

Sube a un auto, y su conductor le agrada, desata su pasión olvidándose de lo que venía pensando hace un rato atrás. Cuando quiso darse cuenta, él ya no estaba.

Nada más triste que estar bajo el manto de un pacto que te obliga a matar a todo amor que tengas cerca.

“Nena ¿me servís vino?” le dijo él, y fueron las primeras palabras con las que comenzó la historia. Ella estaba casada, pero quedó hipnotizada ante el desenfado de ese muchacho. Dicen por ahí que en la mañana de la primer noche que pasaron juntos, ella le pidió que se vistiera y se fuera, pero en lugar de eso, él se sentó en un piano y escribió la canción que le recuerda el momento en el que la conoció.

Tres historias que nada tienen que ver entre sí, salvo por una cosa: son parte de la inspiración que dio lugar a tres de las canciones (Sasha, Sissí y el círculo de baba, La balada de Donna Helena y Un vestido y un amor, respectivamente) que fueron corte de difusión de uno de los discos más vendidos en la historia del rock nacional. Digo tres de las canciones, porque en realidad fueron 12 cortes de difusión de un total de 14 canciones.

“El amor después del amor” es un disco cargado de vivencias y señales. Si bien los discos anteriores de Fito también lo fueron, en este es en donde más se evidencia este hecho. A modo personal, yo lo llamaría “un puente”. Puente entre el desamor (venía de terminar la relación con Fabiana Cantilo), el amor (comenzaba la relación con Cecilia Roth, musa de un par mas de discos), la pena de la trágica muerte de sus abuelas/tías y del recuerdo de madre cuya imagen la forma a través de relatos que tiene de ella (cada vez que puede compone algo que lleva ese vestigio de tristeza), la nostalgia de sus comienzos como músico y sus proyectos a realizar como por ejemplo su incursión en el cine (“La verónica” cuenta la historia que se da en un set de filmación y luego dirige los videos de “Sasha, Sissí…” y de la “Balada…)

El disco en sí es una joya, plagada de canciones significativas, con composiciones soberbias pero no difíciles de entender y melodías sin medios tintes, absolutamente intensas.

Dentro del grupo de las canciones de amor, además de “Un vestido y un amor”, encontramos “Pétalo de sal” donde participa el mayor exponente poético del rock argentino, Luis Alberto Spinetta; “Brillante sobre el mic” con colaboración de Andrés Calamaro (clásica para las fiestas de egresados, despedidas de amigos etc) y, mi canción preferida, “Creo”, de la cual no me detengo a hacer una descripción porque podría pasarme horas y horas hablando de ella.

La placa también tiene canciones un poco más arriba como “Dos días en la vida”, en la que están Fabi Cantilo y Celeste Carballo; “La rueda mágica” compuesta en colaboración con Charly García y ese pequeño guiño hecho al folklore con “El muro de los lamentos” cantada a dúo con Mercedes Sosa, y es ahí donde se va dando forma a una relación estrecha entre Fito y La Negra. “A rodar mi vida” y “Tráfico por Katmandú” también entrarían en ese grupo.

Pero la canción que resume todo, es sin dudas, “El amor después del amor”, en todos sus aspectos, el amor maternal, el amor sexual, el desamor, el dolor, la pérdida.

Habla de sus musas, del legado de sus abuelas, del dolor por la pérdida de las mismas, y de cómo sin amor, es imposible renacer.

Y me encuentro escribiendo en este momento, una opinión muy personal: puede no gustarte Fito, pero no se puede negar que logró capturar la esencia de lo que significa amar, ser amado y cómo sería un error vivir sin él.

Para ir terminando, les cuento un detallito del disco: en el final de “Tumbas de la gloria” puede escucharse un balbuceo de Paez, que no es más que los nombres de algunos músicos, ya fallecidos, al revés. Hendriz y Syd Barret son algunos.

Me gusta escribir sobre música, y obras como este disco, son las que me motivan a seguir escuchando sonidos que enamoren.

Después de todo, nadie puede y nadie debe vivir sin amor, ¿no?

Datos del disco:

Publicación: 1 de junio de 1992

Grabación: Estudios Donado (Bs As)

Duración 62.08

Discográfica: Warner Music

Tracks:

1- El amor después del amor

2- Dos días en la vida

3- La verónica

4- Tráfico por Katmandú

5- Pétalo de sal

6- Sasha, Sissí y el círculo de baba

7- Un vestido y un amor

8- Tumbas de la gloria

9- La rueda mágica

10- Creo

11- Detrás del muro de los lamentos

12- Brillante sobre el mic

13- A rodar mi vida

Músicos

Fito Páez: Voz, piano, guitarras y teclados.

Tweety González: Programación y órgano.

Ulises Butrón: Guitarras

Guillermo Vadalá: Bajos y guitarra eléctrica en La rueda mágica.

Daniel Colombres: Batería

Invitados

Luis Alberto Spinetta: Guitarras y voz en Pétalo de Sal.

Fabiana Cantilo: Voz en «Dos días en la vida» Coros en «Brillante sobre el mic»

Celeste Carballo: Voz en «Dos días en la vida»

Charly García: Composición y Voz en «La rueda mágica»

Gustavo Cerati: Guitarras y Coros en «Creo»

Andrés Calamaro: Voz en la «La rueda mágica» y «Brillante sobre el mic»

Mercedes Sosa: Voz en «Detrás del muro de los lamentos»

Claudia Puyó: Voz en «El amor después del amor»

Fabián Gallardo: Voz en «Dos días en la vida»

Antonio Carmona: Voz en «Tráfico por Katmandú», cajón y palmas en «Detrás del muro de los lamentos»

Chucho Marchand: bajo en «Detrás del muro de los lamentos»

Chango Farías Gómez: cajón en «Detrás del muro de los lamentos»

Osvaldo Fatorusso: Percusión

Daniel Melingo: clarinete en «Sasha, Sissí y el círculo de baba»

Ariel Roth: guitarra líder en «A rodar mi vida»

Gabriel Carámbula: guitarras en «Brillante sobre el mic»

Lucho González: guitarras en «Detrás del muro de los lamentos»

Carlos Narea: palmas en «Detrás del muro de los lamentos»

Carlos Villavicencio: arreglos de cuerdas y de brasses ejecutado por The Gavin Wright’s (Orchestra London)

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