/Las típicas “parejas disparejas” que encontramos a diario

Las típicas “parejas disparejas” que encontramos a diario

Que las dinámicas de las relaciones amorosas han cambiado mucho para las generaciones actuales respecto a los paradigmas que teníamos no es ninguna novedad… y que estamos aprendiendo a adaptarnos sobre la marcha tampoco…

Escuchando historias de amigos y sus corazones rotos, y con algunas experiencias propias también, por qué negarlo… me encontré de pronto pensando, que estamos en la era de las parejas disparejas… Pero no con el concepto que se usa habitualmente ese término, de parejas feo-lindo, rico-pobre, alto-petiso, gordo-flaco… No. Hablo de parejas disparejas desde lo emocional. Y es que creo que es esta la única disparidad que amerita al menos plantearse continuar o no en una relación.

Acá 3 casos típicos, y sus efectos colaterales:

El enamorado/a del mejor amigo/a

No soy de los que piensan que la amistad entre el hombre y la mujer no existe, pero cuenta la leyenda que si compartís gustos, salidas y momentos importantes de tu vida con tu amigo del sexo opuesto (o de tu mismo sexo, por qué no) tal vez termines hasta las manos con él/ella. Eso dicen las malas lenguas… Y el problema acá surge cuando el sentimiento es de un solo lado. Cuando uno de los dos muere por la otra persona, sale en su ayuda en cada mini-crisis tenga, y ni decir cuando la crisis es seria. Cuando consuela al otro cada vez que un boludo/a le rompe el corazón… y sigue ahí… siempre en la friendzone, o peor aún, con la esperanza de salir algún día de ella, porque convengamos, que el otro, siempre se da cuenta… y por más que no sienta lo mismo, se aprovecha cuando puede, no sin culpa, pero igual sin poder evitarlo. Y es que como me dijo una amiga… “él me hace la vida más fácil, me ayuda como un novio, me acompaña cuando quiero salir como un novio, suple todas las funciones de un novio (menos lo sexual, sino hablaríamos de otra cosa), y no me genera tanto trabajo como un novio”… y el pobre, sigue como perrito faldero atrás de ella. Hasta el día que decida no hacerlo más, y ahí… probablemente las posiciones se reviertan.

El que quiere algo serio mientras el otro está en la joda

Este caso suele darse a conocer más de parte de las mujeres hacia los hombres que viceversa… pero podría decirse que la patología cada vez distingue menos entre sexos… y tiene muchas variantes, desde el que está en la joda pura, hasta el que está bien con la otra persona, pero simplemente muy cómodo con su vida como pensar en proyectar y cambiar su status quo. Y esto es complicado, nadie debería obligar a nadie a avanzar en algo que no le sale solo… como dicen por ahí, tiene que fluir. El tema es cuando lo que fluye es la frustración del que la rema y la indiferencia del que está tranquilo haciendo la plancha. Conozco dos posibles desenlaces a esta historia: el ultimatum que termina en casamiento y post divorcio… y la ruptura con amor, porque en estas historias hay uno por lo menos que ama, y es más, creo que muchas veces los dos lo hacen, pero de manera dispar. Mi postura: no hay que forzar las cosas, lo que no se da naturalmente para ambos no vale la pena obligarlo a que pase.

El que quiere hijos con el que no

Es de las disparidades más dolorosas que conozco. Me ha tocado conocer mujeres que han terminado sus relaciones porque el hombre no quería hijos, y después no han logrado conocer a alguien más y terminan quedándose sin tener hijos igualmente (pero valoro la valentía de haber buscado al menos la oportunidad de lo que querían) o peor aún, que se han separado y los hombres con la siguiente mujer con la que estuvieron decidieron que sí querían hijos. Pero aún cuando esto no sucede, vale lo mismo que para el punto anterior, las cosas no se tienen que forzar. Es tan válido querer tener hijos como no querer hacerlo. Y realmente es una diferencia bastante definitiva.

Mi conclusión respecto a estas parejas disparejas es siempre la misma. Uno antes de ser una pareja es un individuo, y como tal tiene que pensar y dejarse sentir. Aún en tiempos de chongos, huesos, touch and go, garch and go y demás, todos en algún momento de nuestras vidas, llegamos al punto donde queremos esa persona con la cual tirarnos en el sillón a ver una peli, donde ya no tenemos ganas de tener un río fluyendo de pasión sino un estanque en calma que nos de paz. Y eso solo lo podemos conseguir en una pareja que quiera lo mismo que nosotros, con la misma intensidad, con el mismo compromiso. Y eso, no hay que negociarlo… porque sino nos negamos la oportunidad de conocer a la persona que realmente estaba ahí afuera para nosotros.

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