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Lo que nos dejaron los Juegos Olímpicos

Entonces cada 4 años llega esta vorágine deportiva que inunda la televisión y las redes sociales, llegando a que alguien como vos, o como yo, que tenemos menos deporte que una ojota, menos deporte que Utilísima Satelital, nos sentemos a ver gente hacer ejercicio, porque de hacerlo ni hablar, tampoco la pavada. Es entonces cuando nos volvemos un poco olimpicolotudos:

– La presentación: en un intento de ver quien la tiene más grande…de arranque vemos un despliegue de cosas cada vez más tecnológicas y abstractas que generalmente si no nos las explica una voz en off no sabemos que son. Se elige una canción popera y pegajosa que si tiene éxito nos van a torturar unos meses más  y porque no también una mascota para que nadie le dé bola.

Vinicius y Tom, representan la fauna y flora brasileña, no los junan ¿no?

– No entender ni pito: de fútbol en el país tenemos 40 millones de técnicos, de vóley y básquet se entiende, a natación ponele que le atinas algo, pero cuando te vas a las disciplinas que no salen ni en el canal “Z” de deportes pegamos todos el zapallazo. Vos festejas el salto divino que hizo a la pileta pero resulta que salpicó mucho y la mataron con el puntaje, termina la competencia de ciclismo en un coso de madera y no entendiste quien gano ni porque, o peor las pibas de gimnasia artística pusieron miembros de su cuerpo en lugares que no creías posibles y no le dan ni la medalla de corcho.

– Opinar sin entender ni pito: A mi entender lo mejor es llámate al silencio y cando ves que no la estas cazando al final tirar un digno “¡Qué impresionante!” o algo por el estilo. Pero no acá muchos redoblan la apuesta porque no se pueden aguantar y hacen unos análisis descabellados de tiro al arco, remo, o de algunos de esos que van en botecitos con velas o remos.

Como no conocen las reglas se las inventan, y si no son respetadas se calientan porque ganó un salame que era más bien un queso, lo lindo es que en realidad los conocen a todos y a lo que sea que practiquen hace quince minutos.

– Las historias de vida: contrastan los atletas del primer mundo con una máquina de respaldo atrás con todo el resto de tercermundistas que la viene remando desde chicos y a los ponchazos. Pero eso no les quita mérito, al contrario, ser el décimo mejor del mundo por puro mérito propio personal debe ser increíble.

De entre todas me quedo con la de uno de los campeones mundiales de “salto en cama elástica” que era recontra pobre, pero al frente de la casa había una fábrica de las mismas y de ahí empezó su pasión…gracias al gamba que puso una panadería en mi cuadra, me cagó una posible carrera olímpica.

– La gente linda: y así como te muestran los méritos, los medios no dan más de pelotudos o más bien los programadores no dan más de babosos y te arman compilados tipo: “las atletas más lindas del mundo”; “las bellezas del deporte” con unos mega planos de los trastes más que dignos del “Bailando” de Tinelli, tómense un descanso muchachos.

– Los grandes argentinos que nadie conoce: ¿nos les llama la atención que de repente aparecen 4 o 5 argentinos que nadie conoce? En disciplinas no populares, con historias de las que hablaba antes, de mucho esfuerzo que tal vez quedaron en el lugar 20 del mundo, y va un infeliz y les pregunta ¿te sentís frustrado? Si, frustra más que el Estado no les dé una mano, pone plata en cada pavada y en estos ejemplos no pone un mango.

Paula Pareto: yudoca, medallista olímpica y médica. Primer oro femenino de Argentina…háblame de ser un éxito en todo.

– Sentirte un almohadón: porque todo lo anterior lo ves apoltronado en el sillón de tu casa, rodeado de comida, siendo el movimiento más ágil el del dedo para hacer zapping. Vos ves las competencias de atletismo y dudas si a duras penas llegas a tocarte los dedos de los pies, los clavados y pensás con dolor el costalazo que te pegarías de esa altura, la velocidad de natación y que vos de pedo sabes flotar estilo perrito, las lesiones que tendrías de solo acercarte al 90% de los elementos que utilizan.

A los grandes también les pasa.

Bonus track: es inevitable reírse de los nombres extranjeros que, especialmente para la interpretación y humor argentinos, son un deleite:

Pero le dicen Pepe.
Ninguno hubiera sobrevivido en una escuela argentina.
¿Qué sería de nosotros sin los chistes fáciles sobre nombres orientales?

mendosh