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Los Juegos Olímpicos Manija

Hace un tiempo terminaron los juegos olímpicos 2016, donde pudimos ver cientos de atletas desplegando destrezas fabulosas en cada una de las competiciones. Luego nos emocionamos en los Juegos Paralimpicos, cuyos deportistas con ciertos tipos de discapacidades físicas o mentales nos deleitaban y atestaban de lágrimas y regocijo.

Ambos eventos tienen muchas características en común, pero hay una que me llamó la atención… está prohibido el consumo de cualquier sustancia. Ante un doping positivo, el atleta queda automáticamente descalificado. Esto está perfecto, porque se premia al esfuerzo y al talento natural de una persona limpia, sin la exposición a drogas que alteren su condición deportiva o genética. Pero… viviendo en un mundo que aboga por la libertad, que tiende a la inclusión, que vitorea la igualdad en todos sus ámbitos… ¿porqué dejamos afuera a los que se quieren meter chimichurri para potenciar sus habilidades? ¿Tiene menos derecho acaso que los demás aquellos que se quieren insertar giladas para explotar sus condiciones? ¿Porqué estos deportistas no pueden también tener su espacio y disfrutar la gloria?

Entonces pensé algo… tienen que crear los JOM: “Juegos Olímpicos Manija”, porque los falopa también merecen su espacio. Además… creo sinceramente que a nivel espectáculo puede ser bastante más interesante que los juegos tradicionales, que nos venimos fumando desde toda la eternidad, ¿se los imaginan?

Los atletas podrían entrenar durante toda su vida bajo los efectos de distintas sustancias, inyectarse porquerías, aspirarse toneladas de mandanga y fumarse los relajantes musculares. Los tipos entrenarían 24 horas seguidas y dormirían haciendo abdominales, convirtiéndose en máquinas imparables deportivas, con cuerpos muscularmente deformados a niveles circenses que nos llenarían de risa y sorpresa. Además perderían noción del tiempo y espacio, lo que mentalmente los convertiría en autómatas del deporte, sus comentarios, respuestas y escenas paradeportivas serían la comidilla de muchos programas de espectáculos. Jamaiquinos morenos cometiendo proezas sexuales astronómicas, como voltearse a un curso completo de colegialas en una noche, o una nadadora ninfómana acabando con todo un equipo de fútbol sola (suplentes incluidos).

Los nadadores de aguas abiertas se cagarían a piñas con tiburones en el medio, de tanta energía contenida. Los que nadan en piscinas olímpicas irían prácticamente al ras del agua, casi volando, a veces simularían ser delfines, saltando a varios metros, incluso al terminar se arrojarían contra los bordes como pingüinos kamikaze. Algunos jamás saldrían a la superficie, haciendo todo el recorrido bajo el agua como un pez. Habría que tratar de que no se tomen toda el agua de la pileta. Mearían fucsia.

Elevarían un metro más el aro de básquet, porque los tipos saltarían desde media cancha para embocarla, los triples se contarían solamente de punta a punta. Además los gigantes medirían más de 3 metros. Cada choque sería una explosión de huesos y quebraduras expuestas de los más entretenido.

Los partidos de fútbol serían toda una experiencia… Argentina le mete 77 goles a Portugal. Pierde Inglaterra 44 o 95 en manos de una imparable Alemania. 90 minutos de jugadores al 100%, con dos columnas por piernas y el porte superior de un levantador de pesas. Las faltas serían un verdadero castigo a la destrucción humana. Morirían a diario los arqueros en manos de pelotas que correrían a mil kilómetros por hora, rompiendo la velocidad del sonido y explotándoles la cabeza como sandías. Sus guantes serían fabricados por Industrias Stark. Tendrían que atrincherarse para recibir un tiro libre y los penales se patearían de mitad de cancha… sin arquero.

Los jugadores de balonmano usarían armaduras y yelmos como la edad media, porque sus pelotazos serían verdaderos misiles de destrucción masiva. El espectáculo sería prácticamente romano, de coliseo. Sería mucho más divertido disfrutar de las lesiones que de los cientos de miles de goles que se harían, al punto de perder la cuenta. Ganarían los equipos con menos muertos y abolladuras.

¿Y que hablar del boxeo? Dos poderosísimos peleadores de ciento cincuenta o ciento ochenta kilos de pura fibra, velocidad y energía. Tendría tintes filosóficos de samurái, porque las chances que terminada la contienda el luchador muera serían altísimas. Piñas demoledoras, explosiones de carne y huesos, caras desfiguradas y muertes en el acto serían parte del show. Podríamos ver 20 o 30 rounds de una lucha épica. Las fotos privadas de los boxeadores los mostrarían nadando en jacuzis de merca o en peloteros de pastillas.

Los ciclistas terminarían soldados a las bicis. Sus dos pistones por gambas serían fabricados por una ingeniería sintética del más allá. Carreras de novecientos kilómetros a ciento noventa o doscientos kilómetros por hora. Un accidente sería una catástrofe, bicis que chocan, miembros que vuelan, cascos gratis. Los re manija tendrían chimi en las botellitas de agua, así que podrían ir muriendo a medida que se enchufan falopa, dejando una tandalada de cuerpos esparcidos por el camino a los tiritones.

Los caballos serían también drogadictos. Así que la equitación sería sobre dragones furiosos que se terminarían peleando entre ellos. Tipo Game of Thrones. Los domadores irían re locos mirando enanos, confundiendo sus animales con unicornios dorados o elefantes rosa.

La gimnasia deportiva sería un espectáculo 3D de ciencia ficción. Chinitos dando 26 vueltas en el aire antes de caer sobre el meñique, rusas haciendo morteros hasta colapsar, parándose en la lengua, un japonesito saltando en el trampolín sobre los edificios mientras arma un cubo rubik en el aire, una rumana dos días enteros haciendo giladas en las anillas al tiempo que cuenta chistes verdes, 82 francesas haciendo una coreografía con similitudes milimétricas incapaces de detectar ni por un láser bionico que las evalúa (el ojo humano no podría).

Los palos de golf serían de adamantium (como los de Hockey), porque ningún otro material soportaría el golpe atroz del golfista. Las canchas serían bosques y estepas, con pelotas que viajarían durante kilómetros, rozando la estratosfera y regresando incendiadas a impactar contra el suelo, como meteoritos galácticos.

Los jugadores de rugby serían casi los más drogones, titanes atenienses, colosos romanos, 7 orcos de cuatrocientos kilos promedio cada uno con la velocidad de un gepardo y la gracia de una gacela. Cada tackle sería el choque de dos trenes de frente… con 20 vagones de acoplado. Los culos les llegarían a la nuca y servirían de paragolpes traseros. Las tribunas deberían estar cercadas, porque los guindazos correrían a niveles de misiles bélicos de ISIS. Comerte uno de esos implicaría la muerte tuya y de 10 personas a la redonda por la onda expansiva. Habría que ponerse sorderas para los scrums porque el ruido sería similar a la colisión de dos tanques pesados soviéticos con motor Ferrari. Morirían varios jugadores por partido víctimas de la meme.

El levantamiento de pesas sería casi burdo, aparecerían gorilas pseudo humanoides, con uno que otro atisbo de persona, enfundados en obscenos trajecitos de lycra a levantar autos, casas, máquinas viales o camiones, porque no habría barra que soporte el peso que se pueden. El que llega vivo a la final gana. Un escuadrón de francotiradores estarían apostados en el recinto, porque las posibilidades de que el gorila se saque y decida violentarse y matar espectadores serían elevadísimas. Habría que tener mucho huevo para verlo en vivo, como ir a una corrida de toros o ponerse en bolas 21 días en una isla sin una goma.

Habría que hacer trajes especiales para el tenis y el volei, porque un solo pelotazo implicaría la muerte segura. Los encordados de las raquetas serían de diamante, los partidos durarían días y con la entrada te darían Átomo desinflamante para el dolor de cuello que produciría intentar seguir el game cinco minutos. Irías solo de levante y a escuchar gemidos atómicos. Respecto al volei jugarían en una jaula donde culonas amazónicas terminarían por comerse entre ellas, para el regocijo de los morbosos espectadores.

Atletismo… la cereza del postre. Este show sería de proporciones futuristas. Habría que disfrutar el espectáculo con lentes especiales que ralenticen la visión o directamente ver la repetición en cámara lenta, porque la velocidad despampanante de estas bestias faloperas sería imposible de observar con un ojo mundano. De cero a cien en milésimas de segundos, podrían competir con autos, caballos, liebres, aviones, linces y cualquier clase de bicho o aparato que corra rápido, debiendo detener su frenética marcha con mojones acolchonados o cubiertas. Los maratonistas correrían los 42K en 39 o 40 minutos. Cuadriplicarían el número y la altura de las vallas. Los saltos con garrocha superarían los 25 o 30 metros, donde el deportista correría el riesgo de esquivarle el colchoncito y morir explotado en el piso. El salto en largo tendría que ser sobre algodón, porque los tipos atravesarían sin drama 40 o 50 metros. La jabalina se tiraría al aire libre, porque cubriría distancias de cuatro o cinco kilómetros, lanzadas por brazos como coladores de tantos pinchazos.

En fin… sería de lo más lindo. Un mismo atleta jugaría al fútbol en el equipo de su país por la mañana, nadaría por la tarde y se enfundaría en el kimono de judoca por la noche. Los dealers se harían millonarios en el evento y aprenderíamos sobre cóctels volantines para surtirnos mientras entrenamos. Las olimpiadas durarían una sola semana, 7 días al palo, 24 horas sin parar, sin descanso, para luego padecer el bajón general de todos los atletas, que deberían ser asistidos por psicólogos especializados para que no terminen cabeceando una bala.

¡Aguanten los J.O.M. carajo!

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