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Los Nievelotudos

Llega el invierno (en cualquier momento) y nuestra querida Provincia se viste de blanco para darle la bienvenida a miles de turistas y mendocinos que día a día visitan la nieve en todas sus formas. Claramente como somos nosotros, terminamos entre todos convirtiendo a un grupo de gente que simplemente desea pasar un buen rato durante el invierno, en una horda salvaje denominada los Nievelotudos. Aquí vamos con el análisis de la fauna en cuestión:

Paseos por la montaña:

Nada como un hermoso paseo por la cordillera de los Andes, disfrutando los paisajes autóctonos, vas a Cacheuta y a Potrerillos, algunos hasta se aventuran hasta Uspallata. Si te vas a Cacheuta no te queda otra que terminar comiendo algo medio “al paso” en la mini villa miseria que se armó al lado del viejo puente colgante. Por supuesto te cuidan el auto si te querés bajar, imaginate la inseguridad un Domingo al medio día en la montaña. Pasas por una especie de feria persa artesanal donde todos los “Boli chitos” te venden exactamente lo mismo. Podés dar una vuelta por las “Termas” que son básicamente piletas meadas por pendejitos, o podes almorzar en alguna de las cantinas que encontrás por ahí. Todo muy top. Lo único divertido era un boliche de faloperos que estaba cruzando el puente.

Seguís para el lado de Potrerillos y empezás a preguntarte por qué diablos nunca nadie pudo terminar de abrir los escasos metros que lo separan de la ruta de Cacheuta. Siempre hay tránsito para llegar y si tenés un auto medianamente decente te terminan parando los canas para pedirte coimas. Como ahora Potrerillos no está más en la montaña, no ves un cojudo copo de nieve, por lo que te clavaste una hora de viaje para sacarte una foto forra en el restaurado Hotel de Potrerillos, que quedó bárbaro y se come como el traste. Para ver un poco de blanco te tenés que meter hasta el Salto o Las Vegas, donde la gente desconoce por completo el significado de “servicio” y “hospitalidad”. Te cagás bien de frío en los pseudo restaurantes de montaña, donde te rompen el ort… con los precios y por supuesto no tienen tarjetas de crédito y para colmo si está nevando existen altas chances al regreso de tostártela en el auto porque los caminos se congelan. Por ello decidís como siempre rajarte para el parador de Argentina Rafting, o en el peor de los casos seguir para Uspallata.

Llegás a Uspallata para por fin ver un copito de nieve cayendo y lejos de eso, con el tanque de nafta vacío, contemplas la decadencia y la soledad. Poco queda ya de ese pueblo desolado, más que un hotel menemista en ruinas, dos milicos y una estación de servicio. Ya no se puede ir a pasear como antes, pero por lo menos te podés hacer un muñequito de nieve en el capot con la nieve marrón de la banquina, cosa de no ver un carajo a la vuelta y que se te queme un poco la pintura del coche. Si decidís almorzar algo, teminás Donde Pato compartiendo una exquisita velada junto a contingentes del Pami y camioneros que esperan cruzar a Chile.

Paso a Chile:

Justamente relacionado con lo anterior, tenemos la mayor expresión de estupidez que se pueda encontrar en nuestra Provincia, claramente el paso a Chile. Está a la vista que tanto del lado argentino, como especialmente del lado chileno, envían a las personas menos capacitadas que encuentran para dirigir y operar ese cotolengo que divide nuestros países, 12 y hasta 16 horas de cola, para poder cruzar unos pocos kilómetros. Filas interminables de autos y camiones varados por doquier adornan el paisaje andino invernal. Pérdidas millonarias en mercaderías y en turismo. Inoperancia indescriptible al máximo nivel. Es por eso que encuentro inexplicable a la gente que se va a esquiar a Portillo, teniendo que lidiar con tamaño trámite.

Ski:

Si uno desea gastarse unos manguitos más, se puede dar la gustada de visitar algún centro de ski. No es importante a cual uno vaya, ya que como bien sabemos, en Mendoza lo importante es figurar. Se meten 10 monigotes en un “dormi” que alquilaron con capacidad para 4 personas, se llevan cajas con todo lo que puedan necesitar, cosa de no tener que comprar ni un litro de agua en la montaña y se pasan el fin de semana sacándose selfies disfrazados con conjuntitos noventosos, alquilados en calle Las Heras, donde aparte les cobraron para llevarlos en una Traffic modelo ‘92 con GNC y de asientos reventados, como si te llevaran en una Limo. Una vez alquilada la ropa es hora de ir a por el equipo especializado. Y te llevás unos hermosas tablas palillo marca Rossignol de dos metros, con bastones de hierro oxidados y botas Salomon retro blancas con lila, que curiosamente pegan bárbaro con el rojo fuego y el amarillo patito del conjunto. Pero al fin y al cabo todo vale la pena para volver el Lunes con la marca de la antiparra, y la cara calcinada, como buen principiante de montaña.

Penitentes:

Lo tenemos acá nomás. Cuna de Tirabolas y culipatines. Único lugar de montaña donde sirven las gaseosas calientes y tienen un bar inclinado. Se llena de gente con jeans, borcegos de seguridad y camperas con nombres de empresas, tirando sus trineos de las cuerditas, tienen una silla peatonal, donde se mezclan esquiadores y gente de a pie. A pesar de todo eso y de las historias de indios enterrados y los yetas innombrables, hay un nutrido equipo de fanáticos de “Los Penis” que hasta tienen grupo de Whatsapp, para criticar a Las Leñas y vanagloriar a su centro de ski favorito. Idolatran todo lo que tenga que ver con dicho centro de ski. “Las Paredes” y “La Bajada del Viejo” las comparan con pistas de Alaska y bancan a full el centro aunque se les rompa la única telesilla que tienen para subir la montaña y se queden cada dos por tres sin nieve. ¿Los Pisanieves? Son unos Fititos con orugas que siempre están con motor congelado. Con precios peligrosamente cercanos a los de Las Leñas, Penitentes se ve como una opción valiosa más que nada por su cercanía. Nada que un buen lomo de La Barraca (si no se quedan sin carne) después de una bajada por “Las Paredes” con nieve polvo no pueda solucionar.

Vallecitos:

Cerrado por falta de nieve, Vallecitos tiene Telesillas arcaicas para una persona, a las que el esquiador tiene que andar esquivando para evitar cabecear unas tablas por la falta de altura. Nada se compara con la estupidez supina de colocar una pista escuela más arriba de las pistas con dificultad. Si, Ud. entendió bien, sino aprendieron a esquiar en esas dos o tres horitas mejor es tirarse de cabeza rodando ya que después de la pista escuela viene una pista roja y las posibilidades de bajar vivo son escasas.

Los Puquios:

Un Winter Park entretenido para el que no sabe esquiar. Válido para aprender, va la gente que se gana vouchers que sortean en la radio y snowboarders que no tienen nada mejor que hacer o que les pagan por estar allá. Eso, nada más.

Las Leñas:

La reina de la montaña se erige al pie del Cerro Fósiles, desplegando lo mejor del ski en el país. De precios inaccesibles y con una hotelería quedada en el tiempo, solo compite con sus rivales sureños por la calidad de sus pistas y lo abundante de su nieve. Se llena de porteños infumables que se revientan los huesos por decir que bajaron por Marte. Convertido en el epicentro top de la Provincia, sus habitúes denostan tanto a tirabolas, que no son bienvenidos, como a los que frecuentan otros centros de ski. Para el Leñolotudo, a lo sumo se puede ir a Portillo en caso de emergencia climática. Discriminadores y coquetos pasean sus últimas adquisiciones, como camionetas, equipos de ski y mujeres (en ese orden de importancia) por el Valle, mientras descansan en sus antiguos apartamentos de Esparta, Tebas, Corinto y Atenas, adquiridos con trampillas impositivas, que secretamente alquilan en las vacaciones de los porteños, para poder gatillar las prohibitivas expensas y los impuestos tercerizados (aunque el Miguel valga la pena). Excesivamente preocupados por si el conjunto de ski de fulanita es de la temporada pasada o si menganito compró los últimos skis marca Fischer. Los Leñolotudos solo hablan de Las Leñas durante el invierno y aunque no lo quieran reconocer son peores que los Penitentolotudos. Claramente no hay nada como una bajada a fondo por “Eduardo” y una cerveza fría en el UFO.

Por eso y mucho mas es que una vez que llega el invierno, nos convertimos en Nievelotudos.

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