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El pibe de las piernas de oro

Cuenta la leyenda que una vez, no muy lejos de nuestra provincia, para hablar bien en Rosario, nació un pibe especial, una especie rara de marciano mezcla con humano, un verdadero barrilete cósmico. Nació el pibe con las piernas de oro.

Demostró de chiquito la magia que despedía, cuando jugaba en la cantera de newells, muchos empezaron a observarlo de cerca, pero como toda joya brillante tenía un problema, no crecía bien. Pero el pibe no se rindió, y empezó a buscar en todos lados un club que le pudiera dar esa fórmula mágica que lo iba a ayudar a crecer, pero no lo encontró y el pibe se desilusiono, pero la luz a veces llega de muy lejos, precisamente de España, y con solo 13 años emprendió un viaje con su familia que le iba a cambiar la vida y la forma con la que lo iba a ver el mundo. Dejaba mucho atrás, su país y la chica con la que jugaba de chico, con la que se sentaba a la orilla del río y jugaban a que eran novios.

Soporto muchas agujas y dolor, pero el sacrificio pago su premio y con 17 años debuto con el Barcelona y los ojos de todo el mundo se pusieron sobre él, era un crack, un astro del fútbol y poco a poco empezó a crecer, la gente lo aplaudía, pedía cada vez más de él, estaba empezando a cumplir su sueño, era uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Lo compararon muchas veces con otros grandes, pero él seguía rompiendo records y metiendo goles. Cerró muchas bocas y seguía teniendo sed de gloria…

Todo esto lo llevo a jugar en la selección, de muy pibe, empezó en el mundial de Alemania, donde no pudo jugar, nos perdimos de ver su magia, pero el pibe no se rindió y pudo jugar su primera copa América y su primera final. Tristemente el marcador terminaría con tres goles abajo y perdíamos una final más.

El pibe siguió, no aflojo nunca, quería levantar una copa para argentina y en el mundial del 2010 se quedó otra vez afuera, esta vez lo dirigió un grande, una persona polémica. Nos quedamos en cuartos, Alemania nos metía 4 y se apagaba ese sueño mundialista. Lo peor vino después, lo empezaron a tildar de pecho frío, querían que se fuera de la selección, pero eso no lo desanimaba, tenía en la mente la idea de salir campeón, de levantar una copa. La oportunidad se opacó cuando en el 2011 perdíamos contra Uruguay en los fatídicos penales. El pibe no se rendía, quería gloria.

En el 2014 llegaba otro mundial, esta vez era bien cerca, en Brasil, el pibe cada día jugaba mejor y nos llevó a las finales después de ganarle a Holanda por penales, ese día fue uno de los días más alegres de su vida, el pibe estaba a un paso de levantar la copa, la gente lo aplaudía, era todo maravilloso. Hasta que otra vez llego Alemania y en el alargue anoto un fatídico gol, el pibe miraba la copa de pensando que cerca que estuvo, como no pudo levantarla, habiendo resistido la marca de 5 o más jugadores encima ¿Qué estaba pasando? La gente seguía pidiendo a gritos que se fuera, que no servía, que como no cantaba el himno no sentía la camiseta, pero el pibe hacia oídos sordos y seguía con la vista en su objetivo, como un caballo con anteojeras, no aflojaba y siempre miraba para adelante.

Legaba el 2015 y el rival era Chile, ya habíamos ganado 6 a 1 y la veíamos venir, ya la acariciábamos. Esa final fue fatídica, el pibe llegaba pero nadie lo acompañaba, le decían que caminaba y que no ponía huevo, tristemente llegaron los penales y la suerte no estuvo a nuestro favor, dolorosamente perdíamos contra Chile. Otro sueño opacado, el pibe ya empezaba a sentirse extraño, le estaban pesando las piernas de oro, pero no aflojaba, siempre fiel a su objetivo.

Hace unos días jugaba el pibe su cuarta final otra vez con Chile, fue sin duda su copa, asistencias e impresionantes goles de tiro libre. Era nuestra. Llego a la final y el sueño se cortó rápido, se cansaron de patearlo y humillarlo, jugaba con todo un equipo persiguiéndolo, no encontraba pases, estaba ahogado. Legaron otra vez los penales y el pibe lo pifio, se acababa su sueño, Chile otra vez levantaba la copa y empezaron a correr lágrimas por sus ojos… El pibe no quería más. Tanta lucha, tanto esfuerzo y no podía lograr su objetivo, no entendía por qué siendo el mejor de la historia no podía levantar una copa con su selección, si tantas había levantado con el Barcelona… el pibe estaba agotado.

Y tomo la peor decisión, dio un paso al costado.

La gente que antes lo había bajado y escupido le pedía que se quedara, que no se fuera, intentando que el pibe reaccionara. Y todavía el pibe no reacciona, está en una cuerda floja. No entiende que por errar un penal no deja de ser el mejor del mundo, el pibe todavía tiene cuerda y tiene oportunidades, el pibe tiene que entender.

Pero si el pibe se va, ¿de qué nos quejamos? Si nosotros fuimos los pelotudos que lo pisamos y lo insultamos sin darnos cuenta que es un diamante en nuestra corona. Si el pibe no vuelve va a ser triste, pero no va a estar equivocado, porque no lo merecemos.

Pero si el pibe vuelve espero que los que lo pisaron se callen y lo dejen hacer lo que mejor hace, deleitar a todo el mundo con sus piernas de oro. No te vayas pibe, te necesitamos…

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