La madrugada del sábado comenzó a regir esta Nueva Ley de Tránsito, temática que fue el trending topic de la salida nocturna del viernes y del sábado. En los grupos de amigos se debatían unas y otras posturas y poco a poco se iban armando los perfiles ante la ley, según las características típicas intrínsecas de cada persona. Si conoces mucho a una persona, sabes cómo va a reaccionar ante esta nueva modalidad que impacta directamente en lo social. Estos son los típicos personajes ante tamañas sanciones:
El responsable
El tipo paga las cuentas a fecha, no le debe nada a nadie, es un ciudadano civilmente limpio, no infringe la ley y por sobre todo, respeta las leyes de tránsito. Mesurado y medido en su vida, con una economía estable a base de organización financiera, sabe que no podría afrontar tamaña multa, por lo que decide no ingerir más alcohol en las juntadas. Cero tolerancia.
El coherente
Reconoce en el alcohol una droga social imposible de dejar, tan intrínseca a los mendocinos como el agua o las tortitas, así que propone una solución coherente: no dejar de escaviar en las juntadas, pero tampoco manejar. Entonces el tipo de baja Uber y comienza a hacer uso de la aplicación. Decide volverse siempre en taxi re muñeco y listo, las 100 lucas de multa son unos 400 viajes en la moderna app, así que está más que pagado el asunto.
El temerario
El temerario es un tipo que más que valiente, roza lo ignorante ante el peligro. Tal es este pelotudo, al que le chupa el escroto la Nueva Ley de Tránsito. Él cree que «vale la pena el riesgo», así que viene en su auto, se pone hasta la pija y se va recalculando rutas alternativas y vías de escape. El regreso a su casa se convierte en una timba que lo excita, que lo seduce y le hace florecer su espíritu ludópata vicioso.
El chanta
El chanta ya se bajó la app Wize y la trae re contra actualizada. Está esperando pacíficamente, whisky por medio, que le avisen dónde hay controles, dónde hay operativos y cualquier evento policial que le alerte la dudosa aplicación. Típico argentino que le encontró la vuelta turbia a un invento buena onda.
El manija
El manija es nochero por naturaleza, así que propone arrancar las juntadas una hora más temprano y extenderlas hasta altísimas horas de la madrugada. Pone café para la última hora y no tiene drama que de que se queden en su casa hasta las 6 o 7 de la mañana hasta que se les pase el pedo. El manija insta a arrancar la ingesta de escavio a las 8 de la noche y cortarla a las 12, luego quedarse de timba, de Play o de charla con agua y migas de pan rematando con el café antes de irse. El manija se compró un controlador de alcohol en sangre para hacerle el test a cada uno de los pibes antes de irse. Sale disfrazado de cana y todo el muy hijo de puta.
El hospitalario
El tipo es el más bueno del grupo, siempre pensando en el bienestar de la manada a costa de su comodidad. Sabe que este tema es escabroso para su banda, que el vino los une, que el fernet es la previa y que el whisky el postre, así que en vez de buscarle la vuelta a un regreso peligroso, el hospitalario arma unos colchones en una pieza o el living y les propone a todos quedarse a dormir hasta el otro día.
El falopa
El falopa siempre es el que lleva una batería de «cotillón» a las juntadas. Haces un asado, el falopa lleva porro, previa al boliche, el falopa lleva pastillas, recital copado, el falopa cae con merca. Siempre encuentra la posibilidad para darse un buen sacudón lisérgico y terminar del culo. Este caso no es la excepción, así que el falopa lo usa a su favor y propone reemplazar el alcohol por marihuana. Se vuelve re contra loco a su casa y con dos neuronas menos por juntada, pero… zafa de las multas.
El conductor designado
Cual jauría de lobos, el grupo decide organizarse, como en el fútbol, como en cualquier juego. Un orden metódico y preestablecido de fechas y asignaciones. Tal día, este y aquel llevan a todos estos, tal día aquellos llevan a este y a aquel. Fechas pactadas, días fijos, conductores designados. Ese día el chofer no puede tomar alcohol, pero… no se le cobra el valor de la juntada. Es un poco garrón cuando te toca, pero luego no pones el auto como por dos meses y podes volver destruido a tu casa sin problemas.
El red social turbia
El típico chanta que usa los recursos conocidos para sacarle un provecho oscuro. El loco se arma un grupo de Whatsapp de ingreso libre y lo difunde por todos lados. En este grupo sólo se puede compartir ubicaciones geográficas de los controles policiales. Cualquiera que comparta otro tipo de contenido, es automáticamente eliminado y bloqueado. Al cabo de una semana el tipo es administrador de setenta grupos, «Nueva Ley de Tránsito Maipú», «Nueva Ley de Tránsito Lavalle, «Nueva Ley de Tránsito Lujan», «Nueva Ley de Tránsito Guaymallén».
El que se aprovecha del red social
Este es amigo del «red social turbia», entonces se aprovecha de esta idea. Lo primero que hace es mandar audios graciosos relacionados con la temática, entonces no lo pueden rajar, pero comienza a transformarse en el «copado» del grupo. Luego pasa a videos producidos y poco a poco le empiezan a llegar privados de las minitas. Así se va garchando grupo por grupo a pendejas buena onda, con el chamullo de «yo te busco y no me escavio». Le pide al amigo que lo agregue en todos los grupos, en menos de un mes se ha hecho una base de datos de borrachos impresionante. Se las vende a las bodegas y se va de vacaciones a Madagascar.
El químico
De profesión ingeniero o relacionada, el químico se ha estudiado la ley y lleva una balanza a cada juntada. Entonces pesa a los concurrentes, le pregunta qué bebida quiere ingerir, mete los datos en un algoritmo hecho en Java y al cabo de escasos segundos la máquina devuelve la cantidad de líquido que puede beber sin pasar a la ilegalidad. También arroja el tiempo que debe esperar entre absorción y absorción, las proporciones de agua que debe ingerir para limpiar el alcohol en sangre y la cantidad de alimento que debería comer para equilibrar la balanza. El tipo se pasa la noche haciendo cálculos para que sus amigos zafen. Un genio.