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Típicos personajes que encontrás en una maratón

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El pibe moda: el pibe sabe que es cool hacerse el deportista compitiendo en maratones populares por las calles mendocinas, entonces dos días antes va y se compra un bóxer hidrotérmico, calzas que usas los astronautas para viajar al espacio, media micro tejidas para no retener la transpiración, zapatillas que cuestan 4 planes jefes y jefas de hogar juntos, un reloj que indica pulsaciones, nivel de glóbulos rojos, nivel de azul, nivel de orina en riñones y dilatación de pupilas. Y claro, el pibe tiene todo, menos experiencia, entonces a los 600 le agarra un dolor tan grande en el bazo que tiene q abandonar, pero no le importa, él ya tiene su selfie en la largada.

El atleta consumado: el tipo ha corrido en cuanta maratón se organiza, y debida a su vasta experiencia aprovecha estas corridas para enaltecer su ego, entonces arranca medio pelo y cuando es necesario comienza a correr hacia atrás sobrando a quienes pasa. Siempre se cruza con dos o tres como él, por lo que los últimos 500 metros tiene que poner toda la carne al asador. Al terminar la carrera el tipo está nuevo, lo entrevistan a los 5 min y ya recuperó todo el aire como si nada.

La minita descolocada: nunca falta que maratonistas que para ser IN en su grupo de amigas del contry, se encarga de organizar un grupito para correr. Pero eso sí, la presencia ante todo, por eso buscan que todo combine entonces se buscan a ver cómo será el color de la remera y buscan unas zapatillas de astronauta que ligue, sino el rosado siempre es chipi chick. Como obviar su cara maquillada cual salida nocturna al Black Jagger, sus lentes Dolce Gabana y sus peinados reflejan una producción previa. Al primer kilómetro la transpiración hace su trabajo y al llegar a la meta ya son otras personas.

El mirón vivaracho: el tipo solo va a ver minitas. Le importa tres pitos el deporte que no tenga que ver con una cerveza sentado en un sillón. Así que se pone en los primeros lugares con sus lentes de sol y espera que de a poco las mujeres con calzas comiencen a pasarlo, y ahí comienzan las pispiadas constantes. Hipnotizado por el movimiento glútico de femmes, pierde noción del tiempo. Suele terminar dos días más tarde.

La preparadora consejera: la deportista con alma docente nunca falta. Al comenzar la carrera comienza a mirar a los costados, a ver si corren bien, si pisan bien, si tienen suficiente agua, si respiran correctamente, etc. Ni hablar si ve alguien frenado o parado al costado porque ya no da más, frena su ritmo y va hacia su auxilio. También es la motivadora que alienta al desvalido con media gamba contracturada.

El nuevo inexperto: este se enteró a último momento porque sus amigos lo inscribieron. Por una remera de regalo, asiste y comienza a vivir poco a poco su infierno en vida. Cae a la línea de salida con unas topper con las que solía ir a Aloha y cuyos cordones no se desatan desde el 98, un pantalón que está más para la pileta que para el deporte, remera de algodón y una gorra rapera. Larga a correr y a los 200 metros la plantilla comienza a asomar por un costado y los pantalones se van bajando poco a poco. Más adelante ya siente un ardor en la planta del pié y como raspa la entrepierna. No tiene donde tomar agua pero sea como sea quiere terminar. Y así es la historia del primer hombre – ampolla mendocino.

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