La pandemia preocupa a muchos y yo no soy una excepción, ya que me la paso viendo en cualquier medio de comunicación noticias alarmantes que me hacen desear cabecear una bala. Y al querer alejarme lo más posible de aquellos pensamientos suicidas o de la hipocondría ajena, me puse a pensar y allí comenzaron a aparecer preguntas retóricas al imaginarme a otras mujeres, solteras como yo, sin saber en qué ocupar nuestro antes preciado tiempo.
En mí caso, canalizar la ansiedad con el arte o el ejercicio físico jamás fue una opción. Me la paso yendo a la heladera para suplir la demencia surgida producto del aislamiento, con alimentos calóricos que me llenan de placer.
La siguiente nota está lejos de ser una experiencia personal, de manera que no se proyecten en mí de sentirse identificadas, pichonas. Tengo amigas con las que puedo empaparme sobre algunos temas, y quiero compartirles lo que ellas están sintiendo en este aislamiento.
La que trabaja 24/7
El descanso eterno que para algunas resulta un suplicio, para otras es un sueño. Es el caso de las mujeres a quienes les tocó desempolvar el disfraz de valiente para continuar con su rutina laboral. Ellas no tienen tiempo para descansar y hasta se les empañan los ojos al pensar en llegar a su casa, tras una larga jornada de trabajo, para quitarse los zapatos, desparramarse en la cama y permanecer allí en modo ameba por seis semanas consecutivas.
No hay tiempo para pensar en hombres, el orgasmo lo logran al dormir ocho horitas seguidas y listo el pollo, mí amor.
La de las citas
Cara de tramposa y ojos de atorranta. Tiene más compromisos que cuando era libre, jamás había conseguido tantos números telefónicos y mientras promete citas que jamás van a llevarse a cabo, piensa cómo va a hacerse la boluda cuando todos sus chats despierten al unísono invitándola a concretar cada una de las proezas prometidas. Claramente no le va a dar la nafta, ella es la típica histérica calienta la pava que no toma mate y no le interesa cambiar. Su cuerpo, su decisión y me parece perfecto.
La felizmente soltera
Ella ya tuvo tiempo para hacerse mil y un dramas a causa de la bestia a quien alguna vez denominó «amor de mi vida». Entonces tener el celular en silencio y apreciarlo tranquilo en la mesita de luz le resulta más placentero que alucinar con una noche maratónica de sexo desenfrenado. No responde el WhatsApp y menos si se trata de alguna invitación a salir después del apocalipsis. Pensar en comenzar algo con un pan triste le da tanta fiaca que se ve siendo la tía soltera y borracha de la familia. La cuarentena le sienta perfecto ya que disfruta de su soledad. Delivery, series, chupe y vamo’ andando.
La Maru Botana
Se le quemaba hasta el agua del mate, pero con tanto tiempo al pedo descubrió que en YouTube podría encontrar una gran compañía, específicamente en los canales de cocina. La levadura no le falta en la heladera y se lo pasa haciendo facturas y pan casero para después chapear por Facebook o Instagram, según la generación. Mamu, vos cociná todas las recetas que quieras. En cuarentena somos todas inimputables.
La jugada
Lo que promete, lo cumple. Con ella no podés ir a medias, siempre está dispuesta a más y te lo hace saber, no hay videollamada que no se torne hot. Tiene por costumbre subir fotos sugerentes a sus redes sociales a fin de despertar el morbo colectivo de sus amigos virtuales. Y es muy probable que después de tanto aislamiento te agarre y deje seco por un mes. La que avisa no traiciona mi cielo.
La aburrida y felizmente soltera
Mi preferida. La cuarentena obligatoria la sorprendió fuerte, como a muchas de nosotras, más solas que perro malo. Y aunque al principio la idea de estar un tiempo a solas la sedujo, tras caer en la cuenta que la cosa viene jodida y que tal parece por muchos días más, lo cual le va a tocar recurrir a la autosatisfacción, empezó a lamentar haber rechazado antes del encierro, aquel tipo que le propuso tener algo de intimidad.
No es su culpa. Venía gambeteando como una reina el compromiso, porque la idea de dar explicaciones o aguantar planteos ridículos y pasados de moda, se la secaba (y me refiero ahí abajo).
Chatear con chongos que tenés archivados ya te aburre. Tinder es lo mismo de siempre: «hola, ¿cómo estás?» y chau, dejás de contestar y desinstalás la aplicación. Para responder preguntas boludas, mejor te bajás el «Preguntados».
Posiblemente haya olvidado mencionar a alguna, pero como nos quedan varios días más en cautiverio, tal vez haga una segunda parte.
Mientras tanto, las invito a continuar siendo ustedes mismas. En toda su esencia y en completa libertad. Omitan tener en cuenta lo que el resto pueda pensar de lo que estás haciendo con tu tiempo. No existe un manual sobre cómo debemos reaccionar ante situaciones extremas, estamos todos aprendiendo a estar con nosotros mismos y si fuese sencillo nadie tendría una pareja. Yo por ejemplo me di cuenta que soy insoportable, pero me amo.
Continúen con sus rutinas. No dejen de horrorizarse por tener la casa hecha un caos ni de ponerse a limpiar como una Esperancita. Si les pinta quedarse todo el día panza hacia arriba stalkeando a todo bulto que se asome, háganlo. Está mal, pero no tan mal.
Finalmente somos heroínas en este lío, les propongo que sigamos haciendo historia bebitas.
Nos leemos la próxima.