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El debate (cuento ilustrado)

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El debate en 6-7-8 pintaba bien. A un lado de Barragán estaba González y al otro lado Feinman, que a esa altura ya estaba seguro de haber encontrado un lugar entre Lipovetsky y Foucault. Lo que es seguro es que esta vez por lo menos no rompería las pelotas con la «visión panóptica», porque el tema era otro: Borges y la política. Feinman se pasó la mano por los cabellos y después se rascó los huevos con la misma mano, luego se la pasó por los labios y esbozó un:

-Yo qué sé, habría que ver si Borges era un grande… Leí muy poco de él, casi nada. Un poema por ahí, que recuerde. Ese que decía, corrijanmén si me equivoco: «Siempre se pierde lo esencial. Es una ley de toda palabra sobre el numen, etc. etc.»

González, en cambio, fue más apocado:

-Como director de la Biblioteca Nacional estoy obligado a leer a Borges, pero nadie quiere que se lo obligue, así que por razones morales, pues considero una inmoralidad obrar bajo coerción, no leí nada. ¿Qué escribió Borges, algo interesante?

Así es como entraron en las ancas profundas del debate sobre el polémico y genial escritor que se repetía a menudo como las ruinas circulares pues daba vueltas sobre su propio vacío. Pero, para entrar en clima, el periodista se dirigió a la cámara, puntos suspensivos, y la voz en off que destilaba un croar de duendes de yeso o mal llovidas veredas botánicas en el aire: Borges… ¿quién era este personaje?, ese que rememoraba claves de la historia americana como Civilización y Barbarie al contar de un Laprida que encuentra su destino sudamericano en lo hondo del facón salvaje. El salvaje, el reverso, de quien bien dijo Cavafis en Esperando a los Bárbaros: ¿qué haremos si no llegan los bárbaros?, ¡una solución eran estos hombres!… Bajo la quietud romana de una flor en decadencia, ¿qué hacer si los bárbaros no llegan para arrancarnos de la barbarie? ¿Cómo vivir en la tierra ensangrentada del pasado, en el inconsciente en cuya cima no se ve más el cielo?… Y hasta ahí la voz en off.

El director de la biblioteca se rascó los huevos, luego propuso que se tomaran un café, y Barragán Iglesias (que no se sabe quién le puso ese inapropiado apellido) hizo un gesto con la mano y llegó una señorita con la bandeja con café y unas medialunas.

González tuvo un momento de supuesta lucidez y expresó:

-Hay que ser cautelosos, porque muchos jóvenes de dieciseis años están acercándose a leer a Borges, y si les decimos que era un fascista que estrechó la mano de Pinochet se alejarán. Por otro lado, estoy de acuerdo con que los pibes de dieciseis puedan votar, que es otra cosa que…

-O sea, en resumen -lo interrumpió Feinman-, a vos te gustan los pibes.

González sorbió el café y dijo:

-¿Y a vos no? Tenés una visión panóptica para mirar culos.

-En esta culocracia la visión panóptica es absolutamente necesaria, porque te podés perder alguno -le espetó Feinman con solapada iracundia.

Barragán Iglesias puso paños fríos sobre el desconche por donde amenazaba irse el debate, que había despertado un interés inusitado en un programa de esa calaña: cinco puntos de rating para dos intelectuales de los que no se sabe a ciencia cierta si son hijos putativos de Clarín o de una sospechosa izquierda.

-Escuchame, González -dijo Feinman con temprana vehemencia-, vos sos un pelotudo, no te acordás que Borges dijo: «Me gustaría que haya elecciones, pero en unos 300 o 400 años»… Porque esto lo dijo Borges, y ahí fue cuando el Nobel se le escapó de las manos como calzón de vieja.

Barragán pidió paños fríos y vino la señorita con unos paños fríos en la bandeja.

-Fijate que en el Informe de Brodie, que entre paréntesis es un informe que pidió la CIA para estudiarlo mejor, y acá la SIDE se lo facilitó porque somos unos l-a-m-e-c-u-l-o-s, González, ¿me escuchás?

-Mirá, gordo, estamos en pleno auge de la visión panóptica, sirviendo a la culocracia con devoción patriótica, ¿y vos te crees que yo me voy a poner a revisar la historia? No, lo que pasó pasó y a otra cosa.

-González, vos sabés que no te recago a trompadas porque te tengo respeto, porque sino…

Barragán carraspeó, miró a la cámara, hizo gestos raros con las manos para cambiar el clima de la discusión, y finalmente, sobre la frase que con su vocecita de Ceferino Namuncurá deslizó González, » la libertad es una burla al ser humano, gordo, dejate de joder», el periodista se impuso con voz gruesa y preguntó bajando las cejas a ras de los ojos:

-Feinman, ¿es desde el poder político que se construye la culocracia?

-¡Pero por supuesto, si se cagan en todo! Viven cagándose en todo…

-Le hago una pregunta más profunda: ¿descendemos de… cómo decirlo, de una plutocracia?

-Mire, no sé qué es plutocracia… Descendemos de las cucarachas, no del mono. Puede ser que Borges, excepcionalmente, descienda del mono, pero los demás descendemos de una cucaracha nomás.

-Le hago otra: ¿podemos vivir sin filosofía? Y esto se lo pregunto porque tengo una duda: si la filosofía significa amor a la verdad, entonces ¿es el posmodernismo una filosofía o una corriente filosófica?, porque se encargó de cagarse en cada verdad que se le puso a tiro.

-Pero usted es un pelotudo, Barragán, perdone que se lo diga -contestó Feinman cortito y al pie-. La verdad es una contradicción…

-La verdad que tengo el marote hecho un lío, pero trato de ordenarme y focalizarme en el tema. Le pregunto: ¿la descentralización del ser supone la centralización del ombligo y/o vulgarmente llamado pupo?

-Pero… pero usted es un repelotudo, qué quiere que le diga… Ni me gasto en contestar semejante barbaridad, semejante barbarie, semejante…

Ahí es donde se corta el video de Youtube, parte 1 de 2.

La parte 2 empezó a cargarse, pero a un clic más abajo estaba «Tinta roja»…

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papez

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