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Miguel el albañil vs el Doctor

Lunes 20 de Julio, 22 horas, don Miguel y su brigada estaban festejando a lo lindo en el galpón donde guardan los materiales, en Maipú.

Esa jornada se hizo especial, era el día del amigo y además don Miguel, que es albañil de profesión, había conseguido abrochar un trabajo que le llenaría los bolsillos de billetes, es más… ya los tenía casi llenos porque el nuevo cliente era un doctor muy respetado en las redes sociales que le había adelantado la mitad del trabajo en efectivo.

Mientras se hacía el fuego del asado la brigada de albañiles comentaba lo ingenuo del doctor, había adelantado el 50% del pago sin haber llevado todavía ni una bolsa de cal a la obra.

La damajuana de tinto estaba casi vacía, el CD de Valeria Linch ya llevaba cuatro repeticiones, en la parrilla ya no quedaba ni un chori y con la música al taco y por decisión unánime y democrática toda la brigada decidió tomarse descanso el resto de la semana, total… había money.

Pasó el martes y el miércoles y obviamente comenzaron los incesantes llamados del doctor, quería saber cuando empezarían a trabajar, por supuesto el Miguel no le respondía.

El sábado siguiente, el Miguel recibe un WhatsApp del más joven de la brigada.

– Fijate en el feibu del doctor, nos está dando con un palo, nos está.

El Miguel abrió su Facebook y entró en erupción, el doctor estaba descargando toda su impotencia y él era el destinatario, al momento le suena el celular

– Hola, soy el abogado Armando Bardo del INADI, lo estoy llamando porque tenemos datos precisos que usted es víctima de acoso, discriminac…

El Miguel le cortó “esto lo arreglo a lo hombre, cuando vaya a lo del doctor, lo cago a trompadas”, pensó el albañil.

El siguiente lunes, temprano, por la mañana, el Miguel se presentó en la casa del doctor, todavía tenía en su mente que cómo fue que ése abogado carancho había conseguido su número, pero los ánimos ya estaban fríos y el negocio prevaleció por encima de la sed de venganza, el doctor muy amable le ofreció café y comenzaron a pulir aspectos del trabajo en un ambiente de grata camaradería, el dueño de casa, creyendo que su intelecto era superior así como el poder de convencimiento y chamuyo tomó la iniciativa. El Miguel sólo escuchaba y bostezaba, se le cruzaban en su imaginación las trompadas que quería propinarle, parecía tranquilo pero por dentro era un cráter a punto de estallar, pero tenía algo valioso a su favor, que el doctor no sabía un carajo de albañilería, era presa fácil de manipular y engañar y en algún momento se lo iba a ensalchichar, lo daba por seguro.

Se llegó a un acuerdo, los trabajos comenzarían el miércoles, el Miguel y cuatro ayudantes harían el contrapiso que da al patio y también el revoque completo a la larga medianera que comparte con los vecinos. El doctor estaba de tan buen humor que el albañil amagó con pedirle otro adelanto, para el contenedor de los escombros, pero no le dio la cara para tanto, aunque sí lo haría el miércoles.

Llegó el bendito día, eran las 9 de la mañana y ni rastros de la brigada, el doctor llamó a Miguel y éste le dijo que en unos minutos estarían en su casa, que dejara las llaves, el doctor tenía obligaciones que cumplir, puso las llaves de la casa abajo de la alfombra y se fue para regresar después del mediodía.

Pasadas las 13 horas el doctor llegó a su casa con excesivo optimismo, quería ver adelantos en la obra, le había prometido a su mujer que para mediados de agosto estarían los trabajos terminados, pero ya desde la vereda se vaticinaba lo peor… la música elevada por demás, Valeria Linch gritando como nunca, adentro, en el patio, el Miguel sentado junto a otros tres en el juego de jardín jugando al truco y escabiando porrones, el otro albañil haciendo un asado con la madera de la hamaca heredada del abuelo, los enchufes de la corriente ocupados con 5 celulares cargando, no se había abierto todavía ni una bolsa de cemento. El doctor largó la laptop que traía abajo del brazo y se trenzó en una riña a matar o morir, el Miguel recibió un derechazo en la jeta que le voló el pucho segundos antes de gritar “quiero retruco”, el doctor estaba enfurecido y satánico, había perdido totalmente la paciencia y la cordura, el Miguel se paró como pudo y le largó una patada voladora pero no hizo blanco, la cerveza le había quitado reflejos y elasticidad, los otros integrantes de la brigada optaron por agarrar los celulares y filmar la pelea antes que separar. El dueño de casa estaba ganando, la juventud lo beneficiaba, el Miguel ya estaba pasados los 50 largos.

¡¡Pero un momento!! la pelea no era real, eso sólo estaba pasando en la mente del doctor, había tenido un día horrible, venía estresado y negativo y equivocadamente venía predispuesto a lo peor y a actuar sin medir las consecuencias.

La realidad fue que al abrir la puerta se encontró con el contrapiso ya terminado aunque todavía fresco, el Miguel y un ayudante dando los últimos detalles a la textura del piso, los otros tres ya estaban descascarando la medianera para el enlucido de mañana.

El doctor respiró profundamente, miró al cielo y dio gracias a Dios que al menos algo ése día, salió como él deseaba.

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