No me acuerdo bien que día fue, pero una tarde estaba chequeando mi celular y un par de contactos hicieron referencia a la final de la Copa sudamericana. En la tele había visto cómo los paraguayos hacían un espectáculo mediático de las largas caravanas de hinchas de Colón llegando a Asunción. Así que todo iba tranquilo, cuando vi en Youtube un video que decía: Los Palmeras la rompieron en la final sudamericana. Y allí comenzó una vorágine de comportamiento adictivo que hoy, más de una semana después, sigo repitiendo cual consumidor de alguna droga mágica.
Los acordes iniciales del gran hit que retumbaron en el estadio fueron la antesala del tema que los identificaba como hinchas de Colón: Sabalero. Tardé un buen rato en darme cuenta que a un costado de ellos bailaba el grupo que alentaría al rival, mientras el estadio coreaba al unísono: “Aeeea, yo soy sabalero”. Y ellos, cual barquitos de papel, eran arrastrados por una corriente imparable.
El tema es que no paró, y no paré de darme. A los minutos apareció un video de un hincha. El público tapaba todo. Era algo mágico, casi olímpico. Ni Sergio Denis, creador de muchos hits de hinchada, ni Creedence se imaginaron una consagración así. Se me puso la piel de gallina. Los ojos se me llenaron de lágrimas, y eso que soy hincha de un equipo que me dio muchas alegrías de pendejo, pero ahora me hace padecer.
Entonces, como buscando más de eso que me tenía como loco, empecé a googlear temas de Los Palmeras. Tocaron con muchos consagrados argentinos: Soledad, la Mona, La mosca, Axel. Por un momento temí que me apareciera: Los Palmeras feet Aerosmith, o Bonnie Tyler.
Y la cosa no paró. Cuando me desvelaba, en vez de buscar temas románticos, volvía a buscar y escuchar a Los Palmeras. Cuando me empezaba a aburrir repetía la final de la sudamericana y el video del público. El gordo que llora cantando en el video oficial me hace lagrimear siempre que lo veo. Hasta vi una reversión de una película donde alguien cuida a un parapléjico en la que De la Serna baila con Carla Peterssen y Alejandra Flechner: El bombón Asesino.
En cierta forma pensaba que era único, hasta que varios días después aparecieron los Memes. Nadie se podía sacar de la cabeza al Sabalero. Y pensé que era algo argento, como esas cosas de las que nos sentimos orgullosos, pero no. Aparecieron videos reacción. Y la noticia que algunos clubes europeos cantaban: Aeea, yo soy sabalero.
Compartí en las redes un video de una hora entera del estribillo. Alguien copió y pegó el segmento de segundos para juntar una hora. Ese flaco entiende Internet.
Y mi imaginación se fue al carajo: un hijo del rival de Colón con cara orto porque el padre no le trajo la camiseta sabalera firmada por el líder de los Palmeras.
Otro vástago del rival soportando las burlas de sus compañeros por no ser sabalero sin terminar de entenderlo del todo.
Una versión de “We are de World” de los ochenta tocada a ritmo de cumbia.
Varias tribus africanas identificándose por su color de piel y su sangre y el gran líder centroafricano Dunga Dunga tomando el poder con sus Ak-47 y creando la confederación Sabalera
La Torre Eifell iluminada de Luto y Rojo.
Putin en una reunión con el gabinete, viendo el video por enésima vez, mientras los ministros contemplan con respetuoso silencio.
Melanie Trump y marido bailando «El bombón asesino» en la sala Oval, mientras el mueve las caderas ella se contonea subiéndose la cabellera rubia.
Den Ziao Ping obligando a sus soldados desfilar por la plaza vestidos de Negro y Rojo al son de Sa Ba Le Roooo.
La tercera guerra mundial desatada porque algunos youtubers empezaron a musicalizar con la cumbia sabalera la peregrinación a la Meca, o las arengas yihadistas.
Me dio pánico al imaginarme a los Palmeras abriendo sesión en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mientras una bandera negra y rojo ondea en el mástil principal de la Sede de Nueva York.
Los miembros de la borrada Cambridge Analítica gastando todos lo que ganaron para poner en red las grandes supercomputadoras y así procesar el fenómeno que ni ellos vieron venir. Y el cultor mendocino de la Big Datta y su Merovigian Datta tirándo todo a la mierda y dedicándose a cortar el pasto.
Psy tocando con Los Palmeras en el Vaticano sería la pesadilla de los creadores del MK Ultra o cualquier Psy Ops global. Y la confirmación de ni siquiera los conspiranoicos pueden superar la realidad: El Gam Gam Style Sabalero.
Ninguno de los formadores de opinión puede explicar semejante oleada.
Duran Barba, cuyo origen coincide con el rival de Colón, sufriendo un ACV.
Me imagino a quien carajo sea el representante del conjunto santafesino, con los ojos brillantes de la emoción,y con las manos temblando de la ansiedad atendiendo llamadas de vaya a saber qué lugar del mundo mientras se imagina haciendo la plancha en una pileta llena de dólares y escupe monedas de oro con la boca.
Y poco antes de empezar esta nota tuve la revelación definitiva. En alguna lujosa casa de Barcelona, el pibe leproso se levanta de una pesadilla al enterarse por sus asesores del suceso santafesino. Camina a la cocina arrastrando las pantuflas. Se sirve agua para apagar la acidez.
Siente ruidos en el living y allí está Antonella con auriculares viendo en su pantalla de chotorocientas pulgadas un partido de fútbol. Pero el detalle que le volvió a secar la boca fue que la camiseta negra y roja de Newell´s que cubría el cuerpo desnudo de su esposa tenía los colores cambiados de lado.
Sacó la voz de donde no tenía y preguntó:
—¿Qué estás viendo?
—La repetición del final sudamericana —respondió con cierto fastidio la Roccuzzo.
Y el pibe sintió algo que nunca había sentido en su vida. Algo que el ejército de psicólogos y psiquiatras le explicaron como pasión y que desbordaba desde las entrañas. Miró al cielo, se agarró la cabeza y gritó desgarrando la garganta: Noooooooooooooo…