– Vos sos… – y sobre la marcha cambie el interrogativo por una afirmación…. – “Concilio” – sí, era él, el caballo más admirado en la segunda mitad de los noventa entre los seguidores de las carreras en el Gigante de la Avenida Montes de Oca, el hipódromo local.
Los años pasan, Concilio tiene hoy 14 años (corrió desde los 2 a los 6), está en buenas condiciones, no es para menos teniendo en cuenta todo lo que produjo como caballo de carreras, pero en su ostracismo, en La Consulta, no lo rodea siquiera una foto de las cientos que lo retrataron cuando ganaba todo.
– ¿Por qué Concilio? – le pregunté.
– La fama es puro cuento, me respondió, y no se debe vivir solo de recuerdos ni de glorias pasadas, además, no era yo solo, es un trabajo de equipo, el propietario, el cuidador, el jockey, sobre todo éste con el cual se comparte el éxito…
– Todo con la monta de Oscar Liendo – interrumpí.
– No – me corrigió – la última del Patrono Santiago fue con “Cachencho” Alberto Ruben Gimenez, las otras sí, todas con el “Pochi” Liendo. El cuidador fue siempre Enrique Rivamar, ¿te acordás? El mismo que fuera jockey y que se consagró como “cuida” conmigo.
– Corrías para la Caballeriza “La Frontera”.
– Sí, y el propietario era Francisco Fraguas, el mismo el mismo que hace unos años tuvo a Peasant, el caballo mendocino que entró segundo en el Carlos Pellegrini y ganó la Polla de Potrillos y el Jóckey Club. Todo esto en el 2000 y en Buenos Aires. Fraguas tuvo también a Farabute Toss, quien ganó el Patrono Santiago en el 97 y el 99 y el Vendimia en las mismas temporadas.
Confieso que fue un error grosero de mi parte apelar a la picaría para preguntarle sobre su nueva “tarea”, la de semental. Ni siquiera me respondió, entonces recordé una charla con Fernando Gabrieli y Daniel Mut, periodistas especializados en la actividad hípica, quienes me comentaron que la cópula de los animales “pura sangre” es totalmente científica, que tiene que producirse en el momento apropiado, que hay todo un seguimiento, hasta la elección de las yeguas… las hembras más hermosas para el mejor servidor. Y bue… me equivoqué, a él no le gustó, entonces rápidamente cambié la pregunta por la de sus herederos y ahí sí, Concilio siguió.
– Tengo tres hijos, Buena Frontera, Buena Cepa y El Malbeck, la mamá de este es Buena Tanga, mirá, no lo digo como padre, según los entendidos puede llegar a ser un buen caballo cuando le toque correr, todavía no tiene dos años, y por lo tanto no ha debutado, pero acordate de este nombre: “El Malbeck”, dijo orgulloso.
No me despedí como correspondía, o quizá lo hice para dejar pendiente la charla cuando vuelva a La Consulta, o el destino me cruce nuevamente con él. Me fui contento al verlo bien, lejos de los aplausos, las fotos, las cámaras, las palmadas… cruzando el disco de la vida pero con el orgullo intacto, no con el dolor de “ya no ser”, sino la satisfacción de “haber sido”, que ya es bastante.
Cuando le alejaba, me di vuelta y me salió gritar, apretando fuerte los puños, lo que él escucho tantas veces en sus años de gloria… ¡Concilio viejo nomas!
Escrito por Oscar “Chino” Zavala para la sección: